lunes, 5 de enero de 2009

La noche del cazador



La luna trataba de resplandecer entre la bruma, pálida y triste por no poder contemplar más que a la niebla, sin poder disfrutar de esos pequeños locos que tanto la entretienen.

Con la humedad calando sus huesos, el lobo olfateaba el rastro, ansioso de alcanzar su presa, aquella que llevaba persiguiendo desde que se cruzara con ella en una lejana ciudad, en otra forma y otro ambiente.

Ahora se encontraba ciego al privársele la luz de la eterna joya celeste, e inútil la orientación en un paisaje reducido a poco más de medio metro, sin referencias ni distancias.

Su cacería le había llevado por media Europa, evitando toparse con nadie, y alimentándose fugazmente, obsesionado por su pelo rubio y aquellos ojos capaces de mandar un alma directa al infierno.

Por fin el suave aroma de aquella que le cautivo terminaba en la puerta de aquel hotel, quizás antaño lujoso y rodeado de flashes, pero hoy desvencijado por las bromas de la memoria.

No tenia mucho tiempo, ahora que conocía su paradero debía salir a la luna, buscar un claro en algún lugar elevado, y aullarla suplicante. El orgullosos lobo lamentaría su suerte para que la arcana dama le prestara su favor y así salir al encuentro del amor.

Cuando la joven salió de la recepción del hotel no tenia muy claro donde podría cenar en aquella desapacible noche, pero la visión de un apuesto joven en la puerta, sonriéndola como si la esperara la perturbó más de lo necesario, sin resistencia a sus ojos de depredador se rendiría sin remisión a su magnetismo, a una noche de vino y velas, sabanas ardientes y besos apasionados.

Quien sabe si a la mañana siguiente podrían volver a verse, ninguno de los dos podría mantener sus promesas de amor eterno, pero la pasión de la noche marcaría sus corazones a fuego, y en un ciclo lunar, sin importar brumas, distancias o lugares, el lobo perseguiría de nuevo a su presa, como tantas veces antes.

Desde aquella primera vez estaban encadenados, y mientras la caprichosa luna otorgará sus favores al cazador, ella aceptaría ser la presa, aunque solo hasta la cama, donde tal vez tornaran los papeles

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si encogerme de emoción o temblar de miedo :s

Kaos Baggins dijo...

al gusto, pero esos dos van a pasarselo como animales jejeje