Sonaba de fondo la voz aterciopelada de Diana Krall, imprimiendo un ambiente intimo a la velada, reforzado por la oscuridad y la densa niebla de tabaco. En las mesas se podían observar los mas turbios instintos de la especie humana, irónicamente junto a algunos de los mas sublimes. Desde la joven pareja que intimaba y se confesaba su amor parapetada en el anonimato hasta intercambios de oscuros paquetes, que sabe dios que contendrían, pasando por acaloradas discusiones y tórridas escenas de lujuria. Cada cual veía y escuchaba lo que respondía a sus intereses, sin tener conciencia del resto.
Un adolescente se enfrascaba en preparar los instrumentos en el escenario, para que la diva y su músico-representante-amante de turno amenizaran la noche al público. Después posiblemente ambos amenizarían otras noches mas personales, ella la de alguno de los obesos trajeados escondidos en los reservados, el la de una de las señoras enfundadas en perlas que impedían ver sus cuellos, exhibiéndose entre la sala.
La verdad es que para el espectáculo, casi prefería la música enlatada, y mas si se trataba de canciones como el programa que interpretarían.
Pese a que ella le destrozo el corazón hace años con sus traiciones, y que el se aseguró, como antiguo representante, que nunca volviera a interpretar "sus temas", aun la amaba desde rincones desconocidos de su alma, y le torturaba verla así, pero era el camino que había elegido.
En el extremo de la barra, detrás de las botellas que el camarero tenía amontonadas y siendo en realidad el único que no se preocupaba de ser observado, observaba el panorama de ese teatro de la realidad, como si nada hubiera pasado, como si esta mañana no se hubiera descubierto un crimen en aquella misma sala.
Si, claro, la policía había dictaminado que se trataba de un suicidio, pero el sabia que no era así. Si tan solo se hubieran preocupado de buscar las implicaciones, de comprobar sus enemigos, ¡demonios! ni siquiera se preguntaron por que dejar el dinero en la cartera después de llevarse todos los papeles, abandonándola en el suelo.
Pero claro, era mucho esperar de unos gordos que posiblemente recibían mas dinero de practicas alejadas del cuerpo de policía que de su nomina legal, y un muerto colgado de la lámpara y una nota de suicidio en el bolsillo, envuelta en un billete era demasiado fácil.
Pero a él no le podían engañar, no. El sabía que los ausentes zapatos del fiambre salieron despedidos en el forcejeo, que la mano que introdujo la nota en el bolsillo, era tan femenina como el resto de carmín que quedaba imperceptible entre las marcas de la soga en el cuello. Pero no... ella no había sido la autora del fatal desenlace.
Simplemente se benefició recuperando de la cartera los derechos sobre sus primeros temas, aquellos que un día la dieron el éxito efímero, borrado de un plumazo, cuando el la prohibió volver a cantarlos al descubrirla con su actual pareja.
Al final aquel local, otrora de moda, se había convertido en una pequeña familia mal avenida, donde todos se conocían, y lo que es peor, todos sabían los vicios y defectos de los demás, pero nadie osaba insinuar siquiera el disponer de semejante información, manteniendo el peligroso estatus en el filo de la navaja. El mismo, había sido participe allí de negocios enterrados en el olvido, y sus antiguos devaneos con la cantante, le habían puesto en peligro en numerosas ocasiones, ya que no disponía del caché de sus amantes habituales, pero parece ser que uno de sus últimos pasos le hizo inclinarse en demasía sobre el borde.
No le costaba mucho determinar cual fue el fatídico movimiento que precipito los acontecimientos, estaba claro, esos billetes de avión dentro de un ramo de rosas, y dirigidos al camerino de la artista no debieron de causar sensaciones muy gratas en esa sucia rata que se aprovechaba ahora de ella, y decidió que ya habían jugado demasiado, que no estaba dispuesto a perder el filón de oro en que se convertiría ella una vez recuperara esas canciones, pero el muy estúpido no fue capaz ni de recoger los papeles que acreditaban los derechos.
