Apoyado en la marquesina no paras de mirar al fondo de la oscura calle, esperando impaciente a que el maldito autobús gire al fin la esquina, para sacarte de ese rincón perdido, por donde no pasa nadie.
Hace mucho que oscureció y el viento gélido se adueñó del lugar, haciendo que temblaran hasta los huesos con frías punzadas que a buen seguro significarán un buen resfriado.
Lo despoblado de la zona y la hora intempestiva, con las oficinas ya vacías, hacen que la única compañía visible sean las luces de las farolas, aparentemente suspendidas en la nada.
Al fondo se presenta majestuosa la colorida serpiente de la carretera, todavía bastante transitada para la hora a causa de la huelga de transportes, y en la que seguro se encuentra el salvador autobús.
Triste panorama para un cercano futuro, el pasarte una hora allí metido para llegar a la ciudad, pero al menos te reconfortara el calor de la calefacción, siempre y cuando aparezca antes que te congeles.
Ultimo trago a la lata de refresco, que se confabula con el infortunio para atascar tu garganta y hacerte toser. Una tos que evidencia los problemas que tendrás mañana para empezar el día.
Desesperado por la tardanza enciendes un cigarrillo, para lo que necesitas tres intentos ante la protección de tu mano por el fuerte viento. Se crean remolinos, con todo lo que puebla el suelo de la calle, y carente de otro entretenimiento te aburres observándolos.
Alrededor de montones papeles, giran sin sentido miles de partículas diminutas, que a su vez tendrán incontables rotaciones ante tus ojos, como universos en miniatura.
Cuando la ultima ráfaga apaga tu cigarrillo y maldices a todos los demonios por ese maldito autobús que te saque de allí.
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Miro por mi telescopio y puedo ver claramente las estrellas del firmamento, a lo lejos distingo la vía estelar, con sus estrellas rojas que se mueven una dirección y las blancas en la inversa, te puedo ver a ti, y distingo el lugar donde debería estar el sol, justo delante de tu aliento, desde donde nos creaste y diste vida.
Sin embargo, aunque veo el lugar, se encuentra apagado, sin que te muevas ni hagas nada por volver a encenderlo, oscuro delante tuyo.
Mi mundo ha evolucionado mucho en los miles de años desde que lo creaste, siempre rotando sobre si mismo para atrapar la luz que nos dabas, girando en nuestro sistema, siempre girando para ascender hacia ti, esperando que nos llevaras a otro nivel de existencia, y sin embargo ahora nos abandonas cuando mas te necesitábamos.
Toda nuestra historia, nuestras civilizaciones, han surgido entorno a tu figura y las numerosas religiones que nos dividían siempre te tuvieron en común.
Cientos de inventos se te dedicaron, y si, también las guerras, cruzadas realizadas para glorificarte, esperando tan solo un movimiento, pero tu siempre te mantuviste inmutable.
Asumíamos que tu presencia inactiva era por que estabas conforme y disfrutabas de tu obra, que ilusos.
Ahora entendemos en cambio que solo esperabas nuestra extinción, de que otra manera explicar que siguieras inmóvil observando la decadencia y destrucción, como la ciencia acababa lentamente con los recursos naturales y corríamos graves peligros, que sin embargo se tornaron en triviales cuando nos quitaste el sustento de la luz y el calor.
Congelados por el frío del espacio, estamos a punto de desaparecer, justo ahora que alcanzábamos tu rostro.
Dentro de pocos años no haría falta ni siquiera el telescopio para mirar tu rostro, pero nuestra existencia no ha durado tanto.
Soy el último habitante del planeta y estoy dispuesto a suicidarme antes que rendirme ante el rostro de un dios tan indiferente y cruel.
Adiós.
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Apenas un segundo después de apagarse el cigarrillo, el remolino de aire lanza contra tu rostro un montón del polvo recogido del suelo, y alzas la mano para apartarlo de la cara.
Sin embargo titubeas, como en un sueño, una de esas motas de polvo, parece explotar sola antes de impactar.
El frío te debe estar afectando más de lo que pensabas, esa mota parecía un diminuto mundo miniaturizado, por un instante jurarías haber visto una ciudad.
Sacudes la cabeza, estas empezando a delirar, y después ves como aparecen a lo lejos las luces del autobús, tu salvación y el olvido de una locura momentánea, un segundo que nunca recordaras.
Al fin y al cabo, cómo hubiera podido la saliva de tu tos dar vida a una mota de polvo elevada por el viento.
Cómo hubiera podido albergar una civilización que te adorara, tratando de alcanzar el calor de tu cigarrillo.
Un imposible ocurrido a una velocidad imposible, en la relatividad del tiempo, corazones tan pequeños para los que un segundo fueran milenios.
2 comentarios:
imposible y sin embargo, entre los cinco textos que te he leído y más me han gustado. seguro. entre los tres muy probablemente.
oración:
(palmaditas firmes pero cariñosas en la espalda) ¡tose, dios, tose!
me alegro que te guste, ha sido un parto suave y rapido, para una gestacion exageradamente larga
la idea es anterior al verano, la empece varias veces, y a la segunda frase veia que no funcionaba
cambié la situación, los personajes, la escena, hasta que antesdeayer vi la que podia funcinar
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