sábado, 21 de abril de 2007

Mañana resacosa

Me levanto con un horrible dolor de cabeza y ganas de volver a meterme en la cama, pero aunque las persianas estén bajadas y no entre un solo rayo de luz, mi reloj indica que ha pasado con mucho la hora razonable para levantar y volver a casa.
Siento una debilidad alarmante, podría prometerme no beber tanto ni acabar en casas desconocidas, con alguna mujer que ahora no recuerdo, pero no lo cumpliría, así que para que molestarme, aunque no recuerdo haberme propasado especialmente.
Decido ir al baño y empaparme la cara en agua fría, a ver si así logro recuperar mis fuerzas y despejarme. A tientas en la oscuridad, procurando no despertar a mi amante de anoche, alcanzo el baño y enciendo la luz, pero lo que veo me despierta de golpe.
O mejor dicho lo que no veo, por que no aparezco reflejado y veo nítidamente la pared tras de mi, lo cual es imposible.
De repente noto un mano posándose en mi hombro, sin haber visto a nadie aparecer en el espejo. Me giro aterrado y observo a una mujer atractiva con melena oscura.
-Buenos días semental, lamento no haber tenido tiempo anoche para contarte algunos “efectos secundarios” de compartir mi cama, pero ven, que lo vamos a pasar muy bien.



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Palabrita que en el original eran 14 lineas estrictas

lo que pasa es que aqui tiene menos ancho que en el word :)

aun asi espero que las almas somnolientas lleguen al final jejejeje

domingo, 15 de abril de 2007

EL jardin del edén

Cuenta la leyenda de una antigua tribu nómada, que en un árido páramo, cercano a un gran desierto, nace una flor de incomparable belleza cada vez que una persona logra alcanzar un sueño en el que puso su alma.

Solo provocan la floración aquellos sueños que se desean como a la propia vida, no es suficiente con los deseos cotidianos, pero aun así la leyenda asegura que son numerosas las flores que adornan el jardín sagrado hasta que abandonan, dejando el espacio para nuevos deseos.

De entre todas las especies de flora imposible y colorida, las más hermosas y que harían perder la cordura a cualquier experto en botánica, son aquellas resultantes de un amor apasionado y sincero, pero también las mas delicadas.
Una vez nacidas su aroma es capaz de embriagar y emborrachar el espíritu del incauto que se acerque sin que su corazón este blindado por otro amor mas fuerte aun.
Pero si el cariño que sirvió de semilla, se rompe, la flor desgasta sus pétalos hasta dejarlos flotar por el aire, tratando en un ultimo canto del cisne, de despertar sensaciones en quien los vea.

Cuando la persona que germino en sus anhelos a una flor muere, la flor se retrae, retornando a la tierra primigenia, donde servirá de abono a la siguiente especie, perdurando su legado, como lo hacen las personas en nuestras memorias.

Evidentemente, es solo una leyenda, y la tribu que afirma guardar el jardín de edén, son solo unos soñadores que han visto disminuir su población.
Todos querríamos creer que estos sueños existen, al menos hasta que abrimos la ventana y vemos el mundo que moldeamos con nuestras manos, en lugar de utilizar los corazones.



Sin embargo, los pocos miembros que perduran de esta tribu nómada, desaparecen todos los años durante un mes de la primavera, sin que nadie sepa donde se encuentran, y a su vuelta, suelen llevar pétalos prendidos de sus ropajes.


La ultima vez se les volvió a ver cerca de un oasis del desierto, uno escasamente frecuentado por hallarse lejos de cualquier ruta comercial, en medio de parajes inhóspitos.

