martes, 24 de marzo de 2009

El hombre gris

Entre los sueños marcha el caminante,
vestido con un elegante traje gris,
y sombrero de ala ancha,
gris, por supuesto,
al igual que el pañuelo ,
que asoma anodino desde el bolsillo.

Sigiloso en su cosecha de anhelos
por que el no puede imaginar otra vida,
sin su gris traje, noche tras noche.

En el bolsillo de la camisa guarda los amores,
pasionales y profundos, sensuales y correspondidos.
junto al corazón es su lugar natural, pero no le dan calor.

En el bolsillo derecho de su americana
almacena pesadillas y miedos turbadores,
mientras al otro lado recolecta risas y encuentros.

Imaginaos saltar entre los sueños de los demás,
un minuto marcando el gol del mundial,
para celebrarlo abriendo los brazos en la proa del Titanic.
al minuto siguiente reviviendo la infancia,
amando apasionadamente
o huyendo de seres oscuros e innombrables.

Sobredosis de emociones, sentimientos,
hasta ser incapaz de absorber más.

Los sueños son el alimento de los dioses,
por eso reune un pedacito de cada,
para luego ofrecerselos.
Dan esperanzas a la vida más insulsa,
mundos donde refugiarse,
excepto para quien solo viva en ellos.

El hombre gris pierde la noción,
olvida su nombre, su cara y color,
enterrado entre todos sus huéspedes.

No le veras, pero pasara por tus sueños,
como una gris mota de polvo en la lente.
Sufriendo por siempre lo que muchos
considerarian una bendición,
vivir en sueños,
es es por que no se visten de gris.




El hombre gris fue una creacion de Keith Giffen para su JLI (si, un comic de superheroes convertido en un bodeville), pero siempre me llamo la atencion el personaje, y que no se le diera despues mas cancha

viernes, 20 de marzo de 2009

Besos a contraluz


Entré a la cafetería tan despistado como siempre, pero ahora en la primavera alérgica se agudiza mi condición de torpe irredento, y como no podía ser de otra manera, casi vuelco el perchero junto a la puerta, que afortunadamente se encontraba vacío, o el acelerado camarero hubiera corrido peligro.

Mientras examinaba el local en busca de una mesa donde reposar, notaba que algo me llamaba la atención.
No podía ser el que todos miraran en mi dirección con expresiones entre molestas y sorprendidas por el casi-accidente, ya me había acostumbrado hacia años, pero no lograba apartar la idea que algo fallaba al recoger el café y la porción de tarta de queso.

Ya sentado y parapetado en mi libro, esperando sostenerlo del derecho, continuaba inspeccionando el local, intrigado e impaciente.
Exasperado y a punto de refugiarme en la historia de vampiros, me fijé en la mujer de la mesa de enfrente, era ella lo que fallaba, o mejor dicho, su iluminación.

Todavía era pronto, y la luz de la calle inundaba el local, sin casi necesidad de ayuda artificial, por lo que los juegos de luces y sombras estaban muy claramente definidos en todos los objetos y rostros, claros en su parte cercana al gran ventanal, y ligeramente más oscuros del otro lado, como era lógico, y esperable en un mundo regido por la lógica.

Menos ella.

Su rostro se mostraba iluminado en el perfil cercano a la pared, mientras que de cara al exterior aparecía en un ligero velo de penumbra.
Sorprendido, reemprendí la búsqueda, sabiendo ahora al menos cual era el objetivo, ese foco de luz que provocaba el efecto, pero no había ninguna bombilla que lo justificara.
De hecho, su piel iluminada coincidía con el punto más oscuro del local.

Una sonrisa tímida me alertó de atrincherarme en las páginas y en un café que ya superaba con creces la prudencia por su temperatura.

Siendo criaturas curiosas por naturaleza, reincidí en mi pecado voyeuristico, asombrado por la anomalía de aquella figura, y la seguí cuando salió de allí, ella mirando el reloj con cara decepcionada, y yo tratando de no parecer un espía de película barata, ni destrozar algo en el camino.
Tan solo interesado en ver si se reproducía el efecto en otras condiciones.

Y si, así fue como sucedió tanto en la calle, como delante de los escaparates y en el bar donde finalmente entró para sentarse en el rincón más apartado cobijando la cara en sus manos, de forma imperceptible para el resto de la parroquia.
En cualquier situación su rostro mostraba la iluminación contraria a la que debería.

Podría alegar empatía, curiosidad o simple identificación de amargos recuerdos recientes, pero me pareció evidente que aquella mujer esperaba a alguien en la cafetería y había recibido un imprevisto plantón.
Y mientras tanto no podía apartar la mirada de aquel extraño rostro, que por momentos aumentaba su magnetismo y belleza.

Sin poder describir como pasó, una nueva mirada cruzada, evocando aquella sonrisa anterior desemboco en una animada y agradable charla, prohibiendo cualquier comentario doloroso.

La mañana amaneció orgullosa y curiosa, trasteando en nuestras sabanas para enterarse de cada íntimo detalle.
Un beso, y el inicio de las rutinas diarias me enfrentó al espejo, con ella detrás mio, ambos iluminados desde la pared contraria, pero felices a contraluz.

lunes, 16 de marzo de 2009

Cuando donde es demasiado tiempo



Camaleónico peón, correo del zar.

El coche se dirige solo al centro de la ciudad, sin que yo lo conduzca, mientras mi mente cabalga en dirección a los montes solitarios, cortando las brumas con las alas de mi corcel.

Las luces pasan como flases, tratando de dormir o despertar, ¿que diferencia hay?

Me calo la capucha, y trato de decidir, pero es difícil escoger entre la nada o la herida, extraer la espina, cuando el corazón es la vez herida y daga, y la espina la victima.

Ni esta es mi almohada, ni estos tus labios.
Y bostezo mientras trato de aprender punto de cruz con el hilo de mis destino, se lo pedí prestado a las hilanderas, cuando no sabían tejer su lugar en el tapiz... yo tampoco lo sé, y me temo que se volvió a anudar

Se me podría acusar de utilizar frases inconexas, y me declararía culpable, pero es que es lo que pasa cuando dejas enfriar un café en la mesa, que terminas mirando una chavala al pasar, y luego se te agolpan las frases, las historias, y es difícil abrir una caja en la que se guardan 20 años.

Así que mejor dejar sonar esos 20 años, y que hagan espuma al caer, mientras el tiempo aparece en los mapas y los lugares tienen las coordenadas de un reloj parado en la hora bruja.

En la plaza de los heroes, la canción revelaba que es dificil beberse 10 años en un café, pero en cambio acompañados de risas, hasta 20 años se pueden disfrutar, con un grifo de cerveza como chimenea y una guitarra eléctrica en el deposito del motor.

Eso si, cuaidado con los fuegos, que arden...