miércoles, 28 de febrero de 2007

El final de un pueblo sin nombre

Estaca en las manos, contaba los momentos que faltaban para la hora de la verdad.
Sus manos flojas y temblorosas, en la mente la firme determinación de acabar con la bestia, en el corazón el miedo al fracaso, y en su pecho el símbolo de una fe que hacia tiempo había perdido.
Explosivo cóctel de emociones y miedos, al borde del anochecer, con los últimos rayos del crepúsculo en el horizonte, aunque no los pudiera ver. Tan solo el presentimiento de la luna sobrepasaba la muralla que en su vista constituía el ataúd, maldito refugio de infamias.
Unos segundos, no dispondría de más tiempo para acabar con la bestia. Vengarse de la muerte de su familia, de la profanación de sus almas. Y de la suya propia, pues aquel ser había hundido sus razones de ser en el fango y su moral resquebrajada le lastraba a los ánimos.

Pero antes, un instante de gloria cuando lograra alzar sus puños, aferrados a la madera y hundirla en el corazón, un postrero sacrificio.

Debía ser rápido, pues solo con el último rayo se abriría la tapa del sarcófago, y el cuerpo que allí reposaba quedaría vulnerable mientras recuperaba la esencia del mal. Rápidamente recobraría las fuerzas y el sentido asegurando el fracaso.

Escucho un clic, los goznes chirriaron, levantando la pesada tapa, dejando que la luz de la luna inundara los ojos muertos. El reflejo de plata en su rostro, todavía sereno, pero a punto de ser dominado por la sed insaciable.

Al borde del abismo, levanto las manos sintiendo el fin próximo. Dejo caer el martillo del destino sobre aquel seco corazón y hundió la estaca sin remisión sobre el pecho, diciendo adiós a la existencia, mientras se sentía invadido por la oscuridad.

Dos meses antes una hermosa mujer se le había confesado, aterrorizándole por sus indignidades, pero a la vez hipnotizándole con sus ojos candentes, para después infectarle de un mal ancestral.
Dominado por la sed de sangre el mismo tuvo que contemplar impotente como sus propias manos y colmillos daban fin a su familia y a sus parroquianos, pero hoy obtenía la retribución a sus sufrimientos. Sentía como sus ojos se horrorizaban al tomar el demoníaco ser control sobre su cuerpo y descubrir el fatal desenlace, durante breves momentos que fueron eternos por el sufrimiento.

Finalmente, su rostro por fin descanso en paz, abandonado a los brazos de la muerte, pero por fin solo, sin la compañía de aquel que le había poseído.

Cuando fue descubierto su cuerpo así como el del resto de los difuntos del pueblo, nadie supo como interpretar las evidencias, pero temerosos unieron todos los cuerpos en una pira funeraria, prendiéndoles fuego y dejando que los pesados velos del olvido cayeran sobre aquel lugar sin nombre que la historia recuerde.

lunes, 26 de febrero de 2007

Perdiendo la razon en su cintura

Sus ojos eran como agujeros negros, y escaseaban las fuerzas de voluntad que después de mirarlos directamente lograban articular palabra. Famosa en toda la región por sus bailes y sensualidad. La tela justa para ocultar mostrando, para que cualquiera en su sano juicio deseara danzar en sus caderas de tintineantes adornos.

Sus finas gasas, casi transparentes, pero nunca desvelando, compradas a mercaderes que venían de la india en tortuosas caravanas, valían una fortuna, pero siempre algún alma caritativa se los donaba a cambio de un beso, un guiño de ojos y la promesa no pronunciada.

Era consciente de su poder, y con el obtenía lo que necesitaba, dando lo justo, insinuando, pero sin que nadie lograra el gran tesoro, atrayéndolos a la taberna, donde serpentearía por entre las mesas, la cerveza correría generosa y el vino embriagaría a las almas que incautas caían en sus dominios.

Sherezade, la dulce y enérgica camarera, aceptaba algún cachete, alguna mano ligera, pero si alguno intentaba propasarse, mas le valía que la guardia llegara pronto, para defender al inconsciente, que a buen seguro tendría restos de una jarra y la bandeja sobre la cabeza.

Su fama no paso desapercibida ni para el oscuro cardenal, señor a la vez de la ciudad, un ogro de brusco carácter, pero inteligente y taimado, lo suficientemente cauto para esconder su ira tras una cortina de afabilidad.
Aun así se habían extendido rumores, nunca se volvió a ver a nadie que lo agraviara. Extrañas desapariciones, tanto de personas como de riquezas, ambas cosas que no tienen tendencia a la evaporación, y su propia fortuna, habían generado una leyenda negra a su alrededor.
En una ocasión, un niño creyó reconocer el anillo de su padre, pero fue convenientemente aconsejado, que el dolor por su perdida le confundía y hacia aconsejable alejarse de los recuerdos. Aunque nunca le vieron salir de la ciudad era evidente para todos que reposaría tranquilamente en otro lugar.

Tan solo una persona había contrariado su voluntad en más de una ocasión, la bella camarera, quien podía acceder a dejarse ver bailar, pero increíblemente siempre se escabullía entre el cerco que sus guardias trataban de organizar alrededor de su danza.

Suficientes escollos para personajes menos resueltos, pero su señoría no estaba dispuesto a cejar en su empeño, y cual chiquillo malcriado que siempre había obtenido sus caprichos, recurrió a las oscuras artes que dominaba.
Haciendo honor a entes sin nombre y usando sustancias y pócimas prohibidas por cualquier clase de moral, logró secuestrar la voluntad de tan bella e indómita criatura, transformándola lentamente, hasta que tras abandonar sin motivos ni explicaciones su vida y empleo, se encontró desguarnecida de sus ataques, y a punto de claudicar y doblar la rodilla ante la puerta de un corazón podrido.

Pero entonces sobrevino el destino de cada alma humana, y en un respiro entre las brumas de la pesadilla, justo cuando ya se encontraba en la alcoba del cardenal, esperando sumisa a que su señoría terminara de acicalarse, sintió regresar por un instante su mente de tierras dolorosas, y furiosa con la vida que la había traicionado, decidió corresponderla, abandonándola al lanzarse por la ventana.

Temeroso de las reacciones que una joven tan popular muerta bajo su ventana podría causar, y para evitar perder las riendas, el cardenal ordeno a la guardia de la ciudad esconder el cuerpo, enterrarlo en la indignidad del anonimato, sin ningún tipo de honor fúnebre, y borrar todo rastro de su existencia. Tan solo sería una desaparición más, y con eso tenía experiencia en lidiar.