Si este solitario oasis guarda algún secreto mágico es algo que tal vez sea mejor no descubrir, dejarles guardarlo, y simplemente creer... algo que demasiadas pocas veces hacemos.

viernes, 13 de abril de 2007

Reina de lagrimas (3ª carta)

Oh! Como me duele la cabeza... ¿Por qué tiene que estar gritando todo el tiempo?
Lleva así media hora y ni siquiera soy capaz de entender que chilla, claro que los otros tipos no se quedan atrás con sus berridos.
Parece que por fin se calma un poco al enseñarle unos papeles que acaban de traer, no se que será y no parece estar muy contento, pero al menos la discusión se serena y bajan los gritos. Lo que no tengo muy claro es si la situación mejora o empeora para mi.

Ahora que parece estar todo un poco mas tranquila, vuelvo a sentir como si un punzón me atravesara el costado, donde recibí antes el golpe. Es posible que hasta tenga una costilla rota, pero no creo que le importe mucho a estos animales.

¿Cómo puede haberse torcido tanto mi vida en tan una semana?, antes pensaba que estaba perdida y sin futuro, y justo cuando parecía abrirse ante mi un camino de ilusión, todo cayó por el precipicio sin frenos.

Aquel hombre se presentó como un agente cinematográfico, y quería encontrar un ejemplo de la “elegante belleza del este de la vieja Europa”, como siempre repetía.
Tras alborotar todo el pueblo me convenció de ser la elegida por los focos y las cámaras, y yo le creí inocentemente, como quien deposita todas sus esperanzas en una antigua y absurda profecía, sin prestar atención a la voz de la razón.
Mi único anhelo era escapar de aquel pueblo donde nunca pasaba nada y me sentía encerrada.

Que ingenua debí parecerle, cuando me presente en el aeropuerto con un vestidito que me hiciera parecer sensual y en el que gaste buena parte de mis ahorros. Quería grabarme en su retina y que ninguna otra pudiera robarme mis sueños.

Pero mi pesadilla no corría peligro, justo entonces empezaba, aunque aún no lo reconocía. El monstruo había elegido.

Tras un placido vuelo, solo ensombrecido por sus modales, llegamos a la tierra de las ilusiones, al país de nunca jamás, pero un absurdo incidente detono la situación.
Mi “benefactor” tropezó con uno de los pasajeros y se desencadeno una pelea, que dio con un pequeño grupo en las oficinas de seguridad del aeropuerto.

Tampoco era nada demasiado grave, solo harían falta algunas explicaciones, pero la bestia que me acompañaba empezaba a mostrarse, insultándome sin parar, cuando todo se convirtió en un sin sentido, al entrar una serie de personajes armados, que asesinaron a varios de los policías y raptaron al grupo de seis pasajeros que allí estábamos.

La rapidez con que paso todo, y lo difícil de explicarlo, no ocultó algunos hechos que se hicieron notar en el camión donde nos llevaban. Aquel animal y los secuestradores se conocían, y discutían acaloradamente por lo que había pasado.
Empecé a temblar pensando en que me harían, por lo que traté de escapar inútilmente, tan solo logre varios puñetazos, todos en el costado, imagino que para no dejarme marcas en la cara.

Sin embargo, el curso de la discusión dejo claro que salvo mi “agente”, el resto de aquellos delincuentes en realidad querían a un señor mayor, con pinta de antiguo militar o policía por su fortaleza y gesto recio, que afrontaba sus desplantes con pose desafiante.
Creo que mi voluntad se hubiera roto por completo sin sus miradas protectoras y serenas.
En uno de los zarandeos le tiraron una vieja placa de policía ensangrentada a la cara, y el les escupió, ganándose varios golpes.




Ahora estamos apartados en un rincón de un viejo almacén, en una zona aparentemente abandonada y aunque no entiendo ni una palabra de ingles, sus gestos no me dejan lugar a dudas, he sido engañada para venir a servir como prostituta, y por sus manoseos no les importaría que empezara a ejercer ya mismo, aunque algo les parece contener, posiblemente, miedo a su jefe, pero no es que eso me tranquilice.

