Mostrando entradas con la etiqueta Vuelo 76 a ningún lugar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Vuelo 76 a ningún lugar. Mostrar todas las entradas

viernes, 13 de abril de 2007

Reina de lagrimas (3ª carta)

Oh! Como me duele la cabeza... ¿Por qué tiene que estar gritando todo el tiempo?
Lleva así media hora y ni siquiera soy capaz de entender que chilla, claro que los otros tipos no se quedan atrás con sus berridos.
Parece que por fin se calma un poco al enseñarle unos papeles que acaban de traer, no se que será y no parece estar muy contento, pero al menos la discusión se serena y bajan los gritos. Lo que no tengo muy claro es si la situación mejora o empeora para mi.

Ahora que parece estar todo un poco mas tranquila, vuelvo a sentir como si un punzón me atravesara el costado, donde recibí antes el golpe. Es posible que hasta tenga una costilla rota, pero no creo que le importe mucho a estos animales.

¿Cómo puede haberse torcido tanto mi vida en tan una semana?, antes pensaba que estaba perdida y sin futuro, y justo cuando parecía abrirse ante mi un camino de ilusión, todo cayó por el precipicio sin frenos.

Aquel hombre se presentó como un agente cinematográfico, y quería encontrar un ejemplo de la “elegante belleza del este de la vieja Europa”, como siempre repetía.
Tras alborotar todo el pueblo me convenció de ser la elegida por los focos y las cámaras, y yo le creí inocentemente, como quien deposita todas sus esperanzas en una antigua y absurda profecía, sin prestar atención a la voz de la razón.
Mi único anhelo era escapar de aquel pueblo donde nunca pasaba nada y me sentía encerrada.

Que ingenua debí parecerle, cuando me presente en el aeropuerto con un vestidito que me hiciera parecer sensual y en el que gaste buena parte de mis ahorros. Quería grabarme en su retina y que ninguna otra pudiera robarme mis sueños.

Pero mi pesadilla no corría peligro, justo entonces empezaba, aunque aún no lo reconocía. El monstruo había elegido.

Tras un placido vuelo, solo ensombrecido por sus modales, llegamos a la tierra de las ilusiones, al país de nunca jamás, pero un absurdo incidente detono la situación.
Mi “benefactor” tropezó con uno de los pasajeros y se desencadeno una pelea, que dio con un pequeño grupo en las oficinas de seguridad del aeropuerto.

Tampoco era nada demasiado grave, solo harían falta algunas explicaciones, pero la bestia que me acompañaba empezaba a mostrarse, insultándome sin parar, cuando todo se convirtió en un sin sentido, al entrar una serie de personajes armados, que asesinaron a varios de los policías y raptaron al grupo de seis pasajeros que allí estábamos.

La rapidez con que paso todo, y lo difícil de explicarlo, no ocultó algunos hechos que se hicieron notar en el camión donde nos llevaban. Aquel animal y los secuestradores se conocían, y discutían acaloradamente por lo que había pasado.
Empecé a temblar pensando en que me harían, por lo que traté de escapar inútilmente, tan solo logre varios puñetazos, todos en el costado, imagino que para no dejarme marcas en la cara.

Sin embargo, el curso de la discusión dejo claro que salvo mi “agente”, el resto de aquellos delincuentes en realidad querían a un señor mayor, con pinta de antiguo militar o policía por su fortaleza y gesto recio, que afrontaba sus desplantes con pose desafiante.
Creo que mi voluntad se hubiera roto por completo sin sus miradas protectoras y serenas.
En uno de los zarandeos le tiraron una vieja placa de policía ensangrentada a la cara, y el les escupió, ganándose varios golpes.




Ahora estamos apartados en un rincón de un viejo almacén, en una zona aparentemente abandonada y aunque no entiendo ni una palabra de ingles, sus gestos no me dejan lugar a dudas, he sido engañada para venir a servir como prostituta, y por sus manoseos no les importaría que empezara a ejercer ya mismo, aunque algo les parece contener, posiblemente, miedo a su jefe, pero no es que eso me tranquilice.

