12 de la noche
Me desperezo y estiro mis brazos hasta sobresalir del sofá en el que me tumbé al principio de la película. Mira que me la habían recomendado pero he sido incapaz de mantener los ojos abiertos por el cansancio acumulado. Debo recordar no cometer tantos excesos en diario que luego pago durante el fin de semana.
Apoyado sobre la barandilla de la terraza observo el negro cielo salpicado de alguna que otra estrella, tratando de despejar un poco la cabeza con el aire que ha empezado a soplar tímidamente después de un día infernal.
Parece que finalmente ha quedado una noche agradable, por lo que decido dar un paseo por el parque, una de las grandes ventajas de vivir en las afueras de la ciudad, una zona residencial, tranquila y de trafico ahora mismo inexistente.
Justo al soltar la barandilla me parece ver un resplandor en el limite de la arboleda, recortando un par de figuras, pero es tan fugaz que soy incapaz de localizarlas. Imagino que algunos vecinos habrán tenido la misma idea y estarán fumando algo. Ojala pudiera yo también, en estos momentos es cuando me arrepiento profundamente de haber dejado de fumar hace un mes, pero debo ser fuerte, o al menos eso me ordenó el medico.
El paseo por el tapiz nocturno despeja mi cabeza y camino sin rumbo absorto en cien mil banalidades, desde el partido de tenis de mañana hasta la tarea acumulada de planchado, que por mucho que lo odie, deberé utilizar ese trasto antes que venga Susana dentro de dos semanas.
Un siseo repentino, como de un reptil me despierta de la ensoñación, percatándome que estoy justo en el nacimiento de la arboleda, y el pensamiento de un pitillo inunda mi cabeza.
No quiero molestar a mis vecinos si se encontraban en algún momento intimo pero si han bajado a su mascota no creo que interrumpa nada importante.
Esa manía de adoptar ahora lagartos, iguanas y bichos similares como mascotas es algo que no termino de comprender.
Me interno en los árboles tratando de localizarles pero no se repite ningún indicio de su presencia. Cuando estoy a punto de volverme y desistir escucho de nuevo el siseo inconfundible junto con unos susurros.
Acercándome a ellos, distingo al fin dos figuras, pero no al animal. Lo extraño es que parecen abrigados, como si llevaran algún tipo de capa encima.
Si irrumpo en la escena les daré un susto de muerte, así que decido anunciarme saludando a distancia mientras me aproximo, pero no surte el efecto deseado ya que ambos se sobresaltan. Una de las figuras adopta posición defensiva mientras la otra se esconde detrás.
Trato de tranquilizarles, pero ahora que estoy ya casi al lado el que empieza a estar inquieto soy yo.
Ambos llevan una especie de túnicas oscuras, tremendamente abultadas en la espalda, supongo que por mochilas y con sus rostros cubiertos por grandes capuchas, aunque de la segunda, que parece ser una mujer, caen largos mechones rubios.
Él lleva los antebrazos vendados hasta el codo con cintas negras y lo mas peculiar es que ambos parecen ir descalzos, tan solo con más vendas negras cubriendo sus pies.
Me empiezo a preguntar si realmente son vecinos cuando él me ordena rudamente que me acerque lentamente, con un siseo en su voz, como el que escuché antes.
Decido hacerle caso mas por miedo que otra cosa, por que la situación me empieza a sobrepasar, sospecho que puedo haber pillado a algún camello con su cliente y quizás lo mejor sea apaciguarlo, dejarle claro que no soy policía y convencerle después que me permita desaparecer discretamente.
Ya casi al lado suyo veo que tiene toda la piel visible tatuada con símbolos y de color rojizo, lo cual aumenta mi nivel de acojone. Como pertenezca a alguna banda o vaya colocado la puedo haber liado buena.
Para mi tranquilidad ella posa suavemente una mano blanca como la leche en su hombro pidiéndole tranquilidad con una voz tan dulce como si un coro de violines la acompañara.
