Una bala,
Seis agujeros,
Cinco huecos,
Una guadaña escondida
>>¡¡CLIC!!<<
Una vuelta más al tambor,
Mareando a la fortuna,
Esquivando a la muerte.
Alrededor de la mesa se agolpaban las apuestas y el sargento recogía gustoso las ganancias mientras los nervios de los asistentes se aceleraban.
La timba de poker había sido desastrosa, dejándose mas dinero del que hubiera sido razonable poner en riesgo, y antes que enterrar el orgullo una ultima apuesta desesperada, su propia sien apoyada en el cañón, y el riesgo máximo.
>>¡¡CLIC!!<<
Una vuelta más al tambor,
Mareando a la fortuna,
Esquivando a la muerte.
Aquella noche iba a recoger a su prometida, y antes debía pagar el anillo de compromiso, su enlace eterno con la fortuna, y así un plebeyo esforzado de la carrera militar se alojaría en la adinerada opulencia de la acomodada familia de bien.
Pero claro, el futuro y el bello rostro de su amada bien valían el peligro, y el anillo le seria inalcanzable sin las ganancias de esta noche.
>>¡¡CLIC!!<<
Una vuelta más al tambor,
Mareando a la fortuna,
Esquivando a la muerte.
Aquella bala había sido su aliada durante años, recogida del revolver de un enemigo en batalla.
El cadáver aun caliente de quien le había apuntado, y la bala que no quiso ser disparada, desde entonces en el bolsillo de su casaca.
Con ella protegiéndole era invencible, voluntario en las misiones mas peligrosas, camino de los ascensos y el prestigio.
Qué osado es quien se siente intocable.
>>¡¡CLIC!!<<
Una vuelta más al tambor,
Mareando a la fortuna,
Esquivando a la muerte.
La tensión empezaba a ser insostenible, y el dinero acumulado ya superaba con creces su necesidad, pero la adrenalina es un motor desbocado en la pendiente, un intento más...
La gente expectante mirándole horrorizados, pero sin poder apartar la vista.
El cañón apuntándole a bocajarro, y el dedo, empezando a temblar sobre el gatillo, tentando de nuevo a la diosa fortuna.
>>¡¡CLIC!!<<
Una vuelta más al tambor,
Mareando a la fortuna,
Esquivando a la muerte.
Suspiros en la sala, quién sabe si de alivio o decepción, y la montaña de billetes en todo su esplendor.
Una apuesta mas, victima de la droga mortal, pero ahora la gente se retrae, demasiadas perdidas en general, sin morboso premio.
Decepcionado por el plantón, el general recuerda a su amada, y se guarda los fajos en su casaca, para salir corriendo en busca de la joya, apenas le quedara tiempo para engalanarse.
Será una gran noche, y su alma arde con los fuegos de la pasión mientras la calle acoge los primeros copos de nieve de la noche.
Un callejón oscuro, una vuelta al recodo,
La navaja reluce bajo la luz de los candiles,
Las rápidas manos del sargento alcanzan el revolver
y un rayo de temor cruza ambos rostros,
Ladrón y agredido unidos bajo la negra capucha,
Enfrentadas la muerte afilada
con su rabiosa gemela encerrada en el revolver.
>>¡¡CLIC!!<<
Al final la muerte siempre alcanza a sus victimas, y la parca que tantas veces se alió con él para escoger uno de los 5 huecos del tambor, repite elección justo cuando no debía.
Indefenso, la navaja que se había detenido en el tiempo durante un instante, alcanza su corazón, sin tiempo para nuevos intentos de disparo.
La nieve se tiñe de rojo, y la casaca deja escapar la sangre a borbotones, por el agujero abierto justo en el bolsillo donde tantas veces se alojara la traicionera bala.
Y el anillo rueda vacío.
Una bala,
Seis agujeros,
Cinco huecos,
Una guadaña escondida.
Si alguien leía los viejos cómics de dossier negro, quizás reconozca la versión de una vieja historia corta.
Allí un husar ruso bebía y jugaba a la ruleta con su arma, para morir de igual forma, sin acordarse de rellenar los huecos del tambor
Que grandes aquellos viejos cómics!!!!
PD: rehago alguna frase confusa por petición de un lector, aunque no comente, que te voy a echar la bronca, javi!!!!!
martes, 18 de noviembre de 2008
domingo, 9 de noviembre de 2008
Geografia de una locura
-Las ideas nunca realizadas se archivan en la cuarta sala, justo detrás de la galería de los sueños olvidados.
