Estirando la mano, el duende sostuvo la bola de cristal, con la pequeña ciudad enterrada en nieve en su interior, tan bella y serena como una amante dormida.
Pero no estaba acorde con su humor travieso tanta tranquilidad.
Sin que pareciera haberse movido, ahora el brazo se encontraba elevado, varios giros de muñeca, y toda la nieve se encontraba flotando en la bola, enturbiando la ciudad y provocando reflejos de purpurina, casi irreales.
Sonriente, el duende se acerco a la ventana sin soltar su juguete, y observo complacido como la nieve se posaba en las calles, un blanco manto donde podría divertirse.
Así se abrigo convenientemente y disfrazo su naturaleza con algunos hechizos, antes de volver a agitar la bola para sentirse complacido.
Dispuesto el tablero, salió a la calle, iba a divertirse y seducir alguna muchacha humana, a compartir los calores de la pasión, que combatirían su propia travesura.
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Desde la fría Rusia, llegan Serebro, y la verdad es que la canción y el video me han sorprendido
1 comentario:
El duende zambullido en su propia bola de cristal, jugando desde dentro, me parece más travieso que desde fuera. No sabía, que había sido un duende, aquel que hizo nevar. (Y quizá aquél otro, ... entonces..., también era sólo un duende, tiene sentido...)
Besos!
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