También se observa de su actitud, que el viejo policía lo va pasar bastante mal cuando llegue alguien a quien esperan, y que de los otros tres rehenes, el muchacho no les interesan lo mas mínimo, y una vez resuelto el asunto, posiblemente acaben con el, mientras que la azafata y la ejecutiva posiblemente comparta mi negro futuro.

Este pensamiento hace que afloren las lagrimas a mis ojos, hundida por la desesperanza, al no ver ninguna posibilidad de luz en el túnel, hasta que siento la mano del poli retirado sobre mi hombro, y me transmite una calidez que me tranquiliza.
Sin palabras, se hace responsable de que no nos pase nada, y aunque se que le es imposible cumplir su muda promesa, basta para infundirme esperanza donde antes no había nada.

El momento de aislamiento del horror reinante se rompe por la entrada de uno de aquellos matones, que había ido por la cena, y justo al entrar, empieza a vociferar y señalarnos, al parecer indignado de que no estemos atados y que podamos comunicarnos entre nosotros, en especial por el policía, a quien apartan violentamente para darle otra paliza.

Con la paciencia agotada hasta el punto de la locura, el muchacho se abalanza de forma suicida contra ellos, defendiéndole. No me paro a descubrir el resultado que me temo fatal, y me levanto y trato de huir con las fuerzas que da agarrarse a tu ultima oportunidad.
Se que es imposible conseguir el éxito en mi carrera, pero al menos logro alcanzar la puerta y salir a la calle. Ahora mis suelas tienen el destino de mi vida en su poder.

Nunca he sido una buena deportista...
al poco rato empiezo a resoplar...
pero no puedo ceder...
unos minutos y mis pulmones arden...
giro por entre las naves...
intento que no me vean...
perder el rastro...
les oigo chillar detrás... ...
debo correr mas...
giro y veo la luna y el río...
y una ultima fabrica...
debo esconderme...

De repente el mundo gira, y veo como si estuviera en un cine como todo cae al suelo, pero soy yo quien ha caído, y el golpe en mi costado acaba por martirizar mis doloridas costillas.

Me revuelvo desesperada, pataleando y tratando de averiguar que ha pasado, viendo a un mendigo, aparentemente borracho, y tan asustado como yo, con quien he tropezado al girar por la fabrica del río para esconderme.

Nuestros ojos se cruzan, mi desesperación con su miedo, mi terror, con su sorpresa, emociones de mundos distintos pero que nos han llevado al mismo peligro, mientras oigo como ellos llegan por ambos laterales de la fabrica.

Le grito suplicante, es mi ultima ocasión, aunque no se que puede llegar a conseguir, pero en estas situaciones, cualquier opción, por irreal que sea es abrazada como la salvación.

Agito sus hombros chillando y derramando las lagrimas que tanto tiempo he contenido. Se que no entiende lo que le digo, pero veo por su cara, que comprende la situación, quizás por mi lastimoso intento de transmitírsela, o por los disparos que llegan.

En un acto que me sorprende me empuja hacia el río al que caigo, en el momento en que aúlla de dolor, y cae al suelo, evidentemente impactado por una bala, como las que me llueven desde arriba, pero con distinta fortuna.

El choque del agua, es contradictorio, por un lado me produce un alivio al saber que aumenta la distancia con mis captores, pero también el impacto y mis costillas me producen espasmos de dolor.

Agotada intento bucear y alejarme de allí lo máximo posible, hasta que tengo que salir a la superficie, y me agarro a unos juncos de la orilla, notando como caen los últimos granos del reloj de la consciencia.

Deseando que no me encuentren me abandono por fin al reino de las sombras.



