viernes, 23 de marzo de 2007

Duerme, Vuela, Rie

Duerme,
Tus ojos me hacen caer en un torbellino
del que no soy capaz de salir
tu mirada un imán, un pozo sin fondo
en el que quisiera caer

Vuela,
Pues la libertad es la sensación mayor
de donde nace la fuerza del carácter

Ríe,
tu risa el bálsamo que todo lo cura,
hasta en el momento mas oscuro
preferiría tu sombra
antes que otras luces

dos veces dos, tuve la oportunidad
de jugarme la vida en una partida
y ninguna de las dos la arriesgue,
pues no eran las cartas adecuadas,
no era la mano ganadora

Deseo que tus velas te guíen
a puerto seguro
pues me has hecho comprender
mi sendero, mis equivocaciones

ahora sé que busqué tanto tiempo
y veo los muros con que tropecé tantas veces,
ahora podré buscar la puerta

Ojala estés detrás y sino,
al menos debes saber
que será gracias a ti

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No se trata de un texto nuevo, sino de algo que escribi hace unos años (leches como pasa el tiempo, que esto fue en el 2004!)
La verdad es que se nota que no tengo ultimamente tiempo con el curro, y como esta mañana me lo he encontrado en la limpieza de ficheros del portatil, pues alla que va
relanzandolo a la red entre el knockin' on heavens door por los guns'n'roses y el I love rock and roll de los AC/DC
caña de la buena para la guitarra

martes, 20 de marzo de 2007

El Tahur (plumas y alquitran para el tahur)

Mientras se recogen las cartas de la mesa soy cuidadoso en arrojar las que me interesan, almacenando un as en mi manga, junto al que ya inició allí la velada. A fin de cuentas de poco hubiera servido mostrar el que culminaba mi escalera de color cuando ese engreído descubrió su poker, y sin usar comodines.

Que yo conozca, las estrechas mentes de los fabricantes de barajas siguen empeñándose en fabricarlas con tan solo 4 ases, y salvo que hayan cambiado las reglas durante los últimos minutos, mi jugada era ganadora sobre la suya, pero yo soy un forastero desconocido en el pueblo y mi contrincante parece haber desarrollado sus dotes como líder dentro de esta pocilga, además de las de matón. El número de mandíbulas y balas que se verían implicadas hace más conveniente la prudencia, son las leyes no escritas del oeste.

Al igual que un halcón, que da vueltas sobre su victima, hasta que ve el momento que le dará la victoria, y se abalanza mas rápido que el pensamiento. En esta ocasión es mejor descansar, hacer que la presa se confíe, y aguardar la oportunidad, que sin duda se presentará.

Continuo la partida, utilizando de forma disimulada mis dos ases, para minimizar el efecto de las perdidas, aun resultando claramente desfavorecido en el reparto de dólares sobre la mesa

Me sorprende el dominio de la ilusión por parte de mi contrincante para que nadie se percate que su pareja de ases dentro de un full contiene dos naipes iguales, uno de ellos el que yo puse en circulación y con el que no contaba, pero que ha sabido manejar con destreza.

En parte me recuerda a mi mismo hace tiempo, cuando orgulloso pensaba alzarme sobre los demás, cometiendo errores en mi falso control de la situación y cada victoria en la vida me acercaba más a la perdición de la muerte.

La vida, esa zorra melosa que te ofrece manjares y te endulza, para luego arrancártelos y en el momento de mayor dolor darte el golpe de gracia, alimentándose del dolor.
El mundo esta equivocado, y cae rodando velozmente por raíles que debieron quedar olvidados en la oscuridad, y sin embargo rigen los destinos que creemos ingenuamente cruzar con libertad.

Mientras la montaña de sus ganancias aumenta vertiginosamente, las hermosas mujeres del saloon se le arremolinan hasta que ya saciados sus bolsillos elige a una de ellas, quizás la mas hermosa, no se le puede negar el buen gusto.

Con mascara de disgusto por la aciaga velada de juego, siendo otro anónimo desplumado, me refugio en la oscuridad de la mesa mas alejada mientras apuro los sorbos de mi vaso, observando en la distancia como mi victima se relame en su aparente superioridad, pavoneándose entre criaturas inferiores.

