miércoles, 20 de febrero de 2008

Primera sangre




Mientras juego con la aceituna del martini soy consciente de ser el centro de todas las miradas del bar.
No es para menos si tenemos en cuenta el escote que muestra mi camisa, ya abierta de por si, una vez desabroché otro botón más, y con la americana en la silla de al lado.
Si a eso le sumas la raja interminable de la falda, que sabiamente usada puede mostrar toda la hipnótica pierna que quiera, y la sensación de morbo que le provoca a muchos hombres una mujer trajeada elegantemente pero que además demuestra su sexualidad, el cóctel es desde luego explosivo.

Al fin y al cabo es el efecto que pretendía lograr, para quitarme de la cabeza el juicio de esta mañana.

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El juez se retiraba a su despacho, con el revuelo de murmullos y algún que otro grito empezando a inundar el ambiente, con los periodistas tratando de acceder y el repugnante animal de mi defendido farfullando su agradecimiento por haber salido indemne de sus tropelías.

Ese fue el momento que escogió el muy sádico para con la mejor de sus sonrisas acercarse a mi oído y susurrar cuando todos pensaban que me agradecía los servicios prestados.

Confesó en breves segundos todas las atrocidades de las que le acusaban y alguna más que no habían descubierto aun la policía, y por si fuera poco para turbar una mente cabal, amenaza con que le gustaría practicarlas también conmigo.

No voy a decir que no me lo sospechara de el, pero los datos que aportó eran consistentes, como su coartada y el resto de su versión, no había por donde pillarle y no supuso para mi ningún reto el lograr su absolución, por mas que algo dentro de mi me impulsara a pensar en el como culpable.

Tuve que esperar a que la sala se quedara vacía para poder recoger mis papeles y salir de allí, con la mente todavía repitiendo aquellos instantes reveladores una y otra vez.

No seria ni la primera ni la ultima vez que una alimaña se servia de los abogados para escapar de sus acciones, aunque estos desconocieran en realidad a quien salvaban.

Ensimismada no advertí que alguien había decidido al fin acercarse y tan solo el vaso al lado de mi copa me despejo para girar la cabeza a la figura de un hombre que se había sentado a mi lado y debía llevar un rato hablando.

Se trataba de él, el asqueroso que me había usado para que la justicia olvidara como violó y mató a aquella muchacha, y ahora se jactaba en mi cara de lo bien que le estaba sentando la juega de esta noche.

Su aliento me removía el estomago, y sus palabras trataban de intimidarme, soltando obscenidades sobre mi cuerpo, y lo que le gustaban mis piernas y desearía mostrarme su gratitud en privado.

El buscaba acercarse y enroscarse a mis labios, mientras yo dejaba ver mi asco, pero sin alejarlo....
al fin y al cabo era parte del plan, la red que lo conduciría como una mosca a las fauces de la araña... literalmente.

Tras unos momentos de convincente disputa fui cediendo terreno, dejándome acorralar, y que sintiera cerca su victoria, hasta permitirle llevarme a los aseos, donde el conocía demasiado bien un pequeño cuarto, destinado a la limpieza, pero donde seguro que ya habría llevado a cabo sus planes otras veces.

Una vez allí, con sus manos tratando de invadirme, y su lengua recorriendo mi hombro, destapé la trampa.

Tengo dudas de hasta que punto comprendió lo que sucedió después, de cómo el había creado aquello, pero si que lo sintió y fue consciente hasta el final.
Oh si, debía serlo, para que la venganza quedara saciada.

Su cuerpo se tensó al sentir mis colmillos en su cuello, presionando mas de lo que antes hubiera hecho cualquier otra de sus amantes, y se empezó a revolver cuando rasgué la fina piel para clavarlos en su yugular.

Su sangre manaba cálida, pero debía alimentarme con lentitud, que conociera el sufrimiento y se le quedara grabado.

En los últimos sorbos, ya indefenso, descanse para mirarle a los ojos vidriosos, susurrándole el agradecimiento por su confesión en el juzgado, por la libertad que otorgó para vengarme, antes de ultimo mordisco, en el que le arranque la carne.

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Después del juicio, pase toda la tarde en la iglesia, buscando un sentido a todo lo que había pasado, no podía entender como todo en lo que creía se había desmoronado con tanta facilidad, dejando camino despejado a los demonios.

Me dormí agotada, hasta que mismo párroco se marchó.
Engañada y abandonada sentí la furia abriéndose paso, y en pleno acceso de rabia arremetí contra todo lo que tenia por delante, no solo los bancos, la cruz... sino con mi propia alma, maldiciéndolo todo y deseando imposibles mientras dejaba mis uñas arañando el cuerpo clavado en la cruz hasta que la sangre confundió mi vista.

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Me saca de mi ensoñación el camarero al preguntarme si quiero algo más, ni siquiera me he dado cuenta que terminé el martín, pero puedo ver como el también aprovecha para fisgar por mi escote.
Ya veremos que cara se le queda cuando descubra el “regalo” en el cuarto de limpieza.

No tengo muy claro que sucedió esta tarde en la iglesia, ni tan siquiera en el cuarto hace un rato, pero si sé que se ha cumplido venganza, y ahora estoy tranquila.

Dejo que puedan dar un ultimo vistazo al levantarme, que disfruten de un panorama que no cataran, y me marcho a mi apartamento.

Seguramente vuelva a defender rufianes, pero ahora al menos estoy segura que aquellos que escapen en los juzgados serán presas de otro tipo de justicia, y que mejor manera de que se confíen que cuando piensen que están a salvo.


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Penultimo descubrimiento musical
Infernal, un duo de musica dance desde dinamarca
ahora intentad hacer pesas al ritmo de esta musica, y sabreis lo jodido que es en una clase del gimnasio jejejejejeje

1 comentario:

la cónica dijo...

Está muy bien que las vampiresas o vampiras tarden en sacar los colmillos en los relatos. No me lo esperaba, en tu casa y no me lo esperaba. Sexy, justiciera, abogada e inmortal. Cóctel explosivo...

Un beso