La ciudad entera sin excepción lloro su desaparición, pese al extraño comportamiento de sus últimos días, era una persona querida por todo el mundo. Y en especial siendo el acertado sentir popular el de llorar a una muerta, no a una desaparecida.

Sobre todo, el más afectado fue el capitán de la guardia, quien en secreto había planeado junto a Sherezade la fuga de las garras que la perseguían, para buscar refugio en sus corazones. Tan ocultas estaban sus intenciones que nadie había sospechado pero sus encuentros se habían multiplicado en los últimos tiempos, y la incipiente chispa del afecto se convirtió en un incendio voraz, dispuesto a consumirlo todo, más aun ahora que el agua que podía sofocarlo había desaparecido.

Rota el alma de Philippe, el también desapareció y durante tres noches veló entre lagrimas un pequeño montón de arena en un monte próximo. El conocía lo que debajo se guardaba, el dorado motivo que le pudo traer la felicidad y que ahora le encadenaba a la amargura.
En la soledad chilló y arañó las rocas hasta sangrar por sus dedos, hasta que la tristeza le vencía y durante cortos periodos cedía a la fatiga. En uno de estos en la tercera noche, ya desfallecido al cansancio y al hambre, una vez terminadas sus escasas provisiones, y a punto de tener que elegir entre abandonar o morir allí, soñó verla, y que le depositaba un beso en sus labios secos. Recordaba como los de ella parecían fríos y pálidos, y que le susurro que no temiera, que todo se solucionaría.

A la mañana siguiente, el joven decidió que no podría seguir ocultando a su razón los criminales excesos del déspota señor, y que huiría embarcando a la mar y buscando su suerte, quizás la muertes en tierras lejanas.
Una vez en la siguiente ciudad busco posada donde reponer fuerzas para su periplo a los infiernos, para tratar de rescatar aunque fuera el recuerdo de un amor de lo más hondo de su corazón.

Al ir a dormir, tres golpes sonaron contra su puerta.
Al abrir, el aliento quiso huir de su pecho, sus latidos pararon por un instante y su razón creyó enloquecer y caer por los abismos del sinsentido.

Delante suyo, pálida como la luna y con unos labios rojos como la sangre se encontraba ella, Sherezade.
Mas bella y melancólica que nuca, vestida con sus mejores paños árabes, y sus tintineantes abalorios, pero ni los de sus vertiginosas caderas sonaban, ni los velos de su pecho se movían por respiración alguna.
Sus manos, y su mentón mostraban sangre, como si hubiera comido carne aún viva.

Los ojos suplicantes, pedían comprensión y amor, su voz le insto a invitarla a pasar. Él debía franquearla el paso por su propia voluntad, como así le hizo saber ella.

Había roto las cadenas que la ligaban a la tierra, y cobrado venganza sobre el oscuro ser que significara su perdición y ahora le ofrecía una eternidad de noches donde disfrutar del amor que se profesaban.

Tembloroso, la tendió la mano, la permitió pasar y se fundieron en un beso, aceptando la maldición de la noche y la bendición del amor.
Cerrando la puerta al resto del mundo.



jueves, 22 de febrero de 2007

Al final del camino

Era una de esas noches, en las que sabes que cualquier sitio sería mejor que en el que te encuentras y que mejor harías en no ver lo que tus ojos te muestran

La humedad calaba hasta los huesos haciéndolos quejarse a cada movimiento y el frío hacia que el cuerpo entero temblara, por más prendas que uno colocara sobre sus hombros.

En esas condiciones poco podía empeorar la situación de un viejo policía, a 6 meses de su jubilación pero obligado a patrullar en la calle debido a la incontinencia de su lengua, la cual tenia la molesta costumbre de no soportar al nuevo capitán, un engreído criajo, apenas recién salido de la academia y sin conocimiento alguno de la vida o de la gente, que estaba dejando que el departamento se hundiera en el fango, gracias a sus galones de aula.
Su escaso tiempo de aprendizaje en el escalafón no justificaba su meteórico ascenso.

Aun así, la fatalidad es capaz de casi cualquier cosa, y de nuevo lo había logrado, por que desde luego, ver como una grúa sacaba del fondo del río el coche de Jimmy “el soplón”, no era un gran espectáculo, en especial si su cuerpo ocupaba un asiento y su cabeza otro.

No, desde luego no era una escena agradable, ni para su estomago, donde aun ardía la cena, ni para la ciudad. Quien hubiera hecho eso, no pretendía esconderlo, de hecho, apostaría su futura pensión a que había sido la misma persona que les aviso de donde ir a recogerlo.

Aunque ya no ejercía de confidente, en otros tiempos su ayuda les sirvió para cerrar muchos casos, y tras una operación estética cambió de vida, pero siempre reconocería a un amigo, y más si llevaba la foto de su antiguo rostro en el regazo

La desconfianza que generaría este acto les dejaba sin informaciones fiables sobre lo que se cocía en los bajos fondos y desde luego era inútil buscar pistas en el coche. No había suficientes manchas de sangre en la tapicería como para que el crimen se cometiera allí mismo, y el agua habría borrado cualquier tipo de huella. Sin embargo, el capitán se volvería loco, así que mejor seguir con toda la costumbre habitual o le enterrarían bajo impresos hasta que olvidara su nombre.

Sin embargo, según cumplía con la rutina, uno de esos palpitos de perro viejo le obligo a detenerse. Sabía que el capitán le haría arrepentirse y que los próximos 6 meses estaban a punto de convertirse en el mismo infierno. Pero cuando has vivido toda tu carrera confiando en el instinto es prácticamente imposible dejarlo de lado si te llama estrujándote las tripas.

Dejando que uno de los novatos se encargara de todo, condujo hasta el viejo refugio de Jimmy, antes de que sus soplos le concedieran indultos del departamento fiscal, se escondía en un antiguo almacén olvidado.
En aquellos tiempos, aquel muchacho era un proscrito tanto de un bando como de otro, y fue cuando se forjo su amistad, en aquel oscuro zulo, que solo conocían ellos dos. Nunca se lo contó a nadie, y estaba seguro que él tampoco, siempre lo llamo su escondite de emergencia.

No tenía motivos para pensarlo, pero presentía que si Jimmy conocía que estaba en problemas le habría dejado algún tipo de mensaje allí. Donde solo alguien de su confianza podría verlo.