Aprendo sus movimientos y como desconoce el concepto de mantener la guardia alta. Analizo sus puntos débiles y como destrozarle de un solo golpe, cuando siento una mirada cruzarse. Su acompañante, antes aparentemente sedienta de dinero, perversión y alcohol, ahora interrumpe el lazo de mis ojos, marcando el terreno, como un depredador defiende su presa de los carroñeros, pero este cervatillo aún no ha sido cazado, o tal vez si, y el corre sin saberlo todavía.

Incomodo, o mas bien sin ganas de jugar por la posición de la nueva ficha en el tablero, abandono la escena, a fin de cuentas ya tengo la información que buscaba, al personaje mas rico y poderoso del lugar, también el mas peligroso, y nunca derrotado, seguramente por sus artimañas.
Que esa mujer se crea vencedora no me molesta pues ni siquiera sospecha la magnitud del juego al que se enfrenta, y al final casi me debería agradecer que la libre de esa alimaña.

Espero varias horas en el sucio y maloliente callejón, escuchando la música que no cesa, guarecido en la oscuridad mientras limpio de forma minuciosa mi revolver, afinando esa precisa arma de matar. Se que no me seria necesaria para mis fines, pero el paso me ha otorgado el convencimiento de que camuflando mi existencia tras las armas mortales, y manteniendo silenciadas las leyendas, era más fácil pasar desapercibido, sin otros riesgos que los estrictamente necesarios.

Metódicamente desmonto, limpio y vuelvo a montar el tambor del arma, tratándola con la suavidad reservada a una dama amada, y susurrando historias sin final en los huecos donde alojare las frías balas.
Se acerca inexorable el amanecer, por lo que agudizo mis sentidos, evitando dejar nada a la improvisación, repasando la escena una y otra vez, como una lección de historia, por que no cabe duda del resultado.

Por fin, tras la interminable espera, la puerta posterior se abre, dando paso a mi victima en su sigilosa retirada allá donde los rayos solares no horaden su malsana faz. Tratando de no ser descubierto, es arrancado por sorpresa del suelo y golpeado contra la oscura pared, donde le sostengo del cuello.

Con una simple mirada a sus ojos, veo que ha entendido la situación, se trata de un ser diabólico, un vampiro, que habitualmente utiliza sus capacidades especiales para derrotar a todo aquel que osa hacerle frente, hipnotizando por doquier para que todos, y todas, hagan su voluntad, disfrutando su condición, supuestamente única.
Pero ahora ha encontrado la horma de su zapato, al cruzarse con un congénere, y además con uno con muy mal perder.

Sin ningún tipo de pasión, con la misma frialdad mecánica con la que limpiaba mi arma poco tiempo antes, le arranco la yugular de un bocado, privándole de la sangre robada, que impiamente hacia circular por su cuerpo.
Teniéndole temporalmente indefenso, debilitado por la perdida de su botín, recojo la estaca que había dejado preparada, y metódicamente, como quien lo ha practicado cientos de veces, perforo su corazón, viéndole consumirse rápidamente ante mis ojos, hasta que tan solo queda un montón de ceniza, que empieza a esparcirse con el viento.

No puedo permitir que nuestra especie vaya creciendo, o la gente recordara antiguas leyendas, me conviene mas ser un lobo solitario, sin nadie con quien repartir el tesoro carmesí.

Entonces reparo en su acompañante a quien al parecer se llevaba a su morada diurna, tal vez para divertirse, seguro para alimentarse. Parece que al final le he hecho un favor a esta fierecilla salvaje.

Sin ganas de mas entuertos por hoy, la gruño, mostrando mis colmillos ensangrentados, un alma corriente habría huido aterrorizada, pero ella se queda quieta, serena mirándome a los ojos.

Sin poder evitar que el desconcierto se apodere de mi rostro la interrogo con la mirada, y ella me pide acompañarme, conocer los secretos de la noche eterna.

Quizás la subestime antes, creo que podré divertirme con ella durante unos cuantos siglos. Ni siquiera se que quien de los dos ganara cuando nos cansemos, pero merecerá la pena descubrirlo.



lunes, 12 de marzo de 2007

Segunda carta sobre la mesa

Mientras vertía el contenido de su petaca en el vaso y escuchaba crepitar los hielos al contacto con el líquido, sabía que estaba cometiendo una equivocación.
No por la copa que iba a tomar, que era lo único que le permitiría dormir durante el vuelo, sino por el hecho en si de ese viaje.
Sonrió de forma automática a la camarera mientras esta le depositaba el desayuno y los catálogos de venta de cachivaches en el asiento, como si aquello fuera un vulgar zoco, aunque a bastante más altura de la habitual, como certificaban las nubes que se veían bajo ellos por la ventanilla.