También se observa de su actitud, que el viejo policía lo va pasar bastante mal cuando llegue alguien a quien esperan, y que de los otros tres rehenes, el muchacho no les interesan lo mas mínimo, y una vez resuelto el asunto, posiblemente acaben con el, mientras que la azafata y la ejecutiva posiblemente comparta mi negro futuro.

Este pensamiento hace que afloren las lagrimas a mis ojos, hundida por la desesperanza, al no ver ninguna posibilidad de luz en el túnel, hasta que siento la mano del poli retirado sobre mi hombro, y me transmite una calidez que me tranquiliza.
Sin palabras, se hace responsable de que no nos pase nada, y aunque se que le es imposible cumplir su muda promesa, basta para infundirme esperanza donde antes no había nada.

El momento de aislamiento del horror reinante se rompe por la entrada de uno de aquellos matones, que había ido por la cena, y justo al entrar, empieza a vociferar y señalarnos, al parecer indignado de que no estemos atados y que podamos comunicarnos entre nosotros, en especial por el policía, a quien apartan violentamente para darle otra paliza.

Con la paciencia agotada hasta el punto de la locura, el muchacho se abalanza de forma suicida contra ellos, defendiéndole. No me paro a descubrir el resultado que me temo fatal, y me levanto y trato de huir con las fuerzas que da agarrarse a tu ultima oportunidad.
Se que es imposible conseguir el éxito en mi carrera, pero al menos logro alcanzar la puerta y salir a la calle. Ahora mis suelas tienen el destino de mi vida en su poder.

Nunca he sido una buena deportista...
al poco rato empiezo a resoplar...
pero no puedo ceder...
unos minutos y mis pulmones arden...
giro por entre las naves...
intento que no me vean...
perder el rastro...
les oigo chillar detrás... ...
debo correr mas...
giro y veo la luna y el río...
y una ultima fabrica...
debo esconderme...

De repente el mundo gira, y veo como si estuviera en un cine como todo cae al suelo, pero soy yo quien ha caído, y el golpe en mi costado acaba por martirizar mis doloridas costillas.

Me revuelvo desesperada, pataleando y tratando de averiguar que ha pasado, viendo a un mendigo, aparentemente borracho, y tan asustado como yo, con quien he tropezado al girar por la fabrica del río para esconderme.

Nuestros ojos se cruzan, mi desesperación con su miedo, mi terror, con su sorpresa, emociones de mundos distintos pero que nos han llevado al mismo peligro, mientras oigo como ellos llegan por ambos laterales de la fabrica.

Le grito suplicante, es mi ultima ocasión, aunque no se que puede llegar a conseguir, pero en estas situaciones, cualquier opción, por irreal que sea es abrazada como la salvación.

Agito sus hombros chillando y derramando las lagrimas que tanto tiempo he contenido. Se que no entiende lo que le digo, pero veo por su cara, que comprende la situación, quizás por mi lastimoso intento de transmitírsela, o por los disparos que llegan.

En un acto que me sorprende me empuja hacia el río al que caigo, en el momento en que aúlla de dolor, y cae al suelo, evidentemente impactado por una bala, como las que me llueven desde arriba, pero con distinta fortuna.

El choque del agua, es contradictorio, por un lado me produce un alivio al saber que aumenta la distancia con mis captores, pero también el impacto y mis costillas me producen espasmos de dolor.

Agotada intento bucear y alejarme de allí lo máximo posible, hasta que tengo que salir a la superficie, y me agarro a unos juncos de la orilla, notando como caen los últimos granos del reloj de la consciencia.

Deseando que no me encuentren me abandono por fin al reino de las sombras.