En el camino su busca sonó repetidamente, media central debía estar buscándolo por haber desaparecido en horas de servicio. Genial, justo lo que le hacia falta para terminar de alegrarle la jubilación.

Una vez allí, el lugar seguía tan abandonado y silencioso como siempre, oscuro como la entrada del infierno. Si te dejaban allí tirado, podrían pasar años hasta ser descubierto.
Un escalofrió le recorrió la espalda al correr el portón, no solo por el estridente chirrido metálico, sino también por ver que el polvo del suelo había sido removido.
Evidentemente alguien había dejado sus huellas y después limpiado su rastro, seguramente con un montón de ramas amontonado en la puerta.

Si habían sido tan cuidadosos no servia de nada buscar un resquicio de información en esas huellas, y corrió hacia el escondite, temiendo lo que pudiera encontrar allí.

Se trataba de un cuarto de limpieza escondido, cuya puerta había sido reforzada y camuflada con la pared, para hacerla casi invisible, y que se había conectado con el sistema de ventilación para poder respirar durante prolongados periodos.

Al activar el resorte y escuchar el leve chasquido de la cerradura se percato que allí el trabajo de limpieza había sido más meticuloso, no solo en ocultación sino también en generar una pista falsa hacía las escaleras, lo que en parte le tranquilizo. Aun así, tras entrar cerro la puerta, temeroso sin saber de qué.

Una vez más no pudo más que agradecer a su instinto de viejo sabueso, ya que encima de una desnudo colchón había un gran sobre repleto de papeles y que parecía ser bastante reciente, ya que no estaba cubierto de la uniforme capa de polvo.

Cogerlo le provoco un espasmo casi sobrenatural, creciendo de estomago y cristalizando en su garganta, apunto de hacerle chillar de puro nervio, pero estrellándose contra su férrea voluntad. Sabia que lo que allí se contenía había causado ya una muerte esa noche, y no dudaba que si manejaba mal sus cartas, sería el siguiente, pero se lo debía al bueno de Jimmy. Le había prometido protegerle, que nunca le alcanzarían, y ahora tocaba responder al fracaso de su promesa.

La lectura de aquellas fotos y papeles no le ayudo a tranquilizarle, al revés, necesito tomar asiento en el vetusto colchón para recobrar el aliento.

Tan solo 6 meses más de tranquilidad y habría ido a soleadas playas donde reposar sus últimos años, un merecido retiro para dedicarse a sus hobbies, y ahora esto amenazaba su existencia, fuera cual fuera su decisión.

En aquellos papeles se encontraban las pruebas que implicaban al nuevo capitán en la trama mafiosa de la ciudad. Él había sido quien vendió a su amigo. Él estaba clavando con su suela el cuello del departamento en el pantano.

Casi deseaba olvidarlo todo y dejar pasar el tiempo, pero sabia que los fantasmas no le dejarían descansar tranquilo. Debía hacer llegar todo a la luz, protegerse haciéndolo publico para no ser el único objetivo y desaparecer lo antes posible.
No podía confiar ni en los programas de protección que habían demostrado tener puntos débiles.

Maldición, y lo peor es que después de tantos años se había quedado sin el tradicional mechero de plata del regalo de jubilación.... en fin, esta se la debía a Jimmy, y que demonios, iba a disfrutar viendo la cara del renacuajo en la tele, cuando le sorprendieran para detenerlo.

lunes, 19 de febrero de 2007

Buceando en la mirada

Durante el verano la feria recorre tantas ciudades y pueblos que me sería imposible recordar los nombres de todos los lugares donde duermo, inclusive sería difícil recordar a las personas con quienes haya pasado las noches, pero siempre recordaré las historias vividas y como por mi condición de mudo y risueño clown, todo el mundo me ha confesado sus secretos, siendo el pañuelo y el hombro silencioso de la compañía.

Tras ver cerca de la carretera una fábrica y un pueblo abandonados ha venido a mi memoria la historia de Suzanne, nuestra joven adivina.

Aunque no supiera nada de su nacimiento, su vida había empezado con nosotros, entre carromatos estrafalarios y atracciones surrealistas, desde que de niña la encontraron abandona a su suerte en un camino polvoriento, y la acogieron como si fueran su familia.

Era la única persona aparentemente "normal" entre aquella colección de seres extraños y aunque era consciente de que estaban lejos del mundo cotidiano, les quería y estaba dispuesta a defenderlos como uno más de la trouppe.

Había jugado entre elixires milagrosos, y cuchillos en llamas, no temía ni a las alturas ni a las fieras exóticas, quienes la respetaban como a una de los suyos, y sus manos se movían a tal velocidad que ningún ojo era capaz de seguirlas.
Pero no fue allí donde encontró su lugar y su forma de contribuir al colectivo, sino con un talento especial que rara vez confesaba, y es que con solo mirar a los ojos a quien tuviera delante, la bastaba para conocer sus mas íntimos deseos y temores, En sus pupilas veía desfilar escenas y caras, que al principio la aterrorizaban hasta que fue descubriendo como utilizarlas, saber en quien confiar y de quien alejarse.
También era capaz si se concentraba de llevarles a estados hipnóticos donde dominar las voluntades, pero no lo consideraba moral y desaprovechaba ese talento.

Disfrazándose para ocultar su joven edad, en el rincón más oscuro y entre símbolos esotéricos, se convirtió en la adivina de la feria. No necesitaba toda aquella parafernalia, pero los curiosos parecían sentirse mas seguros ante la voz de la experiencia de un anciana zingara, envuelta en el misterio y repartiendo cartas de complicados símbolos, que ante una joven que desnudaba sus almas con los puñales envenenados de sus ojos, además, así disimulaba el autentico alcance de su don.

Aquel había sido un día duro, como si las desgracias fueran a cebarse con aquel pueblo, maldiciéndolo y arrojándolo al infierno, y quizás ese fuera un destino mas agradable que el que les aguardaba.
En sus predicciones trataba de dulcificarlo, o nadie querría pagar por sus servicios, pero les advertía veladamente, que tuvieran cuidado con sus hijos, quienes probablemente fallecerían en la cuna, con el marido que engañaba a su mujer y planeaba matarla para cobrar el seguro, o animando a la mujer que pronto se suicidaría.
Llorando entre sesiones, se preguntaba por que a veces el mundo parecía tan oscuro e inhóspito, como podían germinar semillas de bondad en tierras tan áridas.
Aquel pequeño pueblo había sido abandonado por las industrias y se consumía lentamente mientras su población se reducía deprimida y los pocos jóvenes huían tras un futuro mas optimista.
Era quizás la última visita que les haría la feria ambulante y deseaba con todas sus fuerzas alegrarles la noche, pero solo veía muerte y desolación en sus ojos.

