martes, 12 de diciembre de 2006

Por la segunda estrella a la derecha

Cuando empezó a llover se refugió bajo el tejadillo del portal, en una calle que quedó vacía hace mucho, al acabar el horario comercial, y es que tras caer la noche, la ciudad se volvía mas silenciosa y discreta, tomada por tribus escondidas que vivían bajo la luna, esa madre protectora.
Bajo la luz del farol recordó los tiempos en que los sueños inocentes recorrían su mente y la de sus amigos, cuando pensaba que era invencible y que aquellos a quienes quería serian eternos a su lado, como la dulce wendy, a quien hoy había citado en aquel mismo lugar, bajo el antiguo candil, ahora farola, donde se conocieron, en aquel primer beso de crios.

La luz de la farola, de aquel lugar mágico y evocador, mostraba las finas gotas de lluvia, tejiendo un lienzo en blanco para los sueños, si es que alguien tenía imaginación suficiente para escapar de la rutina y recordar como se volaba.
Una vez escucho que la diferencia entre los sueños y la vida era que en los primeros éramos libres de las ataduras de nuestras conciencias, recordando todo aquello que olvidábamos con los años y las heridas del tiempo.
Tantos barcos habían naufragado en los arrecifes de nuestros corazones, tantas heridas en nuestras almas, que perdíamos la esencia de la eterna juventud, y todo quedaba supeditado a cotidianos lazos invisibles que se repetían una y otra vez.

Pero el había decidido romper las cadenas, volver a mirar a la segunda estrella a la derecha y girar en el aire hasta que su risa se vertiera como la lluvia que ahora le empapaba, retornar al crisol de colores de los días felices.
Lo malo es que de aquello hacia mucho tiempo y wendy quedo atrás en el camino al decidir acomodarse a las cadenas de oro.

Como cada año, intentaba volver a verla, hablaba con ella y entre emociones que desbordaban la línea telefónica le prometía verle y viajar por una noche en el tiempo.
Y como cada año faltaba a su promesa.

Habían pasado 4 horas de la cita acordada, y Peter se acerco al poste de la farola, escribiendo como siempre la misma nota de esperanza, citándola en un año si quería recuperar la música de su corazón.

Después, asegurándose de no ser visto voló sobre los edificios dirigiéndose a la segunda estrella a la derecha, directo hasta el amanecer, soltando el lastre de las penas y pensando en el nuevo grupo de niños perdidos, a quienes entrenaría.

Como cada año, saltaría sobre su cama, reiría hasta que le doliera la mandíbula y soñaría con recuperar la mitad de su corazón que dejaba siempre atrás, por que aunque fuera con la mitad de si mismo se había propuesto vivir con una sonrisa en su alma, que le inundaría con una luz capaz de rivalizar con el propio sol.

Al fin y al cabo, todos tenían esa opción, sonreír a la vida siempre era mas gratificante, pero se empeñaban en que el tiempo fuera su enemigo, por mas que este les ofrecía sus brazos solidariamente, fuera para el deleite o para el olvido.

Sobre el alba recogió a campanilla y juntos hicieron sonar la flauta que despertó a la ciudad, que por una mañana comprendería el secreto de nunca jamás.







(Gracias a Liliana C y su Cara B, de donde saque la imagen y el recuerdo de Peter Pan)

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