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Una vez estudiado el consultante, y conocido el problema, la tercera carta que cae a la mesa, muestra el desarrollo actual del problema, como si fuera un animal salvaje al que vieramos por una camara

Como se desarrollan los acontecimientos antes de que las decisiones cambien el tablero de juego

domingo, 8 de abril de 2007

garota de ipanema

Te escribo esta carta de despedida
para que le pongas la música que elijas,
pues el final ya se lo dictaste al destino.
Pero ya te aviso que la posdata será mi terreno,
uno que no podrás arrancarme
por mas que lo arañes
con tus uñas de gata

En aquella noche inolvidable
el sedal fue la línea de tus ojos,
con los que cosiste mi voluntad.
El anzuelo tus labios de fresa,
susurrando una canción a mi oído.
Y la imprudencia de mi maltrecho corazón
se encargo del resto

Mis ojos deslumbrados por tu luz
solo vieron la erupción del volcán
en que te convirtió tu baile,
aquella bossa nova endiablada
con la hipnotizaste a la luna.

La plateada joya del cielo nocturno
solo lograba reflejarse en tu rostro,
piel de aceituna y melena al viento,
cabalgando indómita sobre tus hombros
domando al mismo viento
en cada golpe de cadera,
con tu suave compás.

Pero los sueños son efímeros,
y pronto tu mirada giró
como una veleta furiosa,
dejándome en el camino
como una antigüedad olvidada,
buscando el siguiente objetivo.

Pero la mañana sucede a la noche
y la playa de ipanema sanó las heridas.
Dorada arena y sereno oleaje,
que trajo ilusiones de carnaval
y arcos iris disfrazados de mujer.

Hoy saludo al sol matutino
y brindo con el por los incautos
que sucumban a tu danza.
Le ofrezco esta caipirinha
a cambio de mi alma

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De la suave bossa nova de la chica de ipanema



al rabioso movimiento de la garota nacional de skank

El destino en un sorbo

Al levantar las redes desde el agua de la memoria, caen algunas personas, antiguas caras sin nombre, pero otras muchas logran destacar entre los oscuros montones que se forman.

Los recuerdos se depositan en la borda del barco que nos permite navegar por la vida y podemos filtrar los que se presentan frescos y nos arrancan una sonrisa de aquellos que añejos, amenazan con su fuerte olor a torcernos el gesto, algunos incluso con su olor a podrido, peces que abandonaron la corriente vital hace tiempo.

Estos últimos los descartamos, pero no los devolvemos al agua, sino a su propia y apartada cubeta, pues aunque desagradables, son también cruciales en la formación de quienes somos, de cómo nos comportamos.

Una nueva ola sacude nuestro barco, y el corazón tiembla, ansioso por conocer la naturaleza del oleaje. Será benévolo y amoroso, o agresivo y rencoroso.
Ambos casos dirigidos al mismo punto, donde residen las emociones y albergamos los sueños.

El continuo sube/baja de la marea mece los sueños, y tras la labor de nostalgia una vez rendido tributo al pasado, decido que son demasiados años para bebérselos en un solo café.
Me entra el hormigueo en el estomago, siento que la rueda esta lista para volver a girar y se que su giro traerá nuevas olas.

El hambre de descubrirlas me asalta, pero todo tiene su tiempo, ahora despliego la hamaca en la proa, me preparo cuidadosamente un vermut y unas aceitunas, me tumbo placidamente y espero bajo el sol y la brisa, a conocer donde me llevara la corriente.

Miro arriba, y las nubes se alejan empujadas por el mismo viento que infla las velas.
Bebo un sorbo, y sonrío.


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El caso es que yo ayer tenia intencion de escribir sobre un pescador moribundo, su srecuerdos y sus ultimos deseos.
Algo con su puntillo nostalgico, recuerdos y un pequeño puntillo sorpresa final.
Empece con las redes de pescar, pero recuerdos, como tenia previsto, pero la cosa desvario que no veais.
Y lo mas curioso es que yo veia que me iba por otro lado pero la tinta del boli tiraba por donde le daba la gana...

