Te escribo esta carta de despedida
para que le pongas la música que elijas,
pues el final ya se lo dictaste al destino.
Pero ya te aviso que la posdata será mi terreno,
uno que no podrás arrancarme
por mas que lo arañes
con tus uñas de gata
En aquella noche inolvidable
el sedal fue la línea de tus ojos,
con los que cosiste mi voluntad.
El anzuelo tus labios de fresa,
susurrando una canción a mi oído.
Y la imprudencia de mi maltrecho corazón
se encargo del resto
Mis ojos deslumbrados por tu luz
solo vieron la erupción del volcán
en que te convirtió tu baile,
aquella bossa nova endiablada
con la hipnotizaste a la luna.
La plateada joya del cielo nocturno
solo lograba reflejarse en tu rostro,
piel de aceituna y melena al viento,
cabalgando indómita sobre tus hombros
domando al mismo viento
en cada golpe de cadera,
con tu suave compás.
Pero los sueños son efímeros,
y pronto tu mirada giró
como una veleta furiosa,
dejándome en el camino
como una antigüedad olvidada,
buscando el siguiente objetivo.
Pero la mañana sucede a la noche
y la playa de ipanema sanó las heridas.
Dorada arena y sereno oleaje,
que trajo ilusiones de carnaval
y arcos iris disfrazados de mujer.
Hoy saludo al sol matutino
y brindo con el por los incautos
que sucumban a tu danza.
Le ofrezco esta caipirinha
a cambio de mi alma
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De la suave bossa nova de la chica de ipanema
al rabioso movimiento de la garota nacional de skank
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