------------------------------------------------------------
Una vez estudiado el consultante, y conocido el problema, la tercera carta que cae a la mesa, muestra el desarrollo actual del problema, como si fuera un animal salvaje al que vieramos por una camara

Como se desarrollan los acontecimientos antes de que las decisiones cambien el tablero de juego

lunes, 12 de marzo de 2007

Segunda carta sobre la mesa

Mientras vertía el contenido de su petaca en el vaso y escuchaba crepitar los hielos al contacto con el líquido, sabía que estaba cometiendo una equivocación.
No por la copa que iba a tomar, que era lo único que le permitiría dormir durante el vuelo, sino por el hecho en si de ese viaje.
Sonrió de forma automática a la camarera mientras esta le depositaba el desayuno y los catálogos de venta de cachivaches en el asiento, como si aquello fuera un vulgar zoco, aunque a bastante más altura de la habitual, como certificaban las nubes que se veían bajo ellos por la ventanilla.

La calma de su espíritu solo fue rota por la torpeza de otro pasajero al tropezar con la azafata, un chaval con los ojos visiblemente rojizos, como quien ha derramado lagrimas arrancadas desde lugares recónditos de su espíritu.
Parecía un alma atormentada y le agradó ver como una sonrisa aliviaba su gesto al reconocer a la muchacha y entablar después una conversación de apariencia amena y risueña.

Prefirió ausentarse de la realidad mientras tomaba un sorbo y recordaba los hechos que habían cambiado su vida, cuando utilizó los papeles del macabro legado de Jimmy el soplón para desenmascarar que su capitán era en realidad un infiltrado de la mafia.
Era consciente desde el primer momento que eso cambiaria su vida, como de hecho sucedió, obligándole a huir y cambiar de vida, hasta que dos días antes recibiera una misiva sellada en aquel pozo de oscura locura.

El sobre que llevaba examinando todo el vuelo estaba vacío, y el remite en blanco, la dirección mecanografiada… nada que indicara el origen o intención, salvo el sello. Cualquiera que no fuera el destinatario del mensaje, podría haberlo pasado por alto, pero no él.

Hubiera reconocido ese sello aunque estuviera ciego, lo compró hacía una eternidad para su hijo en su décimo cumpleaños, la imagen de babe ruth en pleno partido de baseball, una pequeña joya sentimental. No e trataba de ninguna joya de coleccionista en edición limitada, ni siquiera se trataba del recuerdo de algún evento especial.
Pero se lo había regalado a su pequeño en los buenos tiempos, cuando aquella pocilga no le había consumido y su vida todavía luchaba por sobresalir, antes de que cayera en el desanimo constante.

Jamás lo hubiera utilizado sin un buen motivo, por mucho que su madre se separara de el y ya hiciera siglos que no lo veía, incluso antes de su retiro. No la podía culpar, no se consideraba un hombre sociable, y aquellos años fueron un infierno, sobre todo después de la investigación de asuntos internos, cuando el asunto de aquel chaval que murió en una persecución. Aun tenía pesadillas y su mente se bloqueaba al llegar a esa parte de la memoria.

En realidad el también sintió alivio al saber que estaban mejor sin su presencia y continuo su vida, quería pensar que había logrado ser un buen policía, como parecía pensar todo el mundo, y cada centavo de ahorros lo envió durante años a su ex-mujer, tratando de expiar sus culpas.

Y ahora el pasado venia tras su sombra, agarrándole el estomago mientras el avión tomaba tierra. Para él tan solo se trataba de una escala, en la majestuosa New York, un paso previo antes de dirigirse a otro aeropuerto, que si no le fallaba la memoria o no lo habían remodelado estaría destartalado en medio de la nada, volviendo a la ciudad de la que huyó.

Pero hoy debía pasar noche allí, y no es que le hiciera mucha gracia, con lo que el empujón de un simiesco gigantón, que arrastraba a una joven muchacha rubia, mientras tiraba al suelo todo lo que se le cruzaba, termino de exasperar sus nervios, y en un acto reflejo, de esos que estaba tan acostumbrado a arrepentirse después le propino un directo en la mandíbula.

Sorprendentemente, el energúmeno cayo fulminado, quizás por que su puño aún conservara parte de su dureza, quizás por la sorpresa del repentino envite.
En cualquier caso, fue necesaria la presencia del personal de tierra para comprobar que no se hubiera hecho nada, y para aplacar su furia según se reponía.