En fin, una vez releido, y nacida la criatura, decidi que venia tambien para aca, mientras conseguia plasmar mi idea original en otra hoja

supongo que esta cancion tuvo mucho que ver.... bueno, esta y otra que no pienso poner al menos no hoy

martes, 3 de abril de 2007

Las puertas del infierno

Mientras observo el cofre que reposa sobre la mesilla de noche, exhalo el humo del cigarrillo sobre su superficie, y observo como la lisa plata tiembla y da forma a la cerradura, hasta ahora oculta en el mundo de los sueños.
Con la llave que llevo colgada al cuello abro el cofre frío como el invierno por fuera, pero acolchado de cálido terciopelo púrpura por dentro.

La misma llave dorada sirve para abrir la cerradura de mi pecho, de donde extraigo mi corazón, palpitando acelerado por los augurios de aventura y riesgo, depositándolo cuidadosamente sobre el mullido terciopelo.

Tras cerrar el cofre, vuelve a sellarse sin dejar rastro alguno de apertura o bisagras, cual bloque macizo de gélida plata, sin ninguna clase de adorno. El único vestigio de su contenido son los latidos que aun siento a través del metal, emocionados, clamando vendetta por los ultrajes recibidos y que han alterado su ritmo parsimonioso durante siglos.

Escondo el cofre en un lugar secreto hasta para la bella mujer que me da cobijo en su casa, nunca podría encontrarlo, y aunque lo hiciera, ni sabría abrirlo ni tendría intención, pues su voluntad es mía ahora. Durante una semana llevo alimentándome a pequeños sorbos de su sangre, como ahora mismo me dispongo a hacer.

Introduzco una pequeña cerbatana de oro, terminada en una finísima aguja hueca, en su cuello, justo en la arteria principal, sorbiendo la cantidad justa de sangre para dominar su esencia y obtener fuerzas, pero sin llegar a debilitarla.
El sistema es mucho mas seguro, al no dejar incomodas marcas, que solo se precisan para marcar el terreno de caza, y permite dosificar de forma precisa la extracción.

Una vez dispuesto salgo a la noche, cruzando la niebla para salir de la ciudad en busca de la ayuda que necesito si quiero llevar a cabo mis planes de venganza.
Los pasos rítmicos despiertan los recuerdos, y la dulce Evelyn asalta mi memoria, viendo de nuevo en mi cabeza como me abandono por un advenedizo joven, al igual que antes hizo con mi hermano por mí.

La entregué la eternidad, la hice participe de milenarios secretos, y la introduje en los círculos oscuros, para que ahora ella me lo pague acostándose con ese engreído, que con apenas poco mas de dos siglos ya cree tener el mundo en su mano, tan solo por haber ascendido en la jerarquía y estar de moda en la ciudad. Ah, cuan efímeras son las modas, ya lo aprenderían algún día, pero no estoy dispuesto a esperar, y reclamo lo que se debe en justicia, aunque esta sea maldita, pues la divina me esta vedada.

Sorteando los vientos me remonto por las alturas aleteando para posarme en un tejado de familiares sensaciones. El silencio encubre mi entrada hasta llegar a la puerta de una pequeña capilla, que observo con repugnancia, y cuya entrada aparece forrada por espejos delatores.
Delante de uno de ellos, la sorpresa logra vencerme como no recordaba, cuando observo mi figura reflejada.
Pero solo es un efecto, enseguida me percato que la figura que veo se encuentra en realidad a mi espalda. Perfectamente podría atacarle antes que tuviera tiempo de pestañear, pero el enorme parecido me revela que acabo de encontrar a quien buscaba. El descendiente de mi hermano, aquel a quien hace un milenio robé el corazón de la hermosa Evelyn.

Al girarme nuestras miradas se cruzan desafiantes, no existen muchos mortales capaces de resistir la mirada de un no-muerto, pero esta claro que la rebeldía se encuentra en su sangre.

- Sucio demonio, ¿qué has venido a buscar? ¿no te basta con el legado de maldición que dejaste en esta casa?
- Por favor, veo que tienes la misma tendencia al melodrama que mi difunto hermano. Para empezar, suelta esa obsoleta espada, inútil sin un corazón que atravesar. Si he venido es para ofrecerte la oportunidad de restituir ese honor que tanto lamentáis.

