martes, 22 de enero de 2008
Leyendas
Sus botas de ante mostraban la huella de las sendas recorridas, y no parecían haber sido pocas, con sus cintas descoloridas en el tobillo y subiendo por la media caña.
Empezaba a deshacerse el pelaje del forro, que sobresalía por arriba y en el lateral donde el frágil nudo mantenía sus consistencia.
Mientras me desperezaba en mi asiento, eso fue lo primero que vi de la hermosa mujer que se sentó enfrente, envuelta en un abrigo que también había conocido tiempos mejores, y sobre todo con una piel tan pálida que atraía la luz como si la absorbiera.
Menuda y frágil pero de rostro firme, sereno, el de quien se ha ido enfrentando a obstáculos y los ha debido apartar por cualquier medio, hasta ser consciente que lo importante no es tan solo superarlo, o levantarse si caes, sino correr al siguiente con fuerza redoblada.
Aquella melena dorada fue un soplo de viento fresco en la inmensidad de las caras oscuras aquel lunes por la mañana, plagadas de bostezos y monos de lona azul junto a trajes impolutos, ese suele ser el metro de Madrid, pero esa mañana tan solo compartíamos viaje con una deidad nórdica de los hielos.
Igual que vino se levanto, apagando la luz, pero si el mío es ejemplo, todo el que disfrutó de su visión cobro fuerzas, tomando ejemplo de su determinación.
No conocíamos que podía enfrentar la vida ante ella, pero sus ojos delataban lo que nunca queremos confesar, que la vida es una zorra melosa y nos golpea duro donde ve flaquezas, pero ella mostró el camino, mirar a la vida a los ojos y desafiarla, o al menos eso quise creer mientras la veía alejarse por el pasillo, y el vagón reanudaba su movimiento.
Por la noche, volví a ver su rostro, pero en una situación totalmente distinta, en un telediario, la noticia en si no viene al caso, pero por una vez el destino sonreía a quien luchaba y su hija tendría la oportunidad de crecer, vivir la vida que la enfermedad pretendía negarla, y por ese instante, respiré tranquilo, disfrutando esa victoria merecida de aquellos ojos llenos de lucha y aquellas botas gastadas.
Sin conocer el detalle de sus aventuras, y pese a saber que muchas otras batallas similares se estarían perdiendo en esos momentos, su luz brillaría por una noche al lado de la estrella polar, marcando un norte de esperanza, como una heroína de leyenda.
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Aunque todo sea fruto de la imaginación, evidentemente afectada por la lectura de "el corazon de Arlene", que recomiendo, mientras escribia repasaba otros blogs de amigos, y en uno de ellos, Nat comenataba que se habia partido la pierna, asi que sirva para desearla una pronta recuperación
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