Podría dormirme escuchándola y casi olvido la pose amenazante de su compañero, hasta que la abandona, convencido por ella, cambiándola por un gesto mas vigilante como el de un agente de seguridad, pero imponente por el tamaño que ahora percibo de sus músculos y una altura que me sorprende.
Aun emite otro siseo de serpiente indicándome que tenga cuidado, que esta dispuesto a lanzarse sobre mi en cualquier momento.
Ella le hace callar suavemente y se me acerca descubriendo su cara. Un rostro capaz de hacerme perder la cordura por su serena belleza, mayor que la de cualquier top model, y de una fragilidad tal que de miedo respirar fuerte por si se deshace con un suspiro.
Su compañero la advierte que tenga cuidado, y creo ver dos puntos brillantes en la oscuridad de su capucha, pero ella le hace un gesto de calma y le asegura que no soy peligroso.
Menos mal que parece que la tengo de mi lado, aunque para demostrárselo me empieza a hacer una serie de peguntas que no logro comprender, algunas en otro idioma que no identifico, y las que hace en cristiano sobre si pertenezco a un montón de grupos que desconozco.
Mi perplejidad parece despejar todas las dudas que les quedaran, así que empiezo a insistir en que debería irme y dejarles tranquilos que siguieran con lo que estuvieran, pero al iniciar el movimiento de alejamiento, él posa su mano en mi hombro, y siento una leve quemadura a través de la camiseta.
Me repliego observando mi hombro preocupado, ha quedado una marca de un símbolo extraño, y les miro asustado, pero de nuevo ella se acerca tranquilizándome, hasta dejarme en un estado casi hipnótico.
Cuando ya soy casi incapaz de moverme, o incluso de recordar que hago allí, empieza a decirme que lo siente en el fondo de su alma, pero que los amores prohibidos deben ser protegidos, y que aunque ellos no van a hacerme nada malo seria mejor que no hablara a nadie de esta noche, que ni siquiera pensara en lo ocurrido.
Según me dice, las nubes escuchan, las estrellas observan, y las mentes intranquilas llaman la atención.
Trato de hacerla ver que no entiendo nada de lo que me habla, pero ella cierra mi boca con un dedo que me provoca una explosión de sensualidad y deposita algo en mi mano.
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Ohhhhh! ¿qué hora es? Las 12 del mediodía, mis amigos estarán odiándome por no ir al tenis.
Hacia tiempo que no dormía tanto, maldito calor veraniego. El caso es que tengo recuerdos extraños, creo que esta noche Morfeo me ha llevado por sueños de lo mas extraño.
Giro sobre mi hombro derecho para levantarme y siento un pinchazo de dolor. Al observarlo me quedo lívido, tengo un pequeño símbolo tatuado, casi como si fuera una letra china, pero por algún motivo que no comprendo se que no hay leguaje en la tierra que incluya ese signo.
Miro la mesilla y veo una pluma radiante que casi me ciega.
Las dudas me asaltan, quizás no todo lo que recuerdo fuera un sueño, tal vez los dos amantes encapuchados fueran reales, pero eso no me explica quienes eran, o tal vez la pregunta exacta sería “qué eran”
En cualquier caso, recuerdo perfectamente sus palabras, grabadas en mi mente a fuego, “los amores prohibidos deben ser protegidos”.
imperdonable que haya tardado tanto en poner nada por aqui cuando si tenia cosas escritas preparadas para subir
2 comentarios:
Me pareció escuchar una musiquilla de peli de miedo según se acercaba el protagonista a los encapuchados... Has traspasado los límites que la dulce voz te marcó: ¡has contado la historia!
Los amores deben no ser prohibidos. Aunque a veces, lo son. Pensé que no necesitaban ser protegidos. Pensé que eran fuertes. Inexpugnables. Qué sé yo.
Besos
los amores deberian ser fuertes para no necesitar proteccion...
pero tambien estan los amores prohibidos, los que no deberian existir, aquellos negados por familias, apartados por la sociedad o por cualquier poder o ente, incluida la propia mente.... esos si necesitan proteccion
como unos romeo y julieta, esta angel y este diablo deberan amarse a escondidas de cielo e infierno
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