Así informó Helen al visitante que delante mío pedía información en la biblioteca de las nieves, imposible edificio de geometrías imposibles, y donde la información era una dimensión mas de la existencia.
Acudí allí para conocer mis propios secretos, que debían encontrarse en algún volumen polvoriento, locuras de juventud que había escondido tantos años bajo capas de cordura.
Ahora que mi vida se había perdido por el desagüe solo me quedaba recuperarlas, tratar de encontrar el norte en olvidadas esencias.
¿cuantas veces caemos en nuestros ímpetus y ambiciones? Casi tantas como las que olvidamos que en las cosas más sencillas encontramos mayores satisfacciones.
martes, 4 de noviembre de 2008
Contratos firmados con sangre
El antiguo callejón ya se encontraba lleno de cartones y porquería, sin que ningún operario se atreviera a reponer las bombillas de la pared por la peste a orines.
Con esas condiciones no necesitaba remilgos para deshacerse del cuerpo inerte, con soltarlo en aquel montón de desperdicios bastaría para que pasaran semanas, hasta que algún otro indigente pasara por allí.
Incluso entonces ya se vería si alguien alertaba a la policía.
Aquella sangre le había dejado un regusto amargo y desagradable, alejado de su alimentación habitual, pero no podía evitar los nervios antes de hablar en publico y que mejor forma de aplacarlos que un pequeño desahogo.
Recogiendo la bolsa de deporte pasó al edificio y discretamente acudió a cambiarse al baño. Como ya había aprendido, la sangre era imposible de limpiar de sus trajes, y mientras se ajustaba la corbata, se podía permitir ensayar la mas seductora de sus sonrisas en el espejo, tan irresistible como siempre.
Era la vuelta a su escondite como esforzado ejecutivo trabajando de sol a sol, maldición si le hacía falta ver la dorada perdición, su capacidad hipnótica era el mejor salvoconducto al éxito directo, y el despacho ofrecía para los de su especie un reposo más digno que los ataúdes de las películas.
En breves momentos podría fusionar su pequeña pero emergente compañía con aquella multinacional, una jugada difícil de asimilar por los mercados, pero ya se encargaría de persuadir a varios expertos bursátiles de influencia sobre cual era el caballo ganador.
Impoluto y orgulloso de su porte, saludaba a los consejos de administración y se disponía a realizar la presentación, sin dejar de posar la vista en la joven ejecutiva, aspirante a presidenta de la otra compañía.... quizás por la noche se daría un capricho en dieta, relamiéndose de lo bien que quedarían sus colmillos clavados en el delicado cuello.
Con esas condiciones no necesitaba remilgos para deshacerse del cuerpo inerte, con soltarlo en aquel montón de desperdicios bastaría para que pasaran semanas, hasta que algún otro indigente pasara por allí.
Incluso entonces ya se vería si alguien alertaba a la policía.
Aquella sangre le había dejado un regusto amargo y desagradable, alejado de su alimentación habitual, pero no podía evitar los nervios antes de hablar en publico y que mejor forma de aplacarlos que un pequeño desahogo.
Recogiendo la bolsa de deporte pasó al edificio y discretamente acudió a cambiarse al baño. Como ya había aprendido, la sangre era imposible de limpiar de sus trajes, y mientras se ajustaba la corbata, se podía permitir ensayar la mas seductora de sus sonrisas en el espejo, tan irresistible como siempre.
Era la vuelta a su escondite como esforzado ejecutivo trabajando de sol a sol, maldición si le hacía falta ver la dorada perdición, su capacidad hipnótica era el mejor salvoconducto al éxito directo, y el despacho ofrecía para los de su especie un reposo más digno que los ataúdes de las películas.
En breves momentos podría fusionar su pequeña pero emergente compañía con aquella multinacional, una jugada difícil de asimilar por los mercados, pero ya se encargaría de persuadir a varios expertos bursátiles de influencia sobre cual era el caballo ganador.
Impoluto y orgulloso de su porte, saludaba a los consejos de administración y se disponía a realizar la presentación, sin dejar de posar la vista en la joven ejecutiva, aspirante a presidenta de la otra compañía.... quizás por la noche se daría un capricho en dieta, relamiéndose de lo bien que quedarían sus colmillos clavados en el delicado cuello.
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