Logro su atención, como sabia que sucedería, y le explico la situación, como la historia se repite encarnándose de nuevo en la traición. A fin de cuentas, su estirpe tiene la misma sed de venganza, o quizás más pues han tenido generaciones para alimentarla.

No todos los días un estudioso del vampirismo recibe el ofrecimiento de conocer la ubicación de la mítica ciudad de los vampiros, un lugar onírico, no ubicado en ningún mapa puesto que no existe en el mismo plano.
Yo seré su llave al reducto de la oscuridad, allí donde la leyenda se refugia del progreso, y el será mi llave a la destrucción de mi enemigo, un trato justo.

Establecidos los términos, pasamos a los preparativos, para los que libero mis sirvientes, aquellos que alimentaron mi ansia de sangre, y que vuelven a tomar cuerpo del soplo de mi aliento, permitiéndome descansar y almacenar fuerzas, mientras ellos le suministran el equipo necesario.

Henry, llamado como mi hermano, en deshonor de la memoria del legado familiar, puede reconocer algunos de los rostros, seguramente de los retratos que adornan las galerías de la casa, sin poder disimular el asco y la repugnancia que le provocan mis criaturas.

Una vez listos, y absorbidos mis sirvientes, salvo el que ejercerá de guía y protector en mis horas de sueño, iniciamos el viaje por olvidados senderos, imposibles de recordar, pues la magia los borra una vez recorridos, no solo de la memoria, sino de la propia existencia.

La urgencia se adueña de nuestro peregrinaje, pues solo le estará permitida la entrada al mortal durante la noche del solsticio de verano, cuando las antiguas artes arcanas tengan permiso para caminar por la tierra que ya las trata como a cuentos, pero también se desprotege.

Tras el agotador camino, por fin alcanzamos, justo a tiempo, un pantano desolado e inundado por la niebla, donde debemos continuar a pie, caminando yo delante, indicándole los pasos adecuados, tras asegurarle que una ligera desviación le provocaría un fatal desenlace.

Cuando empiezo a notar que se acelera su respiración, seguramente a punto de abandonar la misión, y pensando ingenuamente en traicionar la espalda de su guía y única esperanza, se empiezan a divisar las torres de la ciudad.

Ante nosotros se alza un espectáculo grotesco, edificios capaces de rivalizar con las inmortales capitales del mundo, que harían palidecer a Roma o Paris, pero envueltos en negrura, cubiertos de alquitrán y maleza, telarañas cruzando sus avenidas, y con el viento como único habitante.
Pues esta noche, todos los seres de la tumba que es esta urbe se hallan en el mundo mortal, festejando su eternidad.

Pero los siglos aportan prudencia y antes de aventurarse en terrenos enemigos, al igual que yo mismo hice, guardan sus corazones bajo la seguridad de la ciudad, cobijados en el interior de sus propios ataúdes. Sin guardia alguna, pero seguros de que ningún mortal puede encontrarla, a menos que este guiado por un ser sobrenatural, como precisamente es el caso.

Encontrar y destruir todos los corazones allí resguardados costaría más tiempo del que disponemos, por lo que selecciones opciones más rápidas y directas, enfocadas al propio corazón de la ciudad y amontonamos toda la madera que podemos localizar en la plaza central. Una gigantesca pira funeraria, donde calcinar las pesadillas que asolan las historias oscuras.

Finalizada la estructura, justo al tiempo de encender la tea que inicie la destrucción, y notando ya el calor del fuego en la manos, vemos aparecer una hermosa figura que atraviesa la red de telarañas. No me hace falta ver con claridad su rostro para reconocer a Evelyn. Ni tampoco a Henry, quien ya esta visiblemente turbado por su presencia, debe ser una característica familiar la debilidad ante este mujer.