Unos golpes de bastón en su mesa la sacaron del ensimismamiento, un nuevo personaje
había entrado buscando el futuro, envuelto en una capa y con un sombrero de copa, ambos ajados por el tiempo y pasados de moda hacia mucho.
De forma rutinaria empezó a barajar las cartas mientras le rogaba que dejara su sombrero en la mesa, a lo que el se mostró reticente, pero finalmente accedió.

Cuando le dio la baraja a cortar, aprovecho para mirarle directamente a los ojos, y su cara palideció de forma instantánea.
El ser que tenia delante suyo mostraba una infelicidad y angustia vital como nunca antes había observado, pero no tan solo suya, sino de todos los que le rodeaban.
Por sus pupilas pasaron en un suspiro incontables escenas de desgracias de todas las eras, pudo ver la caída del imperio romano y ejércitos enfrentándose, erupciones y terremotos, desastres continuos a su alrededor.

Al devolverla los arcanos naipes no los pudo sostener y cayeron al suelo, desperdigándose por los suelos, con tan solo una carta volteada sobre el resto, la que contenía al final de todo, la muerte.

Temblando, pero sin la capacidad de hablar, se apartó hasta el limite de la tienda, sabia muy bien que por la oscuridad del rincón donde se alojaba su tienda y las telas que la cubrían nadie podía ver o intuir la escena que la sobrecogía en estos momentos.

El amargo personaje la miraba suplicante, con un hondo pesar que la caía como una losa, no se trataba de un predador, sino de una victima del juego del tiempo, un ser ajeno al tiempo y olvidado por la muerte, que había vivido mas de lo que cualquier mente era capaz de soportar.

Llorando la contó su historia, y como en tiempos antiguos realizo magia, no mediante talentos naturales como la suya, sino a través de ritos oscuros y libros ocultos. Invoco entes malditos y obtuvo la vida eterna a cambio de lo que el considero una bagatela, pero después se mostró una maldición.

"Su alma a cambio de la vida, el tiempo a cambio de la suerte ajena"
Aquellos fueron los términos del pacto que sello con sangre hace tanto.
Después descubrió que sin alma estaría condenado a vagar sin rumbo, sin apagarse jamás, pero oscureciendo a los demás, succionando la fuerza de sus almas, como un agujero negro. Allá por donde el morara, la vida palidecería y la naturaleza se rebelaría a su existencia, y tan solo la guadaña permanecería constante a su alrededor.

Estaba temblando ante tan atroces revelaciones cuando vio como se la acerco llorando por su ayuda. Había notado que sus ojos la transmitieron todo esto antes que su voz, que se encontraba ante alguien especial y no otra bruja charlatana.

Sin saber muy por que, levanto sus manos y las poso dubitativas sobre sus sienes, mirándole fijamente a los ojos, llevándole al estado de hipnosis, observando siglos pasar de forma apresurada, hasta llegar al momento que marco el destino de aquel hombre, y todos los que le rodeaban.
En ese momento, mientras firmaba con su propia sangre el pacto, recogió una supuesta daga ritual que había en los estantes y la clavo en su corazón, mientras su mente vivía en el fatídico momento.

Nada había podido dañarle durante siglos, pero aquella insignificante daga había rasgado su propia alma antes de ser entregada. Delante suyo observo como el cuerpo envejeció de forma acelerada, siendo presa del tiempo que largamente lo persiguió sin darle caza.
Antes que su mandíbula se quebrara, y recobrando por un instante la conciencia, pudo emitir una única palabra de agradecimiento, antes de derrumbarse en los suelos, convirtiéndose sus huesos en polvo, y este siendo asimilado por la tierra.

Tan solo los antiguos ropajes y el miedo quedaban de su estancia en aquella tienda, pero decidió cerrar el puesto por aquella noche, y tratar de descansar, aunque las pesadillas se lo impidieron.
A la mañana siguiente mientras me contaba la dantesca escena, tomo la firme determinación de comprender el alcance de sus dones, puestos a prueba la noche anterior, y descubrir si era posible, su origen, más enigmático si cabe tras estos sucesos.

Pero eso pertenece a una historia quizás mas complicada, y que requerirá de otra taza de café, en cuanto al pueblo, es difícil que lograra alterar su suerte después de tanto sufrimiento, pero al menos, si finalmente desaparecía, sería con la cabeza alta, y no humillado por antiguos pactos.



miércoles, 14 de febrero de 2007

Latidos

Sangre goteando, el pulso parado.
La vida que se escapó traicionera, como siempre, por la primera rendija que encontró, permitiendo la entrada a la guadaña, que ahora siega el hilo que une su alma al tapiz eterno.
Y sin embargo él intenta contraerse de nuevo, latir, en un estertor inútil, la sangre no tiene por donde correr, sus autopistas están cortadas, las arterias y venas seccionadas, y la sangre fluyendo inerte al suelo.
El frío se adueña de todo hasta retener sus últimos intentos por subsistir, ese frío que cala por sus fibras, bloqueándolo, haciéndolo hibernar en una paz tan solo rota por pequeños traqueteos y ruidos de sirenas.
Sabe que ha sido arrancado por el vil metal del pecho donde habitaba tranquilo. Una vez fuera de su hábitat qué mas da el hielo que el aire, de qué vale un corazón sin un cuerpo que alimentar, cuando pierde gota a gota su motivo de existir.
Tierra, aire, mar, elementos ajenos a el, ahora le presentan un mundo nuevo y efímero, inútil, por que el lo abandonaría rápido si no fuera por el hielo.
Sin embargo los vaivenes cesan, y de repente el frenesí, la velocidad que antes era un eco sordo al otro lado del muro de hielo ahora le posee, mientras siente como sus fibras van abandonando lentamente el letargo.
El tiempo se termina, los granos de arena caen raudos por el reloj.

Y por fin, un pecho, las manos, el metal, ahora no le dañan, le presentan nuevos conductos. ¿Será posible? ¿De verdad habrá encontrado de nuevo su hogar?

Unos latidos son suficientes para reconocer que es otro cuerpo, otra sangre, otras venas, lentamente se van conociendo, intimando, recelan uno del otro, pero saben que se necesitan, y se funden en el amor de la vida.


