Götterdämmerung

Pocos ojos serían capaces de contemplar un panorama tan desolador como el que en estos momentos presentaba la llanura de Vigrid, al menos no sin derretirse en lagrimas.

Tales eran las huellas de una batalla tan cruenta como sin sentido, con el único objetivo de la carnicería.
Y es que todos los guerreros pueden parecerse, siempre preferirán perecer con su arma en las manos y proclamando al viento su valor en alaridos agonizantes, pero el espectáculo no difería mucho de una batalla a otra, al final siempre se convertían en festines para las aves carroñeras.

Caminando por entre los despojos y charcos de sangre, encuentra numerosos rostros conocidos, a quienes desearía poder haber ayudado, pero hay reglas, siempre las ha habido...

Asqueada por los olores putrefactos tantea con el pie el cuerpo de un lobo gigantesco, imponente pese a su inmovilidad, y cuyas desencajadas fauces resplandecen con las llamas que incendiaron la rabia del mundo.

De sus colmillos cuelgan jirones de carne todavía fresca, de valientes guerreros, pero sobre todo del padre de muchos de los presentes, aquel que fue capaz de domar voluntades, y al que prometió este postrero homenaje, sabiendo que de el encontraría menos que de ninguno.
El también lo sabia, había sido capaz de sacrificar uno de sus ojos por el conocimiento, y aun así no flaqueo hasta el final.

Junto al cuerpo del lobo, el hijo vengador, cuyas lagrimas fueron mas fuertes que las malditas fauces, pero no lo bastante para evitar su propia muerte.

Cuantas enseñas rasgadas, cuantos pendones en sus mástiles teñidos de carmesí. Y al final ¿para que? Si todo era inevitable.

La escena entera es rodeada por la serpiente de mil colores, capaz de infectar las raíces del mundo, cuyo veneno también se cobró la sangre de los truenos, pese a que el señor de la tormenta, en un ultimo estertor extrajera sus colmillos, acabando con la amenaza, sino para el, si para el resto de los seres.

Y es que ese es el sentido del sacrificio, no escapar de lo imposible, sino dar la esperanza a quien no la tendría de otro modo.

Rodeando a Tyr, cuyo cuerpo reposa sobre el encadenado perro rabioso, alcanza por fin a ver las puertas doradas, las que unirían el trono de los cielos con el mismísimo arco iris, y allí, tras haber derrotado a Frey, puede ver inmóviles las llamas vivientes de la guerra.

El infierno desatado en la figura de un gigante, con su espada alzada, amenazando la misma existencia, y a fe que lo conseguirá en cuanto caiga, nada mas se deshaga el hechizo, desatando la venganza de Musoellheim sobre todos los reinos.

Desearía congelarlo por siempre, hacerle pagar sus acciones, pero no puede, encadenada a sus propias reglas, no es mas esclava que los difuntos de esta batalla.

Un ultimo servicio al añorado Odín, estos instantes de respiro, con el tiempo bloqueado permitiendo a los últimos de los Aesir escapar de la dorada Asgard, liderados por la bella Freia, para que guíe a sus retoños.
Los puede ver a lo lejos, subiendo las montañas, y sabe que la hora ha llegado, debe alejarse de allí.

En sus últimos pasos alcanza a ver apoyado en una columna, el rostro conocido de un valiente, machacado por los golpes hasta que el yelmo dorado cayera a sus pies.
El fiel Heimdall no cayó, vigilante hasta difunto, y con la espada de Loki en su costado.

Loki, cuyo cuerpo yace al lado del guardián, aquel que desató el infierno, condenado cruelmente a recibir el veneno de la serpiente gota a gota, el que escapó y engañó al muerdago, hiriendo a Balder.
Loki, el mentiroso, el maldito, y también la victima, pues su destino estaba escrito.
El rebelde que cumpliría el papel mas ingrato.

Ni siquiera las almas difuntas del Valhalla se salvaron, conducidas a la batalla para enfrentarse a los horrores del Nagflir, el barco construido de las uñas de los muertos.

Sin compasión, la muerte da la espalda al desastre, arrastrando tras de si las almas de los campeones, liberando al tiempo, y permitiendo que la espada del crepúsculo incendiara aquel mundo obsoleto, cuyas cenizas renacerán en nuevos panteones, como siempre debía ser cíclicamente, aunque siempre añorará aquellos momentos perdidos.



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El video pertenece a Warcry, de la cancion "Nana" en directo, y dudo que exista un tema mas adecuado para la escena que la muerte encontraría tras el Ragnarok, la muerte de los dioses... el Götterdämmerung

Aunque tomé las notas de la batalla hace meses nunca me decidia a escribirlo hasta que encontré el video el otro dia entre los Lokkie colgó en la pagina de videos de metal, asi que thanks por el video