La calma de su espíritu solo fue rota por la torpeza de otro pasajero al tropezar con la azafata, un chaval con los ojos visiblemente rojizos, como quien ha derramado lagrimas arrancadas desde lugares recónditos de su espíritu.
Parecía un alma atormentada y le agradó ver como una sonrisa aliviaba su gesto al reconocer a la muchacha y entablar después una conversación de apariencia amena y risueña.

Prefirió ausentarse de la realidad mientras tomaba un sorbo y recordaba los hechos que habían cambiado su vida, cuando utilizó los papeles del macabro legado de Jimmy el soplón para desenmascarar que su capitán era en realidad un infiltrado de la mafia.
Era consciente desde el primer momento que eso cambiaria su vida, como de hecho sucedió, obligándole a huir y cambiar de vida, hasta que dos días antes recibiera una misiva sellada en aquel pozo de oscura locura.

El sobre que llevaba examinando todo el vuelo estaba vacío, y el remite en blanco, la dirección mecanografiada… nada que indicara el origen o intención, salvo el sello. Cualquiera que no fuera el destinatario del mensaje, podría haberlo pasado por alto, pero no él.

Hubiera reconocido ese sello aunque estuviera ciego, lo compró hacía una eternidad para su hijo en su décimo cumpleaños, la imagen de babe ruth en pleno partido de baseball, una pequeña joya sentimental. No e trataba de ninguna joya de coleccionista en edición limitada, ni siquiera se trataba del recuerdo de algún evento especial.
Pero se lo había regalado a su pequeño en los buenos tiempos, cuando aquella pocilga no le había consumido y su vida todavía luchaba por sobresalir, antes de que cayera en el desanimo constante.

Jamás lo hubiera utilizado sin un buen motivo, por mucho que su madre se separara de el y ya hiciera siglos que no lo veía, incluso antes de su retiro. No la podía culpar, no se consideraba un hombre sociable, y aquellos años fueron un infierno, sobre todo después de la investigación de asuntos internos, cuando el asunto de aquel chaval que murió en una persecución. Aun tenía pesadillas y su mente se bloqueaba al llegar a esa parte de la memoria.

En realidad el también sintió alivio al saber que estaban mejor sin su presencia y continuo su vida, quería pensar que había logrado ser un buen policía, como parecía pensar todo el mundo, y cada centavo de ahorros lo envió durante años a su ex-mujer, tratando de expiar sus culpas.

Y ahora el pasado venia tras su sombra, agarrándole el estomago mientras el avión tomaba tierra. Para él tan solo se trataba de una escala, en la majestuosa New York, un paso previo antes de dirigirse a otro aeropuerto, que si no le fallaba la memoria o no lo habían remodelado estaría destartalado en medio de la nada, volviendo a la ciudad de la que huyó.

Pero hoy debía pasar noche allí, y no es que le hiciera mucha gracia, con lo que el empujón de un simiesco gigantón, que arrastraba a una joven muchacha rubia, mientras tiraba al suelo todo lo que se le cruzaba, termino de exasperar sus nervios, y en un acto reflejo, de esos que estaba tan acostumbrado a arrepentirse después le propino un directo en la mandíbula.

Sorprendentemente, el energúmeno cayo fulminado, quizás por que su puño aún conservara parte de su dureza, quizás por la sorpresa del repentino envite.
En cualquier caso, fue necesaria la presencia del personal de tierra para comprobar que no se hubiera hecho nada, y para aplacar su furia según se reponía.

Evidentemente, la policía local les llevó hasta sus dependencias, así como a las personas que mas cercanas en ese momento, para ver qué había ocurrido. El selecto grupo además de los implicados y la joven acompañante del gorila, incluía al triste chaval del avión, la azafata, y una mujer, posiblemente ejecutiva.

Lamentaba haberles arruinado la noche, pero siempre había seguido sus impulsos, y no parecía esta la edad para dar marcha atrás, por mas que acostumbrara a elegir caminos no deseados y que le acarreaban más problemas que satisfacciones.

