Mario había escrito un poema que se convirtió en un gran éxito, en realidad solo había escrito uno en su vida y sabía que nunca volvería a escribir otro.
No tenía talento, y el poema era quien le había elegido a él.
Se trataba de una obra trascendental y capaz de hacer evolucionar la mente de quienes lo disfrutaban, pero sus versos eran tímidos y rechazaban las multitudes, por eso escogieron a quien no era en realidad escritor.
Pese a todo cuando fue recitado la acogida fue abrumadora, y se sucedieron sesiones para escucharlo, los críticos se peleaban por la asistencia de Mario y su poema.
Poco a poco el asunto fue siendo más conocido y Mario empezó a frecuentar tertulias y debates, cada vez más populares y alejados del mundo literario hasta que se convirtió en un personaje irreconocible.
Las grandes masas le seguían y buscaban sus opiniones, aunque jamás hubieran leído, no ya su poema, sino un libro de cualquier autor.
Un día Mario intento convertir su poema en canción, pero descubrió que el poema le había abandonado, ya no era capaz de recitarlo y como nunca lo había publicado en un libro prefirió olvidarlo, ya tenía su éxito.
Aquellos versos de nuevo libres buscaron otra persona que los leyera en círculos reducidos, cafeterías de olor añejo y pequeñas bibliotecas, solo odiaban tanto como la fama a los cantautores pretenciosos, y Mario cumplió ambas defectos.
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