Entre ruidos, y sirenas, observo como la gente pasea por la calle, como un hormiguero cuando todos buscan objetos inútiles, envueltos en papeles de colores para regalar.
Al otro lado veo los cielos, serenos y llenos de paz, tan solo rota por alguna que otra bandada de pájaros, hasta que de repente una estela de algún avión perdido rompe las nubes de algodón, y de vuelta a la desolación miro otra vez hacia abajo.
Allí veo parejas unidas por sus manos, como cadenas irrompibles, aunque sean manos distintas de las de ayer, manos distintas de las de mañana. Besos lanzados al viento, besos entregados en los labios, otros retirados y arrojados a la papelera, en un carrusel sin fin, mientras que la luz verde siga arrojando nuevos caudales de personas al río de la calle. También pasan solitarios, con sus manos en los bolsillos y como yo, mirando al suelo, agobiados por la compañía.
Una vez soñé con estar abajo, con abandonar mi pedestal de piedra, y enamorarme de una tierna muchacha que paseaba todas las tardes Gran Vía arriba, aunque nunca la viera bajar. Como deseaba verla en aquellas madrugadas, hasta que comprendí que era un imposible cuando la vi varias noches dar tumbos entre unos brazos distintos, y retorné a la conciencia de mi pétrea realidad, pero tener razón no me libraría de la soledad del tejado, tan solo distraído por alguna paloma que me deja recuerdos que es preferible olvidar.
En las ocasiones en que el cielo esta claro y el ambiente tranquilo me llegan los lamentos de Apolo, en el paseo entre los árboles, lamentando su suerte y maldiciendo los chorros de agua que le bañan, pero al menos el tiene contacto con la realidad, se acerca a los corazones que palpitan, pero en mi caso, nadie sube a visitarme, ni tan siquiera se dignan a mirarme, en las alturas de la Gran Vía.
Al menos cuando llueve siento vivir, pues entonces la gente corre a resguardarse y no se miran ni entre ellos, mientras que yo siento las gotas romper contra mi piedra, eso me hace sentir, pero también me aleja del teatro que observo impasible, y termina por entristecerme. Entonces giro la mirada hacia las ventanas, donde observo mil vidas, de las que conozco sus horarios, a que hora acude la oficinista que se calza sus pinturas de guerra y altas botas de cuero, dispuesta a comerse el mundo, la ternura de la madre que alimenta a sus hijos, o el indeseable, al que me gustaría clavar las garras por golpear a su mujer.
Se que no soy único, que en los tejados convivimos un extraño mundo de seres de mármol en jardines de piedra, serenos, esperando que alguien levante la cabeza y nos descubra observándoles, pero todos vivimos en nuestra soledad, a la pequeña, pero enorme distancia del silencio, así que si alguna vez, paseando por la calle, os cae una gota, sin estar lloviendo, quizás sean nuestras lagrimas, pidiendo que nos prestéis atención, en lugar de correr sin mirar por las calles.
12 comentarios:
Maravilloso, Kaos, maravilloso de principio a fin.
Y qué bueno, dedicarle algo tan bello a esos seres que pasan desapercibidos en la mayoría de las ocasiones a nuestras miradas y atención... y ellos saben tanto de nosotros...
En fin, que me ha encantado, sobre todo, porque yo soy una de esas personas que mira hacia arriba. Ahora sólo espero no sentir una gota sin que llueva, o se me partirá el corazón.
Abrazos desde Solaria!!
muchas gracias, siempre he dicho que me encantaria poder pasear un dia por los tejados de gran via, que hay muchas cosas alli escondidas
a veces vamos como locos y parece que nadie levanta la cabeza, pero este es un grupo mucho mas numeroso de lo que parece
Bonito. Triste a la vez.
Por lo último leido me hubiera gustado que hicieras algo parecido pero con la estatua por antonomasia de retiro. Se que la bordarías.
ok, te recojo el guante, dejame que gire la rueda de la cabeza a ver por donde lo disparo
Pasear por los tejados de La Gran Vía sería una auténtica pasada, Kaos. Suena muy gótico, pero seductor a la vez, jeje.
Y ciertamente, somos un grupo más numeroso de lo que parece aquellos que también estamos pendientes de esas miradas de piedra, que al mismo tiempo nos vigilan. (¡JAR, qué paranoia! XDDD)
629: ¿Te refieres a la estatua del Ángel Caído? Si es esa, ¡me encanta! Tengo especial predilección por ella y, te va a parecer raro, pero en el pasado, creí tener algo que ver con ella.
Uuuuuh, qué bonito, qué bonito.
Abrazos desde Solaria!!
A mí también me ha gustado mucho tu relato, kaos. Algunas veces todos nos sentimos un poco estatuas. Pronto iré a Madrid, así que les preguntaré a Pily y a 629 si me quieren llevar de tour por los tejados (te apuntas?)
Saludos
¡SÍ, SÍ, SÍ! XDDDDDDDDDD
pues si, va a ser que 629 se refiere a esa estatua jejeje
ese paseo seria genial, pero bastante chungo, sin entrar en dificultades tecnicas por alturas y demas, la mitad pertenecen a terrazas privadas de hoteles y demas (es impresionante la cantidad de piscinas y similares que hay en los tejados de todo madrid )
pero vamos, que seria una maravilla
JAJA, hoy no podía dejar de mirar hacia arriba. ¡Menuda la has liado! Si antes tenía esa manía, ahora ya ni te cuento. ;-)
Y, lo dicho si lo dije, adoro la estatua del Angel Caido.
Besos desde Solaria!!
PD: Ey, GRACIAS por enlazarme. ;-)
Después de todos estos comentarios qué se puede decir... Simplemente genial. Ojalá algún día pueda visitar Madrid desde las alturas.
¡Un beso!
Se os deja un momento solos y organizais un terracitas Madrid tour. jajaja. Estais todos chifladillos!!!.
Que tejado más hermoso¡¡¡ Ha sido estupendo descansar en él. Gracias
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