martes, 27 de mayo de 2008

Juramento

Icaro, tú que tanto te acercaste al sol, al menos más alto que las pesadillas de la rutina, cuéntame la grandeza de la caída.
Pues solo al caer somos capaces de descubrir lo alto que habíamos ascendido.

Siempre añadiendo nuevos ladrillos a nuestras fortalezas, nuevas plumas a nuestras alas, fundiendo cera y metal para dar forma a los sueños, hasta que son tan grandes que chocan con las paredes del universo infinito.
Aún entonces nos esforzamos en batirlas mas rápido para tan solo precipitar la caída.

Lucifer, tú que fuiste el mayor ángel de la ciudad de plata, que podías iluminar la noche por ti mismo, cuenta cómo de define la oscuridad en eternas grutas, consumidas y carbonizadas tus alas, negras caricaturas deformes de la gloria que un día tuvieron.

Sol, joya de incalculable valor, Dios de las arenas y el Nilo, cuéntanos tú también cómo se siente al alzar la vista y ser solo un engaste mas de una simple cadena en el joyero del espacio.
Cómo se siente al no alcanzar nuca a la amada luna, por más que os aventuréis en carreras por el firmamento.

Y tú, Dama Luna, poderosa señora, dueña de las mareas y capaz de provocar las más ardientes pasiones, cuéntanos tú cómo se sienten las estériles pasiones, incapaz de engendrar a tu ansiado niño de plata.

Atlas, poderoso guerrero, de fuerza incalculable, capaz de sostener el mundo, cómo se siente al estar encadenado al orbe que sustentas por la eternidad.

Si incluso el orgulloso cazador es incapaz de alcanzar al león que persigue en el firmamento, quien se mofa a sus espaldas.

Si dioses, mitos y constelaciones fueron incapaces de encontrar su camino y acabaron sumidos en el fracaso de su propio poder, que esperanza tenemos de encontrar nuestro sitio en los modestos pastos de la vida.

Contadnos!!!!

Tan solo silencio por respuesta nos ofrecéis aquellos que caísteis antes y ante la mirada permanente de las montañas que se alzan delante.

En ese caso, las rodearé, cruzaré o apartaré, pues si el final del camino lo conozco de antemano, al menos estará en mi la elección de la senda, y mi decisión es la de rebelarme ante todo, ante vosotros y sobre todo a las montañas que me amenazan

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