Mientras pensaba en una habitación blanca y totalmente aséptica, trataba de imaginar cómo alguien, incluido si propio hijo, había logrado averiguar su paradero. Lo cual, le planteaba otro enigma, igual de irresoluble, cómo años atrás habían dado con Jimmy. Evidentemente, aquel antiguo capitán corrupto tuvo que intervenir. Pero aunque se repitiera la situación, no recordaba que ninguno del departamento conociera su destino.

Intrigado, su mente volaba ausente, lejos de allí, cuando una sonora y demoledora patada, hecho abajo la puerta, entrando tres tipos fornidos y con sus caras ocultas, que le sacaron violentamente de allí. Era evidente que se había vuelto a meter en algo gordo.
Estaba visto que su talento para meterse en líos se resistía a la jubilación placentera, pero no pudo pensar mucho más antes de quedar inconsciente por un fuerte golpe en la cabeza.



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En una de las formas de leer el tarot, al menos en el celta, se utilizan 6 cartas, las dos primeras se colocan cruzadas en el centro, significando la primera el pasado, los antecedentes

mientras que la segunda representa el presente, el problema por el que se consulta.

Las cuatro posteriores, colocadas en cruz indican los distintos aspectos del futuro y la resolucion del problema

domingo, 11 de marzo de 2007

El color de los sueños

New York, lugar mítico al que los sueños viajan sorteando nubes de algodón, deseando atiborrarse de mundo, de gente, de sus cien mil culturas. Conocía sus calles como si hubiera vivido allí siempre, y sin embargo nunca sus pies habían surcado sus venas de asfalto.

Hacia tiempo, mucho más del aconsejable que llevaba planeando este viaje, siempre junto a ella, que anhelaba conocer la cosmopolita urbe, y dejarse seducir por los neones musicales, cual betty boop de carne y hueso.

Tal vez esa visión mas alocada y comprobar como pocos de los planes coincidían, una vez en las imaginarias avenidas, le debían haber alertado, que el día y la noche se alejaban irremediablemente, y aunque ya se canso de otros muchos motivos que se lo indicaron, todavía fue para el una sorpresa su traición.

Su corazón todavía yacía aletargado en el fondo del pecho de aquella que una vez se lo robo, hacia tantos años que su vida no parecía concebible en otros parámetros, y allí estaba el, tratando de olvidar, pero logrando recordar.

Al sentarse en su asiento, comprobando el número del billete, se ubico junto a la ventanilla, reposando la frente en el cristal, siendo consciente del vacío que imperaba en el asiento de al lado, donde se hubiera sentado aquejando un viejo pero mínimo vértigo.
Un asiento huérfano de su risa y su rostro.

Era increíble como en tan poco tiempo la vida podía cambiar tanto, sueños rotos e ilusiones vertidas por el sucio inodoro.

No lograba explicarse por que hacia ese viaje, a un ciudad que por supuesto tenia atractivas, pero que no estaba entre sus prioridades para visitar, y desde luego donde todo le causaría lacerantes heridas, y sin embargo, allí estaba, sintiendo el empuje del despegue, que le aplastaba contra el asiento.

Una vez estabilizado, decidió ir al baño, despejarse con un poco de agua fría sobre la cara, y satisfacer la curiosidad natural, comprobando con que otras almas en pena compartía vuelo.

Detrás suyo, mientras subía la bolsa, pudo ver a un jubilado de mirada nostálgica, pero rostro férreo, que mientras vertía ausente el contenido de una elegante petaca en un vaso, examinaba un sobre en el que reconoció la figura de babe ruth.
Le resulto curioso, esos sellos, aunque no tenían un gran valor comercial, eran muy preciados entre los fans, y no solían utilizarse en el servicio postal.

Pero más curiosidad le produjo ese contraste entre el rostro pétreo, propio de alguien acostumbrado a domar a la vida a su antojo, y esa mirada perdida, que atravesaba sello, sobre y avión, escrutando el vacío en busca de quien sabe qué.

No cabía duda que la vida había golpeado duro y una ocasión de más sobre aquel curtido guerrero, que buscaba refugio de la impresión de esa carta en el wiskey de su petaca

Temiendo ser descubierto, avanzo por el pasillo, observando de entre la gente, como al fondo reposaba un fornido armario ropero de varios cuerpos, que llevaba su sombrero pasado de moda inclinado para taparle el rostro. Iba dormido, o eso aparentaba, pues los movimientos de su mano, jugando con los caramelos de la compañía revelaba nerviosismo mal disimulado, o tal vez impaciencia.

