lunes, 19 de febrero de 2007

Buceando en la mirada

Durante el verano la feria recorre tantas ciudades y pueblos que me sería imposible recordar los nombres de todos los lugares donde duermo, inclusive sería difícil recordar a las personas con quienes haya pasado las noches, pero siempre recordaré las historias vividas y como por mi condición de mudo y risueño clown, todo el mundo me ha confesado sus secretos, siendo el pañuelo y el hombro silencioso de la compañía.

Tras ver cerca de la carretera una fábrica y un pueblo abandonados ha venido a mi memoria la historia de Suzanne, nuestra joven adivina.

Aunque no supiera nada de su nacimiento, su vida había empezado con nosotros, entre carromatos estrafalarios y atracciones surrealistas, desde que de niña la encontraron abandona a su suerte en un camino polvoriento, y la acogieron como si fueran su familia.

Era la única persona aparentemente "normal" entre aquella colección de seres extraños y aunque era consciente de que estaban lejos del mundo cotidiano, les quería y estaba dispuesta a defenderlos como uno más de la trouppe.

Había jugado entre elixires milagrosos, y cuchillos en llamas, no temía ni a las alturas ni a las fieras exóticas, quienes la respetaban como a una de los suyos, y sus manos se movían a tal velocidad que ningún ojo era capaz de seguirlas.
Pero no fue allí donde encontró su lugar y su forma de contribuir al colectivo, sino con un talento especial que rara vez confesaba, y es que con solo mirar a los ojos a quien tuviera delante, la bastaba para conocer sus mas íntimos deseos y temores, En sus pupilas veía desfilar escenas y caras, que al principio la aterrorizaban hasta que fue descubriendo como utilizarlas, saber en quien confiar y de quien alejarse.
También era capaz si se concentraba de llevarles a estados hipnóticos donde dominar las voluntades, pero no lo consideraba moral y desaprovechaba ese talento.

Disfrazándose para ocultar su joven edad, en el rincón más oscuro y entre símbolos esotéricos, se convirtió en la adivina de la feria. No necesitaba toda aquella parafernalia, pero los curiosos parecían sentirse mas seguros ante la voz de la experiencia de un anciana zingara, envuelta en el misterio y repartiendo cartas de complicados símbolos, que ante una joven que desnudaba sus almas con los puñales envenenados de sus ojos, además, así disimulaba el autentico alcance de su don.

Aquel había sido un día duro, como si las desgracias fueran a cebarse con aquel pueblo, maldiciéndolo y arrojándolo al infierno, y quizás ese fuera un destino mas agradable que el que les aguardaba.
En sus predicciones trataba de dulcificarlo, o nadie querría pagar por sus servicios, pero les advertía veladamente, que tuvieran cuidado con sus hijos, quienes probablemente fallecerían en la cuna, con el marido que engañaba a su mujer y planeaba matarla para cobrar el seguro, o animando a la mujer que pronto se suicidaría.
Llorando entre sesiones, se preguntaba por que a veces el mundo parecía tan oscuro e inhóspito, como podían germinar semillas de bondad en tierras tan áridas.
Aquel pequeño pueblo había sido abandonado por las industrias y se consumía lentamente mientras su población se reducía deprimida y los pocos jóvenes huían tras un futuro mas optimista.
Era quizás la última visita que les haría la feria ambulante y deseaba con todas sus fuerzas alegrarles la noche, pero solo veía muerte y desolación en sus ojos.

Unos golpes de bastón en su mesa la sacaron del ensimismamiento, un nuevo personaje
había entrado buscando el futuro, envuelto en una capa y con un sombrero de copa, ambos ajados por el tiempo y pasados de moda hacia mucho.
De forma rutinaria empezó a barajar las cartas mientras le rogaba que dejara su sombrero en la mesa, a lo que el se mostró reticente, pero finalmente accedió.

Cuando le dio la baraja a cortar, aprovecho para mirarle directamente a los ojos, y su cara palideció de forma instantánea.
El ser que tenia delante suyo mostraba una infelicidad y angustia vital como nunca antes había observado, pero no tan solo suya, sino de todos los que le rodeaban.
Por sus pupilas pasaron en un suspiro incontables escenas de desgracias de todas las eras, pudo ver la caída del imperio romano y ejércitos enfrentándose, erupciones y terremotos, desastres continuos a su alrededor.

Al devolverla los arcanos naipes no los pudo sostener y cayeron al suelo, desperdigándose por los suelos, con tan solo una carta volteada sobre el resto, la que contenía al final de todo, la muerte.

Temblando, pero sin la capacidad de hablar, se apartó hasta el limite de la tienda, sabia muy bien que por la oscuridad del rincón donde se alojaba su tienda y las telas que la cubrían nadie podía ver o intuir la escena que la sobrecogía en estos momentos.

El amargo personaje la miraba suplicante, con un hondo pesar que la caía como una losa, no se trataba de un predador, sino de una victima del juego del tiempo, un ser ajeno al tiempo y olvidado por la muerte, que había vivido mas de lo que cualquier mente era capaz de soportar.