Evidentemente, la policía local les llevó hasta sus dependencias, así como a las personas que mas cercanas en ese momento, para ver qué había ocurrido. El selecto grupo además de los implicados y la joven acompañante del gorila, incluía al triste chaval del avión, la azafata, y una mujer, posiblemente ejecutiva.

Lamentaba haberles arruinado la noche, pero siempre había seguido sus impulsos, y no parecía esta la edad para dar marcha atrás, por mas que acostumbrara a elegir caminos no deseados y que le acarreaban más problemas que satisfacciones.

Mientras pensaba en una habitación blanca y totalmente aséptica, trataba de imaginar cómo alguien, incluido si propio hijo, había logrado averiguar su paradero. Lo cual, le planteaba otro enigma, igual de irresoluble, cómo años atrás habían dado con Jimmy. Evidentemente, aquel antiguo capitán corrupto tuvo que intervenir. Pero aunque se repitiera la situación, no recordaba que ninguno del departamento conociera su destino.

Intrigado, su mente volaba ausente, lejos de allí, cuando una sonora y demoledora patada, hecho abajo la puerta, entrando tres tipos fornidos y con sus caras ocultas, que le sacaron violentamente de allí. Era evidente que se había vuelto a meter en algo gordo.
Estaba visto que su talento para meterse en líos se resistía a la jubilación placentera, pero no pudo pensar mucho más antes de quedar inconsciente por un fuerte golpe en la cabeza.



--------------------------------------------------------------------------



En una de las formas de leer el tarot, al menos en el celta, se utilizan 6 cartas, las dos primeras se colocan cruzadas en el centro, significando la primera el pasado, los antecedentes

mientras que la segunda representa el presente, el problema por el que se consulta.

Las cuatro posteriores, colocadas en cruz indican los distintos aspectos del futuro y la resolucion del problema

domingo, 11 de marzo de 2007

El color de los sueños

New York, lugar mítico al que los sueños viajan sorteando nubes de algodón, deseando atiborrarse de mundo, de gente, de sus cien mil culturas. Conocía sus calles como si hubiera vivido allí siempre, y sin embargo nunca sus pies habían surcado sus venas de asfalto.

Hacia tiempo, mucho más del aconsejable que llevaba planeando este viaje, siempre junto a ella, que anhelaba conocer la cosmopolita urbe, y dejarse seducir por los neones musicales, cual betty boop de carne y hueso.

Tal vez esa visión mas alocada y comprobar como pocos de los planes coincidían, una vez en las imaginarias avenidas, le debían haber alertado, que el día y la noche se alejaban irremediablemente, y aunque ya se canso de otros muchos motivos que se lo indicaron, todavía fue para el una sorpresa su traición.

Su corazón todavía yacía aletargado en el fondo del pecho de aquella que una vez se lo robo, hacia tantos años que su vida no parecía concebible en otros parámetros, y allí estaba el, tratando de olvidar, pero logrando recordar.

Al sentarse en su asiento, comprobando el número del billete, se ubico junto a la ventanilla, reposando la frente en el cristal, siendo consciente del vacío que imperaba en el asiento de al lado, donde se hubiera sentado aquejando un viejo pero mínimo vértigo.
Un asiento huérfano de su risa y su rostro.

Era increíble como en tan poco tiempo la vida podía cambiar tanto, sueños rotos e ilusiones vertidas por el sucio inodoro.

No lograba explicarse por que hacia ese viaje, a un ciudad que por supuesto tenia atractivas, pero que no estaba entre sus prioridades para visitar, y desde luego donde todo le causaría lacerantes heridas, y sin embargo, allí estaba, sintiendo el empuje del despegue, que le aplastaba contra el asiento.

Una vez estabilizado, decidió ir al baño, despejarse con un poco de agua fría sobre la cara, y satisfacer la curiosidad natural, comprobando con que otras almas en pena compartía vuelo.

