Tenso la cuerda de mi arco con un soplido de mis dedos y la fuerza seca de mi brazo.
Antes, mi mano ha sentido el tacto suave de las plumas en el carcaj, legado de mi abuelo, donde porto los dardos, los que antes de cumplir su misión se apoyan en el arco ancestral, superviviente a varias generaciones sin perder un ápice de su precisión.
Mis sentidos se encuentran alerta, filtrando mi percepción alrededor de mi presa, nada mas que su presencia. El mundo gira ante mis ojos, y mi vista se torna en espiral, formando un túnel que traslada mis ojos al punto donde se alberga su corazón. Podría leer sus labios, notar sus latidos, oler su sudor tras la opípara comida.
Acaba de cerrar el trato que llevara la paz a la región del Japón, y sale junto a mi propio señor de la mansión.
Soy consciente de los beneficios que esta alianza reportara, tranquilidad, paz, bonanza económica, pero mi señor me ha dado orden estricta de asesinar a su enemigo en cuanto cierren el pacto apretando sus manos. Sellado el destino se convertirá en señor de toda la región.
Su familia siempre ha liderado los clanes con sabiduría y nunca había tenido motivos para pensar que lo contrario pudiera ocurrir, pero qué liderazgo se sustenta en la sangre. Cómo justificar a la memoria de mi padre samurai, el asesinato que debo cometer.
La lealtad a mi señor me obliga a cumplir sus ordenes, pero el honor de mi alma me retrae, pues también conozco de la bondad de mi victima, y su ingenuidad al creer que ha logrado la paz. El también ha demostrado que seria un digno líder para la comarca.
La tradición me pide honrar a mi línea de sangre y convertirme en samurai, pero para ello debo cometer un vil asesinato a traición.
Las dudas me corroen mientras se suceden los pasos protocolarios.
Mi mano derecha una argolla que sostiene la vara del dardo y la cuerda tensa, la izquierda un bastión que sujeta el arco. Casi escucho la sangre correr ansiosa por sus venas, esperando encontrar el suelo. Solo necesitare un disparo y la muerte será irremediable. Por un instante, solo un suspiro, cruza por mi mente la idea de cambiar el destino de mi disparo, pero los valores en que creo lo rechazan.
Puede que me hayan ordenado algo injusto, pero la sangre debe correr, y si matara a mi señor condenaría no solo mi existencia, sino las almas de mi estirpe al entregar mi clan al enemigo.
Pues todavía es mi enemigo, aún con la bandera blanca enarbolada, es mi enemigo hasta que se firme el pacto, hasta que se unan las manos. Entonces ambos cambiaran.
El momento, temido, ansiado, ocurre, y mi mente se aclara sin mas...
Disparo, Disparo, ... isparo, ... sparo, ... paro, ... aro, ... ro, ... o, ..., ...
Huyo entre las ramas, consciente que ahora no soy nadie, renegado de mi clan, y de todo el mundo.
Pude escuchar su corazón romperse en dos dentro del pecho, y en un eco casi mágico, un segundo sonido idéntico, un suspiro de sorpresa y dos golpes secos en el suelo.
Dos disparos, dos muertos, aquel a quien me ordenaron matar y el nuevo señor de todas las tierras. La primera muerte cambio su condición y lo hizo ser el señor de mis enemigos. Por fin se resolvió el dilema, por fin pude cumplir mi misión y vengar al tiempo la muerte de quien injustamente asesine, ni tan siquiera un segundo antes.
Saldada la deuda de sangre, corrí, sabedor que nunca seré samurai, pero que mi estirpe esta a salvo en el mas allá, pues cumplí con mi honor al tomar la sangre de quien se comporto con cobardía.
A partir de ahora no se quien soy.... la tradición se renovara.
3 comentarios:
¿Y los vampiros? ¿Dónde están los vampiros? jajajajjaa
como siempre, la historia engancha muchísimo y un final inesperado. Genial!!
Un Besote
Hmmm... una forma particular de entender el honor y la justicia, sin duda. En mi pueblo hay arco y flechas. Menos mal que no vienes... Miedo me das.
Besos certeros.
hasta yo soy capaz de olvidar algunos dias a los vampiros nathalie, aunque algunas ideas tengo por ahi... pero ayer esta era la que gano en mi cabeza
la cónica, dame un arco y una flecha..... y acabare con la flecha clavada en el pie jejeje
el unico parecido entre robin hood y yo es que a los dos nos gustaba el bosque, por que pericia 0
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