La operación ha sido un éxito, y el doctor por fin descansa de la enorme prueba a que le ha sometido la tensión.
Una vida fue perdida en la carretera, otra se ha salvado por su actuación.
Parece que no hay rechazos al trasplante, será necesario observarlo, pero siente que todo saldrá bien, cuando sostenía aquel corazón para depositarlo en el pecho del paciente, tenia un presentimiento, aquel corazón quería vivir, deseaba latir....

Pinceladas de realidad

Su talento le ha encumbrado a las más altas cotas del éxito.
Sus pinceles provocan por doquier los gestos de admiración entre todos aquellos que ven los trabajos surgidos de su cabeza, y la sociedad está rendida a sus pies, sin que personalidad alguna no desee alguna de sus obras para adornar las paredes de sus casas, rompiendo así el mito de que un pintor no triunfa hasta su muerte.

En su caso, el arte le reporta considerables beneficios, tanto económicos como sociales, pero no es su cuenta corriente, ni las mujeres que tiene a su alcance lo que inflama su corazón, sino la obsesión enfermiza por la pintura.
Y es que la suya ha sido siempre una dedicación en cuerpo y alma, hasta limites insospechados, hasta que los resultados rozan, sino superan la perfección.

Pero no siempre fue así, hubo tiempos en que sus cuadros eran despreciados y sus pinceles no valían mas que las acuarelas de un niño pequeño, rechazado por todos, obligándole a prostituir su arte en productos indignos.

La fortuna cambió, sonriéndole ahora y no está dispuesto a dejar que eso cambie. Cada vez trabaja más duro, tratando de mejorar los tonos y texturas, intentando que sus pinturas sonrojen a la realidad, por ser mas fieles a sus modelos que ellas mismas.

En una ocasión le preguntaron por que tan solo dibujaba retratos de mujeres anónimas, y afirmó que eso era lo que el publico pedía fervientemente, casi hipnotizados.
Y era realidad, pero también lo era que una y otra vez trataba de conseguir resultados parecidos con otras situaciones y que siempre fracasaba en la mediocridad de tiempos anteriores.

Sabia igual que ahora el motivo, y aunque intenta continuamente girar el timón, le es imposible, no ahora que ha probado las mieles del éxito.

Tras años de trabajo y sin motivo alguno que pudiera explicar el fenómeno irracional, la plasticidad de su obra empezó a capturar el alma de sus modelos, anónimas mujeres sacadas de la calle, de la pobreza anónima, y aseadas para la ocasión. Siempre había tenido predilección por la figura femenina, pero el resultado superaba en poco la media de su producción pictórica.

Una vez cobrado el dinero y desaparecidas las modelos de vuelta al río de la calle, como si fuera efecto de la magia, el cuadro iba cobrando reflejos y colores, adquiriendo realismos imposibles, hasta convertirse en las obras maestras que hoy le han hecho famoso.

La primera vez que noto el proceso le aterró pero no tardo en beneficiarse, y ascender en la escala de los autores. En una fría noche de febrero mientras salía de una famosa galería, se le abalanzo desde un callejón una decrepita anciana, al borde de la inanición y con pocas esperanzas de vida en aquel clima. Pensaba en darle una lismona cuando al hablarle reconoció la voz de su modelo de unas semanas atrás, pidiéndole explicaciones, que la había hecho, cómo la podía haber robado su juventud y su vida.

La apartó de un empujón y corrió a su casa, donde en los meses siguientes trato de seguir la pista del resto de mujeres que habían prestado su imagen. Tan solo logro rastrear a un tercio de ellas, pero el resultado ya fue escalofriante, todas muertas.

Se le heló el corazón al pensarlo, y no pudo dormir mas que breves periodos durante una semana, hasta que una mañana al levantarse vio un lienzo en blanco en el salon. No recordaba haberlo dejado allí, pero fue verlo y sentir como sus manos se movían, como su cabeza bullía de energía y su corazón se aceleraba.

Hoy posiblemente salga a la calle buscando nuevas modelos que alimenten su arte, hasta que este las consuma por completo o le busque la perdición

lunes, 12 de febrero de 2007

la meme de la 123

pues tomando ideas de otros sitios encadenados (Pily B, Bea, Irantxina) me ha parecido curioso esto

se trata de coger la pagina 123 del libro que te estes leyendo, avanzar 5 oraciones y copiar las 3 siguientes, en mi caso este es el resultado:

¡Ay, su pecho, así dice el pagaré! ¿no es así, noble juez? "lo más proximo al corazón", esas son las palabras justas

William Shakespeare
El mercader de venecia
Acto cuarto, escena primera

miércoles, 7 de febrero de 2007

Un ultimo anochecer

Golpeo el cristal sin convicción, intentando abrir la compuerta sellada herméticamente, por mucho que sé con seguridad que es imposible sin la intervención desde dentro de algún tripulante o del ordenador central.
En el interior, esos dos puntos rojos me observan fijamente, sin demostrar compasión alguna, lo cual es normal si tenemos en cuenta que no son más que los sensores ópticos del autómata de a bordo, la representación móvil de la computadora.

Pero entonces, por qué creo ver como tiembla la intensidad de la luz, por que al mirarlos, se me transmite un frío sentimiento, impregnado de soledad, decepción, pero también de ira y rencor. Podría llegar a pensar que la cercanía de una muerte segura me esta volviendo loco, si no fuera por los recuerdos recientes que se agolpan en mi cabeza, y que me demuestran que la frontera entre lo imposible y la realidad es una cortina de fina gasa, por la que es más fácil escurrirse de lo que pensamos, pero sin retorno aparente.

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Al comenzar el viaje era el encargado de operar con el gigantesco ordenador central, un prodigio de la tecnología que se encargaría de casi todas las operaciones rutinarias y de navegación, por lo que nuestras actividades se limitarían prácticamente a controlar su funcionamiento, hacer algunas reparaciones y concentrarnos en nuestros experimentos científicos, pasando los resultados a la tierra.
Por algún motivo empatizaba mejor con la inteligencia artificial que mis compañeros, pero no me preocupa, estaba acostumbrado a estas tareas, y no me llevarían demasiado tiempo, o eso pensaba yo.

La primera sorpresa fue abrir los contenedores donde se suponía iba a encontrar los materiales de mis experimentos, y ver un bonito puzzle de piezas rotas. Algún incompetente había olvidado cerrar los anclajes de seguridad, con lo que me aseguraron unas emocionantes vacaciones en el espacio sin trabajo que realizar.

