jueves, 31 de julio de 2008

El universo reducido al cañón de una pistola



Una mala noche, en un mal barrio, y con malas compañías, quizás fuera demasiado optimista pensar en un buen final.

La luz de las farolas entra por las ventanas, formando tétricas sombras de la mugre en las desnudas paredes.

Y allí estaba, viendo la cara de aquel chaval justo delante del cañón de mi 44.
Un perfecto desconocido hasta hoy, con la mirada llena de convicción y serenidad, lo bastante lejos para no poder reaccionar y lo bastante cerca para conocer el resultado final.

Sin verlo, sabía que mis pies estaban envueltos por el charco de sangre que manaba de mi compañero, tendido entre ambos, una simple mirada inicial a lo que fue su cara bastó para eliminar la necesidad de buscarle el pulso, ahora parece que hace años de aquello.

Su placa podía recitar misa en latín, no dejaba de ser un poli corrupto, y mañana hubiera sido su último día en el cuerpo, cuando entregara el dossier con las atrocidades que me había costado meses documentar.

Un expediente muy completo, extorsiones, drogas, violaciones, algunas muertes.... y todo sin levantar sospechas ni a sus propios compañeros, hasta que incluyó la pedofilia a su currículo, y el extraño que tengo delante determinó borrar su cara del mundo, literalmente.

Como policía debería detenerlo, sé que no se resistirá.
Como hermano, esposo y espero que futuro padre debería dejarlo ir, pero sé que no ha escondido su rastro, no lo pretendía, le encontrarán mañana mismo.
Como detective, sé que esconder las pruebas que le apuntan significaría la imposibilidad de destapar el dossier que descansa en mi mesa.

Librarle de la cárcel haría que enterraran a un culpable con los honores de un héroe.
Y no es que me importe mucho ese detalle, los muertos, muertos están, pero me preocupan los vivos, y el departamento se sentiría herido y ya se encargarían de buscar un cabeza de turco con el que desahogarse, fuera o no culpable de algo.

No, tampoco sería justo, y allí me encuentro en la corte suprema de un edificio abandonado, instigado por el fiscal sangre, el juez mi pistola, encañonando al acusado, cuya única defensa eran sus ojos, demasiado parecidos a los de su hermana, y yo alguacil y jurado, encerrado en una encrucijada donde ningún camino tiene salida

Trato de enfriar mi mente buscando una rendija irreal por donde salir de esta situación, y con una mano coloco el cigarro en mi boca, encendiendo el viejo mechero en un movimiento entrenado, y la luz se hace

BAAAMMMMM!!!!!!!!!


Llevo siglos rellenando papeleo, y todo por que aquel adolescente encontró al violador de su hermana, que resulto ser la hiena de mi compañero.

El chaval le quitó la pistola para obligarle a entregarse, y así estaban hasta que les encontré, y el canalla me golpeó apoderandose de mi pistola para disparar al pobre chaval en un hombro, sin dejarle más remedio que matarlo en defensa propia.....

Y esa es la única verdad que la sangre chillará.
Cualquier otra cosa que sucediera allí quedará encerrada en el cañón de una pistola, balas que nunca serán disparadas, jamás serán escuchadas.

2 comentarios:

la cónica dijo...

me recuerdas a machado, kaos

se miente más de la cuenta
por falta de fantasía
¡también la verdad se inventa!

es una frontera difusa, la que hay entre la verdad y la mentira. y no son sinónimos, verdad y justicia.

un beso

Kaos Baggins dijo...

ssssagerá, pobre machado

verdad y justicia son palabras que entraron como sinonimos al pasadizo de los espejos

pero eran de esos espejos que deforman las imagenes, y sin darse cuanta se volvieron sinonimos discordantes