Llorando la contó su historia, y como en tiempos antiguos realizo magia, no mediante talentos naturales como la suya, sino a través de ritos oscuros y libros ocultos. Invoco entes malditos y obtuvo la vida eterna a cambio de lo que el considero una bagatela, pero después se mostró una maldición.

"Su alma a cambio de la vida, el tiempo a cambio de la suerte ajena"
Aquellos fueron los términos del pacto que sello con sangre hace tanto.
Después descubrió que sin alma estaría condenado a vagar sin rumbo, sin apagarse jamás, pero oscureciendo a los demás, succionando la fuerza de sus almas, como un agujero negro. Allá por donde el morara, la vida palidecería y la naturaleza se rebelaría a su existencia, y tan solo la guadaña permanecería constante a su alrededor.

Estaba temblando ante tan atroces revelaciones cuando vio como se la acerco llorando por su ayuda. Había notado que sus ojos la transmitieron todo esto antes que su voz, que se encontraba ante alguien especial y no otra bruja charlatana.

Sin saber muy por que, levanto sus manos y las poso dubitativas sobre sus sienes, mirándole fijamente a los ojos, llevándole al estado de hipnosis, observando siglos pasar de forma apresurada, hasta llegar al momento que marco el destino de aquel hombre, y todos los que le rodeaban.
En ese momento, mientras firmaba con su propia sangre el pacto, recogió una supuesta daga ritual que había en los estantes y la clavo en su corazón, mientras su mente vivía en el fatídico momento.

Nada había podido dañarle durante siglos, pero aquella insignificante daga había rasgado su propia alma antes de ser entregada. Delante suyo observo como el cuerpo envejeció de forma acelerada, siendo presa del tiempo que largamente lo persiguió sin darle caza.
Antes que su mandíbula se quebrara, y recobrando por un instante la conciencia, pudo emitir una única palabra de agradecimiento, antes de derrumbarse en los suelos, convirtiéndose sus huesos en polvo, y este siendo asimilado por la tierra.

Tan solo los antiguos ropajes y el miedo quedaban de su estancia en aquella tienda, pero decidió cerrar el puesto por aquella noche, y tratar de descansar, aunque las pesadillas se lo impidieron.
A la mañana siguiente mientras me contaba la dantesca escena, tomo la firme determinación de comprender el alcance de sus dones, puestos a prueba la noche anterior, y descubrir si era posible, su origen, más enigmático si cabe tras estos sucesos.

Pero eso pertenece a una historia quizás mas complicada, y que requerirá de otra taza de café, en cuanto al pueblo, es difícil que lograra alterar su suerte después de tanto sufrimiento, pero al menos, si finalmente desaparecía, sería con la cabeza alta, y no humillado por antiguos pactos.



5 comentarios:

la cónica dijo...

Conocer de una forma tan inmediata, tan profunda lo que esconde cada persona en su interior, lo que se esconde a sí misma, debe ser una carga muy grande, en caso de que alguien pueda hacerlo.

Tu adivina, al menos, intenta utilizar ese poder para bien, pero ¡uf! si cae en otras manos...

Si pudiera escoger entre tener un don así y no tenerlo, no sé qué decidiría. Es como morder la manzana del árbol de la ciencia o no... ¿tú qué harías?

En cuanto al origen de ese poder, pides poco por desvelarlo. Te invito a un café cuando quieras.

Besos.

Kaos Baggins dijo...

muchas bendiciones son en realidad maldiciones
a veces hay algunas maldiciones que mutan en bendiciones pero son las menos

yo elegiria conscientemente no morder el fruto de la ciencia
mi inconsciente lo morderia sin dudarlo
al final tenemos un lado animal y otro racional y depende del momento que nos pillen
por algun momento se turnan para estar el que no dbee en cada momento ¿o quizas no sea asi?

¿un cafe por desvelarlo? con dos azucarillos por favor.... aunque ya me gustaria poder desvelarlo, si lo conociera tan solo

Absurdo Rutinario dijo...

Si no fuera porque te conozco empezaría a dudar de tu procedencia. ¿Los cárpatos tal vez?. Chico estás con los vampiros al cuello!!

Me ha gustado mucho. Pero mucho mucho. y una frase que me gusrado con tu permiso: "un nuevo personaje había entrado buscando el futuro"

Kaos, Cuidado con los cafés de la cónica, se alargan en el tiempo y los relojes no paran nunca. Salvo en su casa.

Un abrazo.

la cónica dijo...

Kaos, no tengas miedo a mis cafés. 629 nunca se ha tomado uno en mi casa, que yo sepa. En cuanto al tiempo, por un lado, el reloj para en mi casa. Por el otro, no. Tengo azúcar moreno y azúcar blanco. En azucarillos no. ¿Quieres que compre?

Kaos Baggins dijo...

los carpatos......ummmmm oye, igual hasta tienen buenos paisajes para visitarlo jejejeje
me alegra que te gustara esa frase por que se me atraganto y la tuve que rehacer varias veces, parece que merecio la pena

tranquilos, que no me dan miedo los cafes, pero me parece que en vez de dos azucarillos le tendre que hechar 2 paracetamoles, que llevo una encima...

esta bien eso de que un reloj sea anarquico y decida pararse cuando quiera, ya seria genial que jugara tambien con el tiempo