El exceso de tiempo libre lo fue ocupando la computadora, con la que pasaba más horas que con el resto de la tripulación, programando rutinas y mecanizando sus tareas hasta perfeccionar todo lo mejorable. La soledad me estaba desquiciando al punto de que empecé a llamar a esa fría maquina con el nombre de una de mis exnovias del tiempo de la universidad, y mis contactos con el resto de la tripulación se fueron reduciendo, convirtiéndose en discusiones al hacerse mas difícil la convivencia con ellos.

Me fui convirtiendo en un ermitaño dentro de la estación, sin extrañarme en absoluto de que hiciera semanas que no veía a algunos de mis compañeros.

Una noche, o mejor dicho cuando pensaba que era de noche, pues ya no distinguía las horas del día, vi a uno de mis compañeros al fondo del pasillo, el mas joven de ellos. Al levantar la mano para saludarle atraje su atención y comprobé sorprendido como el horror se dibujó en su rostro, y nerviosamente giró para huir de mi.

Corriendo tras el, le pedí que parara y explicara su comportamiento, pero sus incoherentes gritos me dejaron perplejo. Pedía, mas bien suplicaba que no me acercara, no quería terminar como los otros, sino volver vivo a la tierra.

Intrigado por sus palabras y su actitud, le deje marchar y busque a los demás tripulantes, pero sorprendentemente no parecía haber nadie mas en la nave. Mi anterior indiferencia hacia ellos había anestesiado mi capacidad de relacionarme, pero ahora, la aparente certeza de una soledad repentina golpeo mis nervios, junto con el misterio que implicaban estas desapariciones en medio del espacio.

No tenia sentido, no había done ir o escapar, cómo era posible salir de allí. En medio de un ataque de pánico acudí a la computadora, ordenándole que localizara a todos los organismos vivos a bordo, pero el mapa indicaba un solitario punto en mi ubicación. Imposible, gritaba la parte racional de mi mente. Todos están muertos, susurraba mi inconsciente.

Sin embargo, acababa de cruzarme con uno de ellos, aunque solo fuera él, debía de encontrarse allí, por mucho que hubiera corrido debía estar en la nave. Mi siguiente orden a la computadora fue mas precisa, debía mostrarme la ubicación del investigador que acababa de huir de mi, y la respuesta aun más aterradora que todo lo vivido hasta ese momento.

Una imagen apareció en el terminal, con aquel desdichado muerto entre los brazos robóticos de mantenimiento. Fría maquinaria totalmente manejada por la propia computadora central. Me fui retirando, con la mirada fija en la pantalla, hasta que mi espalda golpeo contra uno de los cuerpos mecánicos que permitían a esa bestia cibernética gestionar la base. Impactado por los descubrimientos golpee estérilmente sus planchas metálicas, pidiendo explicaciones, mas al destino que a la propia maquina.

Entonces, la gélida voz de la maquina respondió, demostrando imposibles avances en su inteligencia artificial. Hablaba con la personalidad que le programé, la de mi antigua compañera, celosa patológica, comunicándome que por fin nos encontrábamos solos, que había eliminado a todos los que nos apartaban y que éramos libres al fin.

Mi mente estaba a punto de explotar por las revelaciones que no alcanzaba a comprender, pero en un arranque de furia, logre esquivarla y correr hacia la escotilla de salida, sabia que la computadora nunca me permitiría reprogramarla, así que jugué mi suerte a una carta desesperada, el panel de control manual situado en el exterior de la nave.
Nunca entendí su funcionalidad, hasta ese momento, se trataba del único interfaz con el núcleo cibernético de la nave que no estaba controlado por la inteligencia artificial y podía atacar su integridad.

Una vez fuera, en el frío espacio y tras cerrar la compuerta, vi aquel robot entrar en la cámara de expulsión y soltar de sus anclajes el cordón umbilical que me unía a la nave

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Ahora me veo apartado de cualquier esperanza de regreso, con el soporte vital suficiente para unas ultimas horas, mientras desactivo manualmente la computadora a través del panel de emergencia.
Tras completar las secuencias de apagado la nave queda a la deriva, hasta que desde la tierra descubran la falta de comunicación y suban para investigar, pero ya será tarde para mi y el resto de la tripulación.

Rodeando la nave, observo como el sol se pone, ocultándose tras la tierra, en un ultimo anochecer.

Cristalera manchada de tinta

Un diario, una pluma, tinta y mucha nostalgia
Recuerdo un cuaderno rojo, cubiertas de hule, llenas de dibujos, símbolos de aficiones, "iconos de poder".
Una hoja utilizada para un ejercicio académico, definiciones, se arranca y vuelve a estar inmaculado.
Escenas inconexas, dibujos escritos, situaciones de adolescencia irreal, hasta que un arranque irracional lo arrancó todo. Hojas rotas, olvidos voluntarios, rejas cayendo sobre los sentidos.
A veces estaría bien conservarlo, pero era una etapa que se debía quemar y sus cenizas volar libres con el viento. La memoria sigue intacta, el papel era solo un soporte.
Pasan los años, aparecen las teclas, los diarios mutan y ya no necesitan tinta o papel, el lápiz y el boli se convierten en una flecha dirigida por un ratón, siguiendo al queso-botón, y las teclas plasman los sentimientos como antes lo hiciera la mano.
El anonimato de un nombre irreal, pero tantas veces usado, se mezcla con el exhibicionismo que permite a cualquiera leer un alma.
¿Cuanto nos atrevemos a dar y a recibir?
Quizás más de lo que pensamos, los pensamientos vuelan, y mordemos la manzana.
Abro la ventana y observo el cielo gris, encapotado de amenazas de tormentas, pero el viento giró hace tiempo, los rayos ya pasaron de largo, y los truenos se convirtieron en ecos de pasados incautos.
Decido abrir la ventana, la miro y se encoge. Agarro el martillo para tirar la pared, ya colocare una ventana más grande para entornarla cuando gire el viento y sople más fuerte.
El rítmico tic tac del reloj me recuerda que el tiempo no es sino una espiral in principio no final, tan solo la energía de una batería, que bulle soltando chispas.
Me pregunto si será posible saltar entre las ondas de ese muelle, deslizarse como por un tobogán, aunque por lo pronto no veo las escaleras para volver a subir.
De momento me contentaré con construir un columpio colgado del ahora y seguir jugando.
Mientras me balanceo, veo en la estantería las copas que retiraron de la mesa, vacías, llenas o a medias, de algunas volvería a beber, pero prefiero girar la cabeza a la bodega, done reposan los vinos preferidos, aquellos que quiero cuidar y saborear.
Es curioso, un simple mordisco a una bola de nieve, un desahogo para no pensar se ha clavado en el pecho, alguien dijo al leer que había descubierto no conocer al escritor, cuando este juraría no haber puesto nada de si mismo.
Tras releerse a si mismo, emprende una nueva etapa del viaje, quizás si que haya puesto algunos espejos en los rincones de su casa y mientras observa su reflejo y aprende de el sirve una copa para todo aquel que quiera y grita:
¡pasajeros al tren!.