Detrás suyo, mientras subía la bolsa, pudo ver a un jubilado de mirada nostálgica, pero rostro férreo, que mientras vertía ausente el contenido de una elegante petaca en un vaso, examinaba un sobre en el que reconoció la figura de babe ruth.
Le resulto curioso, esos sellos, aunque no tenían un gran valor comercial, eran muy preciados entre los fans, y no solían utilizarse en el servicio postal.

Pero más curiosidad le produjo ese contraste entre el rostro pétreo, propio de alguien acostumbrado a domar a la vida a su antojo, y esa mirada perdida, que atravesaba sello, sobre y avión, escrutando el vacío en busca de quien sabe qué.

No cabía duda que la vida había golpeado duro y una ocasión de más sobre aquel curtido guerrero, que buscaba refugio de la impresión de esa carta en el wiskey de su petaca

Temiendo ser descubierto, avanzo por el pasillo, observando de entre la gente, como al fondo reposaba un fornido armario ropero de varios cuerpos, que llevaba su sombrero pasado de moda inclinado para taparle el rostro. Iba dormido, o eso aparentaba, pues los movimientos de su mano, jugando con los caramelos de la compañía revelaba nerviosismo mal disimulado, o tal vez impaciencia.

Junto a el dos mujeres, una de ellas joven e hipnótica pero extrañamente hermosa, pese a su palidez, con un cabello tan claro que quedaba pocas gamas por encima del albinismo.
Su juvenil exhuberancia, resaltada por su escueto traje contrastaba con la mujer que se sentaba en la ventanilla y que la ignoraba, quizás añorando tiempos pasados hace varias décadas.
Vestida elegantemente, se conservaba de forma excelente pero el tiempo inexorable empezaba a marcar su faz con la memoria del gran depredador que es la edad.

Tras empapar su rostro, logrando apartar un poco el efecto de la temprana hora, inicio el camino a su asiento entre pensamientos obscenos sobre la hermosa joven, quién sabe, quizás podría cometer alguna locura, aunque la visión del enorme dinosaurio del asiento adosado le enfrió los ánimos, por la posibilidad de que la acompañara.

Ensimismado en tales elucubraciones, no se percato de la azafata que servia el desayuno al viejo guerrero, hasta tropezar torpemente con ella. Y en ese momento, mientras que ella de forma comercialmente educada se disculpaba, con dulce acento francés, asumiendo una culpa que no era suya, un flash cruzo su cerebro, iluminando en su memoria.

La conocía, de hecho, había estado colado por sus huesos cuando ambos eran adolescentes, y ahora la volvía a ver después de tantos años.
Recordando ella también tras alguna pequeña ayuda en forma de referencias, y después de terminar con los desayunos, conversaron animadamente, e incluso le invito a Boston, donde ella iría en el siguiente vuelo.

Al parecer sus situaciones eran similares, y ambos pensaron en que les vendría bien una juerga por los viejos tiempos, a fin de cuentas, que le retenía a él en una ciudad donde solo le esperaba dolor.

Mejor seguir el rumbo que el destino le ofrecía, que por incierto que fuera, parecía mas fácil que las escarpadas montañas que habitualmente nos empeñamos en escalar.
Como quien deposita una primera carta del tarot sobre la mesa, esperando observar que le depararan el resto, de cartas y de años.


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Copiando a algunos que también indicáis lo que escucháis, os informo que por el hilo musical del avión sonaban Ella Fitzgerald & Louis Armstrong.
Concretamente la ciudad fue elegida por “Autumn in New York”


Vuelo 76 a ningún lugar

Todos Viajamos constantemente, muchas veces con la sensación de habernos perdido, y aún así seguimos avanzando en direcciones que pensamos equivocadas.
Quizás sea el temor a desplegar nuestras alas y volar lo que nos impide llegar al destino, o pasarlo de largo por no haberlo reconocido.
En cualquier caso, aquellos que nos encontramos en el viaje debemos usarlos de faros para llegar a puerto.