jueves, 25 de enero de 2007

Cicatrices bajo el sol

Esta empezando a caer la noche y ya se presenta tremendamente calurosa. Se suponía que hoy debía partir a una conferencia, pero en lugar de eso he vagado por la ciudad como una sombra de mi mismo. Después de ausentarme del trabajo he pasado la tarde andando sin rumbo, por calles que podrían ser perfectamente avenidas del infierno, donde si mirabas a lo lejos veías una bruma borrosa salir del asfalto. Ni siquiera se como pueden rodar los coches sin derretir los neumáticos.
Estamos en pleno apogeo del verano, y solo haciendo numerosas paradas he podido realizar el camino, olvidando entre copas mi vida, apostando mi espíritu contra la botella, en una jugada perdedora, pero a la que estaba sentenciado sin remisión.
El sol ha quemado mi alma hasta vaciarme, al menos lo poco que ha dejado el alcohol, y me ha permitido olvidar por unos momentos que esta mañana he descubierto el engaño al que me he visto sometido los últimos meses.
Las evidencias han estado allí todo el tiempo, pero mi amor era tan grande e incauto que no las he visto hasta demasiado tarde, cuando al volver para recoger unos papeles extraviados he encontrado a mi mujer y a mi mejor amigo en la cama.
Impactado por el shock no he sido capaz de actuar, tan solo salir cabizbajo, muerto por dentro, notando como me podría bajo el horno cruel de la verdad, al principio culpándome a mi mismo, convirtiendo esa culpa en odio y rabia, para terminar en la desesperación y a la desolación como al principio.
Ebrio, quizás más incluso de ira que de alcohol, conseguí en oscuros callejones un arma de fuego, por métodos que hasta hoy ni se me habría ocurrido su existencia, y ahora avanzo camino de mi casa, donde veo luz en la ventana de la habitación, y dos figuras enlazadas como sombras chinescas.
Esta era la chispa final que ha hecho hervir la sangre de mi corazón, y he notado como mi pecho entraba en erupción con la furia de un volcán, empujándome a abrir el portal mientras sostenía el arma con fuerza, como si quisiera derretir su empuñadura con el calor de mi alma.
Ya girando el pomo, un flash ha cruzado mi cabeza, como una inspiración diabólica, y sonriendo por primera vez en el día, suelto la puerta y me alejo, encaminando mis pasos de forma decidida hacia la casa del traidor, donde a estas descansará confiada su esposa.

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Mirando fotos añejas, recuerdo el momento de mi gran decisión y como culminé mi plan cuando llegué a casa del que se hacia llamar amigo. Hoy hace dos años que la que fuera su mujer y yo nos fugamos juntos, después claro esta, de conseguir arruinarlos.
Antes de escapar, reunimos todo el dinero de la compañía donde ejercía de directivo así como de la mía propia, y dejamos evidencias incuestionables de sus delictivas intenciones, así como inculpándoles de nuestros asesinatos.
Desde nuestro sereno retiro comprobamos satisfechos por la prensa como eran encarcelados, brindando con daikiris por el caluroso y justiciero sol, que ahora doraba nuestra piel.


4 comentarios:

Nathalie dijo...

wow!! otro relato negro negro...muy clásico pero no por eso menos entretenido. Además la foto que has elegido me gusta mucho, le viene genial :)

besitos

Bea dijo...

Calor y venganza... muy bueno!
Si fuera la película de los sábados por la tarde seguro que no me levantaba del sillón para nada :)
Besos

Pily B. dijo...

Y lo peor de todo, es que estas cosas pasan.

Bueno, bueno. ;-)

Kaos Baggins dijo...

al final me va molar esto del relato de corte cine-negro jejeje
aunque a mi tambien me parecio un poco telefilme jajajaja
si que pasan estas cosas Pilt, y mucho peores ademas, me temo que al final termino dulcificando un poco los finales
en la realidad les hubiera pegado un tiro y a las noticias, como tantas otras historias lamentables