lunes, 5 de febrero de 2007

La noche del lobo

Apuro el café tranquilo, mientras el teléfono empieza a sonar, con una de esas manidas musiquillas estridentes. Si quieren contar algo importante mejor que esperen, así la fruta estará madura para caer del árbol y cederme las ganancias.
Cuando por fin descuelgo, noto el nerviosismo de mi interlocutor, quien atropelladamente empieza a soltar incoherencias, en realidad no le estoy prestando atención, le dejo que se atropelle y que pierda toda su energía inútilmente, al tiempo que recojo el periódico y mi abrigo, preparándome para el frío de la calle.
Una vez fuera, entre los ruidos de la vida cotidiana, cuando ya ha agotado su batería de resultados económicos, le exijo brevedad, tan solo me interesa saber algo, si han doblegado y accedido a vender.
Vuelve a insistirme sobre la obsoleta y polvorienta tradición de su familia en ese negocio, trata de apelar a mis sentimientos, como si no supiera que los latidos de mi corazón serían capaces de congelar el infierno.
Bruscamente tomo el control de la conversación y le recuerdo sus deudas, los compromisos que sus añejas costumbres le han traído y como su ruina compromete no solo a su economía, sino también a su familia y su salud, y en el sentido mas duro, pues sus acreedores no tendrán ningún aprecio por sus piernas, o su cabeza si se tercia.

Con voz entrecortada, seguramente entre lágrimas, accede a tener una cita mañana, donde firmaremos los documentos necesarios para el traspaso, entregándome su empresa junto a todas las sustanciosas deudas, muchas de ellas con peligrosos mafiosos, a cambio de la ridícula suma de un euro.

Monto en el coche mientras noto como balbucea tratando indirectamente averiguar por que alguien se interesaría en una compañía en quiebra, sin expectativas de negocio y con peligrosos acreedores entre los mas bajos fondos de la sociedad. Eso no le importa y elimino ese hilo de la conversación, ya tengo lo que quería, pero se me ocurre un pequeño premio extra que conseguir, por lo que adquiero un tono amistoso, consolándole y sugiriendo que quizás fuera mas fácil para el delegar los poderes de la firma para evitar el mal trago.

Pica el anzuelo, sin advertir nada hasta que acordamos que sea su dulce hija quien cumpla el trámite en su papel de joven ejecutiva, y asesora legal de la empresa, aunque evidentemente no son estas las funciones que espero obtener de tan bella señorita.
Antes de que recule, cierro la comunicación, conduciendo de forma salvaje por calles atestadas de tristes espíritus errantes, pusilánimes títeres, presas fáciles para un lobo hambriento.

Marco un nuevo número y anulo la reserva del restaurante para la cena de esta noche, la agitación por el negocio cerrado y la expectativa de seducción para mañana, me han abierto el apetito, pero de otra clase. Y dudo que la exuberante rubia que me acompañará en el teatro alcance hasta la cena.

En mi cara se dibuja una media sonrisa, de cazador seguro de sus opciones. Si esos mafiosos supieran mis planes no hubieran presionado tanto al carcamal, ya que el único pago que recibirán será decir adiós a las preocupaciones de este mundo, y un terreno bien comunicado bajo el mar.
Me sorprende cada vez mas que mis antepasados cometieran tantos errores para ser perseguidos y casi aniquilados. En cambio, estos nuevos tiempos ofrecen perspectivas mucho más agradables a quienes son capaces de dominar las voluntades y alimentarse de los miedos.

Con las armas del dinero, la fama y el poder, se conquistan voluntades y se obtienen corazones, que palpitan emocionados, bombeando el rojo elixir de la vida por arterias que se convierten en manjares.

Mañana, cuando la joven ejecutiva acuda a firmar el contrato y logré atraer sus ojos, no solo venderá su herencia familiar, sino también su alma, y su sangre. Me proporcionara buenos ratos, hasta que me canse del nuevo juguete y su envoltorio se seque.

Pero estoy divagando y mi mente navega a sucesos aún por ocurrir, cuando lo importante es vivir el momento. Entrego las llaves del deportivo al aparcacoches, y saludo a mi llamativa acompañante, tan descarada en su vestuario como siempre, que llama la atención de todos los presentes.
Es curioso como la sensualidad de la carne provoca un efecto casi tan hipnótico como la mirada de un vampiro, pero soy yo quien la controla a ella, pues añado el poder de la sangre al de mi mirada.
Subimos hasta el palco reservado, discreto y escondido en la parte más oscura del teatro, donde saciare mi apetito con esta anónima belleza, una pena que se perderá en la noche, con funestas consecuencias, pero así es la ley de la selva y mi estirpe continuará mientras exista la humanidad y los fantasmas de sus almas nos alimenten.

Al final, no soy más que el reflejo de sus miedos y sus comportamientos, el depredador que acompaña a toda especie, aunque debo reconocer que ellos ya se cazan bastante bien solitos, lo que me deja más tiempo para la diversión.


viernes, 2 de febrero de 2007

Rayos de luz entre la niebla V

Sesion del finde desde el jueves........