Su larga melena azabache cae lacia sobre los hombros, y su vestido de múltiples capas de gasa hace que parezca levitar y contrasta con su extrema palidez y el candoroso ardor de sus ojos.

Según se va acercando, mi acompañante la tiende servilmente la antorcha, y sin duda la habría apagado dando al traste con mis planes de no haberme interpuesto entre ellos, con las fuerzas que el rencor me daba para resistir su influjo.

Su cara adopta una pose desvalida, como cuando la conocí, en contraste con sus ojos ardientes de pasión y sus manos que se extienden dispuestas a acariciar.
Pero esa sonrisa angelical, esa promesa de una cama de rosas, ya la conozco, y la ultima vez que sucumbí a ella se abrieron las puertas del infierno, y esas manos me empujaron a caer cuando acariciaba las nubes del cielo.

La pasión puede ser el motor de la vida, pero también las cadenas que aprisionan la voluntad, y por esta vez al menos, tengo a mi alcance las armas adecuadas.
Incapaz de pronunciar palabra, subyugado por su belleza, arrebato la antorcha, que chisporrotea con mi primera lágrima en tantos siglos, y corriendo la arrojo sobre la pira, que arde con velocidad sorprendente.

Las llamas se extienden ansiosas danzando por los aires, prendiendo los edificios mas cercanos, mientras el grito de la mujer que ame, desgarra mis oídos.
Puedo ver como ella libera una autentica legión de criados, la multitud de almas de sus victimas, intentado estas parar las llamas aun a costa de sus propios cuerpos, pero es imposible detener la marea con un remo y las lenguas de fuego empiezan a devorar los edificios malditos, explotando en mil direcciones, colores y alaridos cada vez que alcanzan uno de los tenebrosos corazones que en ellas se esconden.

La urgencia de la situación apremia y recojo al aturdido Henry, para huir de allí, cuando ella vuelve a presentarse ante mi, suplicando implorando ayuda y clemencia, aquella que en su día me negó, cuando olvido su amor, cegada por la conveniencia de aquel que se erigía en el mas poderoso y prometedor angel del averno.
El atractivo del poder ganó aquella infausta noche a los sentimientos, y esta noche son la ira y la venganza las triunfadoras ante el recuerdo del amor.

El dolor de apartarla mientras empieza a consumirse termina de romper las últimas añoranzas de mi alma condenada, y apenas tengo fuerzas para ver como empieza ser pasto de las llamas, que en algún lugar han logrado alcanzar su corazón.
Tan solo desearía observar como sucumbe entre dolores y preguntándose el motivo de tan cruel final, aquel que me la arrebato, seduciéndola con artes indignas y deslumbrantes brillos, en lugar de soportar a mi lado la última agonía de aquella que ahora comprende las consecuencias de sus decisiones y lo efímero del tesoro que escogió.

Temblorosos ambos logramos retornar al pantano justo cuando la ciudad misma empieza a chillar, pues no se trata de un simple enclave geográfico sino de un ser sintiente y maligno, impregnado de la esencia de quienes la habitaron.
Sus lamentos, y crujidos de maderas preceden al colapso, cuando edificios calles y la propia niebla empiezan a retorcerse y concentrarse, como si cayeran por un sumidero.
La irrealidad del lugar se desmorona, en un torbellino, haciendo temblar a la tierra que lo sostiene.

En los últimos momentos un cuerpo semicalcinado logra arrastrarse al linde de la ciudad arrojando fuera un colgante y su cadena, que reconozco al instante pese al hollín que lo recubre, pues es el que la regale en nuestros tiempos felices.
Tras este ultimo gesto, el torbellino se encoje, comprimiendo los lamentos llegados de todas partes. Las muertes de aquellos cuyos corazones se encontraban allí resguardados. Y finalmente con un estallido ensordecedor la propia ciudad estalla en un fogonazo, que hiere mis ojos y me lanza al húmedo suelo.