Junto a el dos mujeres, una de ellas joven e hipnótica pero extrañamente hermosa, pese a su palidez, con un cabello tan claro que quedaba pocas gamas por encima del albinismo.
Su juvenil exhuberancia, resaltada por su escueto traje contrastaba con la mujer que se sentaba en la ventanilla y que la ignoraba, quizás añorando tiempos pasados hace varias décadas.
Vestida elegantemente, se conservaba de forma excelente pero el tiempo inexorable empezaba a marcar su faz con la memoria del gran depredador que es la edad.

Tras empapar su rostro, logrando apartar un poco el efecto de la temprana hora, inicio el camino a su asiento entre pensamientos obscenos sobre la hermosa joven, quién sabe, quizás podría cometer alguna locura, aunque la visión del enorme dinosaurio del asiento adosado le enfrió los ánimos, por la posibilidad de que la acompañara.

Ensimismado en tales elucubraciones, no se percato de la azafata que servia el desayuno al viejo guerrero, hasta tropezar torpemente con ella. Y en ese momento, mientras que ella de forma comercialmente educada se disculpaba, con dulce acento francés, asumiendo una culpa que no era suya, un flash cruzo su cerebro, iluminando en su memoria.

La conocía, de hecho, había estado colado por sus huesos cuando ambos eran adolescentes, y ahora la volvía a ver después de tantos años.
Recordando ella también tras alguna pequeña ayuda en forma de referencias, y después de terminar con los desayunos, conversaron animadamente, e incluso le invito a Boston, donde ella iría en el siguiente vuelo.

Al parecer sus situaciones eran similares, y ambos pensaron en que les vendría bien una juerga por los viejos tiempos, a fin de cuentas, que le retenía a él en una ciudad donde solo le esperaba dolor.

Mejor seguir el rumbo que el destino le ofrecía, que por incierto que fuera, parecía mas fácil que las escarpadas montañas que habitualmente nos empeñamos en escalar.
Como quien deposita una primera carta del tarot sobre la mesa, esperando observar que le depararan el resto, de cartas y de años.


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Copiando a algunos que también indicáis lo que escucháis, os informo que por el hilo musical del avión sonaban Ella Fitzgerald & Louis Armstrong.
Concretamente la ciudad fue elegida por “Autumn in New York”


Vuelo 76 a ningún lugar

Todos Viajamos constantemente, muchas veces con la sensación de habernos perdido, y aún así seguimos avanzando en direcciones que pensamos equivocadas.
Quizás sea el temor a desplegar nuestras alas y volar lo que nos impide llegar al destino, o pasarlo de largo por no haberlo reconocido.
En cualquier caso, aquellos que nos encontramos en el viaje debemos usarlos de faros para llegar a puerto.

lunes, 5 de marzo de 2007

¿De que estan hechas las lagrimas?

La lluvia golpea rítmicamente el cristal de mi habitación hipnotizándome con su melodía y las formas que crea en el cristal: miles de ríos de lágrimas desbordados, como si leyera mi corazón.
Aunque hoy pronuncié juramento de no llorar, la música nostálgica que suena por el aire me retrae a tiempos apartados en los rincones de mi mente.

Recuerdos castigados a no ser mirados, tiempos de arrepentimiento, se tuviera razón o no.
Peor aún si se estaba en lo cierto, pues la razón se convierte en lacerante látigo que restaña sobre la carne desnuda.

¿De que están compuestas las lágrimas? Se podría buscar su composición química, pero seguro que cada uno tiene su poética formula para explicarlas.
Y también cada uno tiene el armamento para provocarlas en los demás.

¿Por qué en este camino debemos siempre escalar sobre los dolores?, condenados a tamizar la confianza, jugando apuestas perdedoras sobre la gente, sin opción a conocer las cartas, hasta ver que la mano ganadora se aleja por el aire.

Me rebelo a seguir el camino prefijado, y golpearé con furia el volante, aún a riesgo de salirme del camino. Se que no lograre escapar de los golpes que la vida reparte, pero me enfrentaré con ella cara a cara, y si quiere hacerme doblar la rodilla tendrá que golpear más duro de lo que la historia recuerda.

Decidido, abro la ventana y veo como al escampar asoma a lo lejos tímidamente el arco iris, y allí el tesoro escondido en el caldero, y pienso reclamarlo.

Quizás es que uno de los componentes de las lágrimas también sea la ilusión de algo mejor, y que aún se tengan ganas de descubrirlo.