89.- sesión de sidras con la gente del curro
90.- pintxos, mi gran vicio
91.- que después de irte de cañas te dejen en la boca del tren, solo falto ponerme el sello en la frente dirección a mi casa jejejeje
92.- despertarme un viernes mas tarde de la hora, esto de las reuniones de media mañana da mucho juego :)
93.- descubrir entradas al blog desde lugares inesperados (la coste este de USA ¡¿?!)
94.- que las calles tengan banda sonora, en medio de Alcalá, sonando guantanamera
guajira guantamera
95.- mirar los postres antes de elegir el primer plato
96.- arranque de inspiración esperando que te sirvan la comida, ahora solo faltan que no se me mezclen las ideas y las notas en macedonia irreconocible.
97.- Descubrir el libro del “enano rojo” (jo, yo no sabia que había libro)
98.- hacer caso a la crónica de jitanjafora, lo he empezado ya y tiene muy buena pinta.
99.- una hamburguesa como dios manda, nada de comida rápida (a la que también soy aficionado, pero son historias distintas)
100.- imágenes de la gran vía, y hablar de sus tejados
101.- otra nueva incorporación bohemia, esto crece jejeje
102.- que las “cosas wenas” sirvan para lo que tienen que servir, y salga una sonrisa
103.- “long live the legion” vuelven a editarla, a ver si esta vez pita
104.- unas risas a costa de ir cargado de móviles.
105.- encontrarnos casi todos los boheme’s sin darnos ni cuenta
106.- El musical de Queen, we will rock you, pasarnoslo pipa en familia, y disfrutar del recuerdo de Freddie mercury
107.- Todo el teatro dando palmas como si fuera un concierto de verdad
108.- Haber acertado de pleno con el regalo de reyes a mi madre de este año. Si, las entradas del musical.
109.- Conocer a un grupillo de bloggers. La cónica, Bea, Pily B y sus amigos. Me alegro que me descubrieras esto 629, muchas gracias.
110.- Que el mundo sigue siendo un pañuelo, lo agitas un poco y sigues encontrando caminos a la gente, una ciudad como Madrid, tan llena de gente, y va a ser que nos conocemos todos de una forma u otra.
111.- Que la “desaparecida” por fuerza mayor de señales de vida. Animo con esa oposición Marie!!!!!!
112.- Victoria del fuenla, esta me la perdí, pero por buenos motivos.
113.- Un vermuth de aperitivo el domingo
114.- El peque de mi prima, aunque cuando estamos jugando tengo dudas de quien es más crio de los dos jejejeje
115.- La perla negra de Jack Sparrow, y asaltarlo a cañonazo limpio con el bajel pirata de los playmobil.
116.- Que el peque sea capaz de tener salidas para cambiarme las reglas y repeler el abordaje. No había respuesta posible para la entrada en escena del robot japonés
117.- El arroz con pajaritos, el jamón, el lomo, el salchichón, los croisants rellenos de crema....... dioooooosss como me he puesto hoy

jueves, 1 de febrero de 2007

Rayos de luz entre la niebla IV

60.- obligarme a seguir esta lista pese a mi cronico problema de inconstancia
61.- desayunos golosos
62.- practicas de jardineria en la oficina, nos esta quedadno de mona, lo que pasa es que el cacharro de cristal tiene una densidad que ni el amazonas
63.- la "pecera" para hormigas que vamos a poner en el curro, esta llena de un gel que se supone que hace las veces de tierra, agua y comida ¿? pero es que parece enteramente oraldine caducado que se haya quedado solido. nos va a quedar de mona la ofi!!!!
64.- haber encontrado en la pagina de los trastos "animales" criaderos de insectos palo, mariquitas, mariposas blancas ¡¡¡¡que alguien nos la quite!!!!!
65.- Comer con los compis de antiguos proyectos. despues de un par de copitas de vino, nos queda una sobremesa de lo mas graciosa (me van a quedar unas reuniones con los guiris esta tarde!!!!)
66.- la cara de la camarera cuando no hemos liado a pedir 8 postres distintos y 8 variedades de cafe mientras soltabamos burradas. A estado a punto de tirarnos el arroz con leche a la cabeza jejejejeje
67.- Una trampa para hormigas en la puerta de la oficina (y la cara del de seguridad).
68.- Acordarme por primera vez en años de comprar el abono transportes antes del dia uno, dos meses seguidos, estoy que me salgo, ya veremos el de marzo :)
69.- El disco de billie holliday sonando por una oreja mientras tenia a mi jefe por el telefono en la otra. Por fin he descubierto la forma de que no me hierva la sangre hablando con el.
70.- la coleccion completa de comics de superlopez, star wars, conan, groo, aliens, predator, what if.... en pdf, si 629, ya te los pasare, pero son 20GB!!!
71.- descubrir mas gente que le gusta la peli de "un gangster para un milagro"
72.- la cancion de bette davis eyes
73.- descubrir en los sobres de azucar la historia de las calles de madrid y sus alcaldes (en cuanto junte unas pocas historias te las paso piradaperdida)
Por cierto que sitio mas raro, me ponen un cacho de tortilla de pincho con el cafe, y palabra que no es carajillo
74.- ir a una calle en medio de madrid donde no han visto un sitio libre en años, y aparcar en toda la puerta
75.- ver casablanca en buena compañia
76.- una tarta de queso, de forma un poco extraña, todo hay que decirlo, pero ademas de estar buena, dio para unas risas
77.- un libro de zen, muy curioso, me he pegado una sesion de meditacion esta mañana en el tren que casi ronco y todo.
78.- cachondeo a costa del jugo de gumibayas
79.- empezar a preparar las vacaciones de verano (y estamos en febrero jajajaja)
80.- unas botellitas de sidra por que si
81.- sesion de compra compulsiva de ropa
82.- descubrir que hay peluches de dados de 4 caras ¿los habra de 10? tengo que pillarle uno a eder jejejeje
83.- nuevas ideas para las partidas de rol, que tenemos una nueva jugadora con gran potencial para unas risas :) en mi vida he visto a nadie cogerlo tan rapido, se tiene gando al master jajajaja
84.- Recuperar las ganas de actividad en el curro (si llevarais la epoca apatica que llevaba lo entenderias, no hay nada peor para un polvorilla que andar desganao)
85.- Irme de farra hasta las tantas el sabado y ser capaz de estar a la mañana siguiente en el partido de basket a las 9, como un campeon, lo malo es que el partido fue horroroso
86.- comprobar en vivo la escena de regateo mas surrealista por una flor
chino: 2 por un euro
compradora: te doy un euro por una flor
?¿?¿?¿? ehn ?¿?¿?¿
87.- Descubrir una editorial interesante en fuenlabrada, y parece que se van a dedicar los generos que me interesan jejeje
88.- Ver las bases de un concurso de comic y tener unas ganas locas de desempolvar los lapices y los rotring, ¿me acordare de como se usaban? jajaja

y los que se me estaran olvidando... nota mental: recordar apuntarlos cada dia jajajaja