La camisa y el sombrero reposaban sobre el piano a la media luz de un incipiente amanecer, insinuando los salvajes acordes que allí se habían entonado.
Aquellas notas que se deslizaban envueltas a mis pensamientos por tu escote, explorando los secretos del sujetador que me tenia prisionero.
Tu cintura enrollada en las vueltas del cinturón, del que ansiaba prenderte para atraerte a mi pecho y que ahora cuelga del pomo, contemplándonos.
Y nuestros cuerpos fundidos en una sola forma, sudando entre sabanas que se sonrojarían de poder hacerlo.
Pasión desmesurada con nuestros sexos como centro del universo, galaxias que nacían jóvenes en un big bang exultante, oleadas de energía que ahogan los cerebros.
El fogonazo que prendió el hogar de la noche invernal. Juntos combatiremos las nieves de la mañana, pero ahora, solos tu y yo.
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