lunes, 8 de octubre de 2007

Cafe, copa y puro

Olor a puro desgastándose, a alcohol y a colonias rancias, de las que tumbarían a una manada de jabalís en las distancias cortas. Esos eran los vecinos con los que debía competir el requemado de la cafetera usada demasiadas veces el grasiento aroma de la plancha mientras salían de ella bandejas destinadas a raciones y bocadillos, torreznos, panceta, morcilla, chorizo, el esplendor póstumo del gorrino.

En la barra, pese a todo razonablemente limpia, siempre se podía adivinar la costra de la grasa, imposible de eliminar por completo, como los vasos, que mostraban los arañazos de cien mil fregados en la vieja pila.

Era domingo por la tarde y mientras Evaristo cambiaba el canal de la televisión se iban cerrando las maratonianas partidas de domino y tute, repartiéndose tabaco y copas entre los vencedores, porfiando por las trampas recibidas los vencidos.

Cambio de turno, iba a empezar el fútbol y todas las sillas seguían el ritual de formar a filas, en una capilla donde recibir la comunión deportiva.
Con la parroquia abarrotando el local y el clima de ruido en su apogeo entró Ramiro, a quien abrieron paso hasta su sitio habitual en la barra, enfrentado a la multitud, en el único punto donde no se veía un carajo de la flamante pantalla panorámica, orgullo del lugar y nueva adquisición con la que competir contra modernos pubs carentes de alma.

A el le daba igual, ciego desde niño.
Esa era de las pocas actividades donde no le importaba su condición, no solo se exaltaba como el que más, sino que tenia el don de ver el partido en el ambiente.

Servidos el farias y el copón de coñac, Ramiro prestaba atención a todo, con la cabeza medio ladeada y expresión de severo juez salomónico.
Podía recitar ambas alineaciones, disposiciones tácticas, estadísticas y amplio resumen del encuentro, como les gustaba comprobar a los más jóvenes cuando le retaban.
Y eso en medio de clases magistrales de historia futbolística, impartiendo doctrina de épocas pasadas, ahí se sentía dueño y señor de la situación.

Pero no era el moderno procesador de su cabeza, superior a muchas maquinas de las que nos enorgullecemos, lo que llamaba siempre la atención a los no habituales, sino el saber en todo momento lo que ocurría en el césped en ese preciso instante, casi antes de que el resto pudiera asimilar las imágenes.

Jugada de peligro, en los últimos segundos de un partido igualado donde se juega la temporada, ocasión perdida del visitante y contragolpe suicida, el locutor que se trastabilla con las palabras atropellado como un novato, y el publico estalla en gritos por el gol, sin saber siquiera quien de entre la mele formada ha logrado introducir el cuero.

Y se oye la voz de Ramiro entre gritos,
-Ricky pasa a Van Neigel y este a gol. Y tarjeta al portero por protestar!!!, toma ya!!!.

Los que le oímos ya no nos sorprendemos, es posible que el locutor lo haya dicho pero no lo hemos oído, y desde luego él no lo ha visto, pero da lo mismo, le abrazamos de alegría, aunque algún incauto ponga cara de perplejidad cuando las repeticiones demuestran que llevaba razón, inclusive en la tele se equivocan con quien ha recibido la tarjeta, como podrán comprobar al día siguiente en los diarios.

El tiempo y la amenaza del madrugón del lunes hacen que la calma vaya volviendo a adueñarse del local, quedando ahora solo los jubilados entre cantes de bastos y pitos dobles, con Ramiro pidiendo que se rellene su copa, un día es un día.
Como cada partido, alguien le bromea, pidiéndole que hagan juntos la próxima quiniela, a lo que siempre responde indiferente, ¿para que quiere el dinero, que le quedan dos telediarios?, pero si le observas atentamente, se puede adivinar una media sonrisa disimulada.

2 comentarios:

Bea dijo...

Si todos aprendiésemos a suplir nuestros defectos como Ramiro, otro gallo nos cantaría.
Me ha recordado este post a mi padre.
Y me han entrado ganas de volver a España a comer comida wena.
Aysss!
Besos

Kaos Baggins dijo...

lo peor es que aunque haya exagerado la escena es real

el otro dia en un bar de madrid, igual a la descripcion, pero con mas niebla e historias, y el tio se enteraba del partido mejor que el resto