jueves, 3 de julio de 2008

El espejo se rompio con la marca de un colmillo



Al entrar en la casa lo primero que llamaba la atención eran los espejos.
Mucha gente tiene un espejo en el recibidor, quizás hasta uno más pequeño en algún marco, pero en aquel pequeño espacio llegué a contar 15 espejos.

Una vez dentro la pauta se repetía, con una enfermiza obsesión.
Si alguna vez habéis entrado en la casa de los espejos de la feria sabréis de que os hablo, pero ahora trasladarlo a una vivienda, intentad averiguar con cual de las imágenes habláis, y cuales son los pasillos reales, cual el sofá donde poder sentaros.

Sumadle un ambiente oscuro, persianas dignas de un bunker militar y una peste a ajo inaguantable... realmente me sorprendía que allí pudiera vivir una persona, pero la nevera se encontraba llena, así como la bolsa de la basura, aunque esta contenía alimentos apenas probados, un mordisco o dos tan solo.

Y ella se encontraba en la habitación, llorando lastimosamente y suplicando que la detuviéramos.
Llevo noches sin dormir viendo otra vez su imagen multiplicada por 100, en las paredes, en el armario, en el techo, arrodillada en la cama, y con las muñecas extendidas, implorando que acabáramos con todo.

Hoy es el juicio, por los 8 asesinatos de los últimos 2 años, todos siguiendo la misma pauta, hombres adinerados, habituales de la noche, siempre encontrados en callejones oscuros, con la camisa desabrochada, los bolsillos tan llenos como acostumbraban, y el cuello marcado por un mordisco, en el que predominaban las perforaciones de los colmillos.

En cada caso estaban invariablemente desangrados, con fuertes dosis de sedantes para que no se resistieran, y la mayor parte de la sangre solíamos encontrarla cerca, en el mismo callejón habitualmente, mezclada con vómitos, como si hubieran intentado bebérsela y la rechazaran.

La alarma social se ha ido disparando durante este tiempo, hasta que la encontramos, una joven hermosa, seguramente jugando tantas veces el papel de la presa convertida en cazador implacable.

El doctor termino anoche su informe, retrasado por tener que trabajar solo de noche, agenda apretada.
Pero era concluyente y obvio: recuerda cada detalle vividamente, es capaz de distinguir perfectamente la maldad y las consecuencias de sus actos, y cometió los asesinatos en plenas facultades de voluntad, pero sin embargo se encuentra desequilibrada en sus convicciones de si misma.

Está convencida de ser un vampiro, todavía no desarrollada por completo, por eso probaba la sangre, para saber su grado de avance, por eso tenia la casa llena de espejos, para comprobar cada mañana que todavía se reflejaba.

Si hubiera sido tratada antes de los asesinatos, seria una pobre desdichada destinada a la camisa de fuerza y a los sedantes, ahora en cambio.... se ha convertido en un monstruo peor que el que temía ser.

Según el doctor, todo encajaba, las pruebas eran obvias y abundantes, pero algo me carcomía, por eso esta tarde revise historiales hasta encontrar algo.

Hacia 2 años y medio fue tratada por el mismo psicólogo que ahora ha actuado en la investigación, y entonces la dio el alta, no cuadraba, no justo antes de que empezara a matar.... el alta la recibió una semana antes del primer crimen, y se tomó esa semana de baja en el trabajo por encontrarse mal.

Compruebo el pasado del buen doctor, sus traslados y reviso los casos abiertos de sus anteriores ciudades, encontrando casos similares hace tantos años que ya se habían olvidado de ellos.

Una frase, aparentemente fruto del azar volvió a mi mente, anoche en su ultima sesión el doctor se despidió con un detalle curioso, lamentando que la desdichada fuera tan torpe como para sedar a sus victimas, según sus palabras si hubiera estado en lo cierto y fuera una vampiro incipiente, la sangre sedada no habría terminado de despertar sus instintos y esos mismo sedantes eran el motivo de que la rechazara y vomitara.

Entonces no le di importancia, pero ahora por algún motivo todo cobraba sentido en mi cabeza, quizás esa pobre desdichada no estuviera tan loca, quizás debería comprobar si el doctor vuelve a trasladarse, por algún motivo sospecho que donde vaya se repetirán situaciones.

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