Los peligros del pantano han desaparecido, ahora no es mas que una extensa zona húmeda en mitad de la nada, pero el amanecer corre para intentar sorprenderme, por lo que trato de recuperar mi visión los antes posible. Al principio solo logro distinguir una tímida bruma por la rendija que logro abrir de mis ojos, pero basta para confirmar que la figura de Henry se alza ante mi.

Apartando la idea solicitarle ayuda froto mis ojos, tratando de recuperar su sensibilidad, sé muy bien que preferiría dejarme allí tirado, e incluso darme el golpe de gracia. Su hermano siempre considero que había deshonrado la familia, y transmitió esa maldición durante generaciones, con el único objetivo de destruirme, cuando la autentica maldición siempre fue renunciar a sus vidas por mis pecados, exclusivamente míos.

Y ahora por fin, uno de sus descendientes tenia la oportunidad de cerrar el legado, de acabar con la leyenda. Al despejar mi vista allí estaba él, de pies con una estaca en la mano, apuntando al lugar donde debiera estar mi corazón.

Seguramente habría sido mas fácil explicarle la situación, aunque dudo que me creyera. Tantos años de leyendas de viejas, no le permitirían creer que la autentica maldición del vampiro, el motivo de nuestra sed insaciable de sangre, radicaba en que nuestro corazón ya no formaba parte de nuestra anatomía, había cambiado de fase, desplazado a otra dimensión de la existencia, pero aun ocupando su lugar.

A nuestra especie le hicieron falta siglos para comprender que la sangre era capaz de dar el salto entre ambos reinos, el real y el maldito donde estaban nuestros corazones, pero se perdía mucho del rojo elixir en el proceso, de ahí nuestra palidez y nuestra ansia, necesitábamos la sangre de otros para sobrevivir, y el mundo no es mas que una enorme selva donde subsiste el mas fuerte.

Apartar nuestra debilidad de los riesgos, y crear la ciudad que nos refugiaba dentro del plano onírico nos permitió perdurar durante tanto tiempo, pero no era la primera vez, ni seria la ultima, que una traición revelaba su existencia y acababa con nuestro hogar. Al fin y al cabo, tendíamos a ceder con mayor facilidad a nuestros instintos y pasiones animales.

Pero ahora yo soy el ultimo, al menos que conozca, y Henry tiene la oportunidad de acabar con nuestra especie. Le miro a los ojos, desafiante, aunque por dentro desee que realmente tuviera opciones de acabar con la historia.
Pobre iluso, sus mismos ojos revelan la turbación causada por mi bella Evelyn, como aún muerta ha logrado cobrarse un nuevo corazón, al igual que se hizo con el mío aquella fría noche de Londres.

También pasan por su cabeza los cuadros de mi hermano que adornan su hogar, y ve el increíble parecido de aquel que tiene postrado ante si, así como el hecho de que mi ayuda le ha permitido acabar con ese nido demoníaco.

Sin llegar a saber muy bien por que, deja bajar la estaca, sin soltar el hilo que une nuestras miradas. Me incorporo, y libramos una extraña danza, girando mutuamente, en un desafío sin solución.

El ha decidido postergar su inútil ataque hasta otro encuentro, en pago a mis servicios, y en recuerdo a nuestro parentesco. Yo le perdono la vida, en prestación a su colaboración en mi venganza, y por que no decirlo, como compasión por haberle hecho perder su alma ante la visión de Evelyn.

Silenciosamente nos despedimos, sabiendo que la próxima vez que nos encontremos solo podrá quedar uno.



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Sirva como homenaje a Paul Féval y su libro "la ciudad vampiro", una de las historias mas delirantes que he tenido ocasion de leer.


Sonidos que pueden acompañar la lectura (al menos lo hicieron con la escritura): BonJovi, en especial el "you give love a bad name" o el "dance of death" de Iron Maiden