Pero esta noche, exigiría su justa retribución, cuando los cables que había preparado en los instrumentos lo frieran. El infierno no se quejaría de que le llegaran dos almas en vez de una, y el haría esperar al cuervo tan solo una noche, para cobrarse la venganza, y un ultimo whiskey a la salud de Diana Krall, de parte de un espíritu vengativo.
Un adolescente se enfrascaba en preparar los instrumentos en el escenario, para que la diva y su músico-representante-amante de turno amenizaran la noche al público. Después posiblemente ambos amenizarían otras noches mas personales, ella la de alguno de los obesos trajeados escondidos en los reservados, el la de una de las señoras enfundadas en perlas que impedían ver sus cuellos, exhibiéndose entre la sala.
La verdad es que para el espectáculo, casi prefería la música enlatada, y mas si se trataba de canciones como el programa que interpretarían.
Pese a que ella le destrozo el corazón hace años con sus traiciones, y que el se aseguró, como antiguo representante, que nunca volviera a interpretar "sus temas", aun la amaba desde rincones desconocidos de su alma, y le torturaba verla así, pero era el camino que había elegido.
En el extremo de la barra, detrás de las botellas que el camarero tenía amontonadas y siendo en realidad el único que no se preocupaba de ser observado, observaba el panorama de ese teatro de la realidad, como si nada hubiera pasado, como si esta mañana no se hubiera descubierto un crimen en aquella misma sala.
Si, claro, la policía había dictaminado que se trataba de un suicidio, pero el sabia que no era así. Si tan solo se hubieran preocupado de buscar las implicaciones, de comprobar sus enemigos, ¡demonios! ni siquiera se preguntaron por que dejar el dinero en la cartera después de llevarse todos los papeles, abandonándola en el suelo.
Pero claro, era mucho esperar de unos gordos que posiblemente recibían mas dinero de practicas alejadas del cuerpo de policía que de su nomina legal, y un muerto colgado de la lámpara y una nota de suicidio en el bolsillo, envuelta en un billete era demasiado fácil.
Pero a él no le podían engañar, no. El sabía que los ausentes zapatos del fiambre salieron despedidos en el forcejeo, que la mano que introdujo la nota en el bolsillo, era tan femenina como el resto de carmín que quedaba imperceptible entre las marcas de la soga en el cuello. Pero no... ella no había sido la autora del fatal desenlace.
Simplemente se benefició recuperando de la cartera los derechos sobre sus primeros temas, aquellos que un día la dieron el éxito efímero, borrado de un plumazo, cuando el la prohibió volver a cantarlos al descubrirla con su actual pareja.
Al final aquel local, otrora de moda, se había convertido en una pequeña familia mal avenida, donde todos se conocían, y lo que es peor, todos sabían los vicios y defectos de los demás, pero nadie osaba insinuar siquiera el disponer de semejante información, manteniendo el peligroso estatus en el filo de la navaja. El mismo, había sido participe allí de negocios enterrados en el olvido, y sus antiguos devaneos con la cantante, le habían puesto en peligro en numerosas ocasiones, ya que no disponía del caché de sus amantes habituales, pero parece ser que uno de sus últimos pasos le hizo inclinarse en demasía sobre el borde.
No le costaba mucho determinar cual fue el fatídico movimiento que precipito los acontecimientos, estaba claro, esos billetes de avión dentro de un ramo de rosas, y dirigidos al camerino de la artista no debieron de causar sensaciones muy gratas en esa sucia rata que se aprovechaba ahora de ella, y decidió que ya habían jugado demasiado, que no estaba dispuesto a perder el filón de oro en que se convertiría ella una vez recuperara esas canciones, pero el muy estúpido no fue capaz ni de recoger los papeles que acreditaban los derechos.
Pero esta noche, exigiría su justa retribución, cuando los cables que había preparado en los instrumentos lo frieran. El infierno no se quejaría de que le llegaran dos almas en vez de una, y el haría esperar al cuervo tan solo una noche, para cobrarse la venganza, y un ultimo whiskey a la salud de Diana Krall, de parte de un espíritu vengativo.
2 comentarios:
como si lo estuviera oyendo... one night in Paris...destilando swing
mientras escuchaba esta tarde la musica no habia elegido la cancion, pero me parece una excelente seleccion... one night in paris... a ver si la puedo incluir
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